Faltan agujas, algodón e hilo cirúrgico. Las patologías se diagnostican «a ojo», sin estudios ni análisis. Falta de medicamentos e insumos básicos, aparatos obsoletos y sin mantenimiento, escasez de reactivos y hasta déficit en la provisión de luz y agua. Esta es la realidad que enfrentan a diario los hospitales públicos rosarinos. Bastó una recorrida por los centros asistenciales para advertir que la salud pública no da para más. Si la explosión de la caldera del policlínico Eva Perón, ocurrida el lunes pasado, encendió una luz de alarma, está claro que también fue apenas un síntoma. El SOS ya es generalizado.
Además de diagnosticar patologías a ojo por falta de recursos para ordenar análisis y estudios, los médicos tienen que comparar la gravedad de los pacientes para determinar cuál recibirá atención urgente y cuál deberá esperar. «A veces hasta pensamos que sea lo que Dios quiera», confiesa un médico del Centenario.
Lo que sigue es el resultado de un relevamiento realizado por La Capital sobre la realidad de los hospitales.
Eva Perón
* Atiende unos 650 pacientes por día y tiene un sólo desfibrilador (aparato que reestablece el estado de un paciente con arritmia aguda), que se comparte entre el quirófano, terapia y la guardia.
* Terapia: Sólo funcionan dos respiradores. A veces se turnan con otros hospitales, «pero muchas veces no están disponibles y es terrible», grafica una médica.
* Laboratorio: Hace 20 días se rompió el equipo que produce ácido base, y deben enviar la sangre a otros hospitales.
* Guardia: El único electrocardiógrafo tiene 9 años. Hay que turnarlo con los de Cardiología que, a veces, no tienen papel.
Centenario
* Laboratorio: Las agujas son de mala calidad y la falta de reactivos limita la cantidad de análisis diarios.
* Clínica: Faltan frascos para hemocultivos (análisis para identificar qué tratamiento antibiótico se debe recomendar). Los pacientes deben comprar estos elementos a 10 pesos. «Encaramos tratamientos de acuerdo a la sospecha», dicen los médicos. Suele faltar insulina, gasas, guantes, alcohol y drogas básicas.
* Cirugía: A veces no hay hilo. La luz del quirófano es insuficiente. Se opera hasta el mediodía, después no hay personal. Antes se hacían cuatro cirugías cardiovasculares por mes, ahora se suspendieron porque el instrumental quedó obsoleto.
* Bomba de cobalto: es la única que existe en la salud pública provincial para radioterapia y hace un año que no tiene mantenimiento. «No sólo no sabemos cuánto tiempo más puede funcionar, tampoco sabemos cómo está funcionando», aseguran desde el consejo de administración.
* Hemodiálisis: Se realizan 2 mil diálisis mensuales y no hay tiempo físico para poder atender a todos los pacientes. Se está subdializando, es decir que a una persona que necesita cuatro horas de tratamiento, se lo hacen en tres.
Provincial
* Cardiología: falta papel para los electrocardiógrafos, los estudios se hacen según la urgencia. Escasean los insumos básicos: algodón, alcohol, agujas y jeringas.
* Odontología: El alcohol se usa «a cuentagotas», a veces faltan agujas o anestubos.
* Guardia: Sólo hay cinco camas y cinco camillas y reciben un promedio de consultas de 120 adultos por día. «Al paciente que está más crítico lo pongo en un lugar más cómodo y corro al otro a una silla», ilustra una doctora.
* Quirófanos: El equipamiento de anestesia está obsoleto y se rompe con frecuencia. La estufa de esterilización se rompió y el servicio lo brinda un privado.
Zona Norte
* Farmacia: La entrega de remedios es limitada, a veces sólo hay para los pacientes más graves. «La consigna es zafar cada día», confiesa una bioquímica.
* Rayos: Por el precio de las placas se establecen prioridades: neumonía y traumatismos, primero. Los controles de cadera se hacen con ecografías, pero sin foto, porque es muy cara.
* Algo que preocupa a los médicos de este hospital es la falta de leche. «Si un chico no toma leche, al mes siguiente lo tenés que internar», asegura una profesional. Neonatología: un triste panorama Las salas de Neonatología de los hospitales provinciales reflejan un triste panorama. La mayoría de las incubadoras de estas áreas tienen más de 25 años, y a muchas les falta la traba de la puerta, por lo que se las cierra con cinta adhesiva.
No se puede hacer un seguimiento continuo de los chicos porque no hay suficientes monitores. «Se controla sólo a los más graves y los vamos cambiando de incubadora según su estado», aseguran médicos del Centenario, en medio de una larga enumeración de problemas.
La realidad de los municipales Hospital de Niños «Víctor J.Vilela». Faltan reactivos para laboratorio, algunos materiales son de mediana calidad y escasean. Hay cupos para hacer tomografías. «Lo primordial es evacuar casos de urgencia y lo programado hay que pasarlo para adelante», dice un cirujano del efector. Hospital de Emergencias Clemente Alvarez. En las guardias faltan camas y deben recurrir a las camillas de las ambulancias. A los pacientes internados se les piden sábanas y faltan guantes. Hospital Roque Sáenz Peña. Tienen que pedir a la Maternidad Martin medicación para prematuros, la entrega de remedios está restringida para los casos más urgentes. A los pacientes les piden frascos de alcohol, sábanas y pañales. Hospital Carrasco. Faltan antibióticos en los consultorios externos, y las placas se priorizan para los pacientes más complicados. Hospital Alberdi. La insulina se aplica en el efector, mientras que antes el paciente se llevaba la dosis. La atención ambulatoria es limitada.
Maternidad Martin
Faltan camas, gasas, sábanas, y a los pacientes se les pide que lleven algodón. A veces escasea papel para monitoreo (aparato que registra la frecuencia cardíaca del bebé), por eso controlan a los chiquitos más graves.
En la mayoría de los efectores municipales, además, se cobran bonos para distintos estudios y prácticas, sobre todo de radiología. La salud pública pasa por su momento más crítico. La falta de presupuesto y el precio de los insumos la puso en situación límite. El gobierno provincial prometió reparar la caldera del Eva Perón e inyectar de 10 millones de pesos a los hospitales provinciales rosarinos. Las autoridades sanitarias dicen que se necesitan 50 millones para llegar a fin de año. En el medio, los pacientes.