El presidente del país sudamericano está actuando de forma agresiva para abrir la selva amazónica al desarrollo comercial, lo que representa una amenaza existencial para los pueblos que la habitan.
TERRITORIO URU EU WAU WAU, Brasil — El anuncio en la entrada de una pequeña aldea indígena en la Amazonia se ha convertido en una reliquia en menos de una década, un alarde de algo que ya no es verdad.
“Aquí hay inversión del gobierno federal”, proclama el letrero, instalado en 2012, ahora envuelto por hojas de palmeras caídas.
De hecho, esta pequeña aldea en el estado de Rondonia, llamada Alto Jamari, hogar de unas diez familias de la tribu uru eu wau wau, apenas sobrevive, al igual que decenas de otras aldeas en dificultades en la región que por décadas han servido como refugios para la cultura indígena y un baluarte contra la deforestación en Brasil.
La ayuda federal se está agotando al mismo tiempo que más forasteros invaden sus tierras, ansiosos por explotar ilegalmente los recursos de la selva, al mismo tiempo en que el coronavirus representa una amenaza mortal, y ha alcanzado ya algunas aldeas remotas.
Los líderes locales y los defensores de los pueblos indígenas señalan como culpable del deterioro de esta situación a una sola persona: el presidente Jair Bolsonaro.
Durante su campaña presidencial, Bolsonaro prometió que abriría la Amazonia a más desarrollo comercial, incluyendo la minería y la agricultura a gran escala.
“Donde hay tierra indígena,” dijo, “hay riqueza debajo”.
Desde que asumió el cargo hace poco más de un año, Bolsonaro ha actuado agresivamente para promover esos objetivos de desarrollo, implementando políticas que los críticos temen que han puesto en marcha una nueva era de etnocidio para los pueblos indígenas.
Comenzó por desmantelar un sistema de protección para las comunidades indígenas consagrado en la constitución de Brasil, y el año pasado su gobierno recortó los fondos de la Fundación Nacional del Indio, la agencia federal responsable de defender los derechos indígenas, más conocida como FUNAI.
FUENTE Y NOTA COMPLETA EN: NYTIMES.COM