
El artefacto que podría cambiar la historia del agua. Científicos crean un cubo de madera que genera agua potable infinita
Un equipo internacional logró lo impensable: transformar el aire en agua usando solo madera, sal y luz solar. El dispositivo, del tamaño de un puño, puede funcionar en cualquier clima y producir agua sin necesidad de energía eléctrica. Su principio es tan simple como poderoso: imitar los ciclos naturales de la Tierra para devolverle agua al mundo.
En un planeta donde más del 80 % de la población vive con algún grado de estrés hídrico, la solución podría caber en la palma de una mano. Científicos de Australia y China han desarrollado un cubo de madera capaz de “fabricar” agua potable directamente del aire, sin electricidad, sin motores y sin contaminación. Una idea tan elemental como brillante que promete reescribir el acceso al recurso más esencial de la humanidad.

La madera que bebe del aire
El dispositivo, bautizado como window cube, fue diseñado por investigadores del Royal Melbourne Institute of Technology (RMIT) y la Universidad Zhejiang A&F. Su secreto reside en una madera de balsa tratada para eliminar la lignina, el componente que le da rigidez, transformándola en una esponja natural.
A esta estructura porosa se le añaden dos ingredientes clave: cloruro de litio, una sal que absorbe la humedad ambiental, y una tinta de nanotubos de carbono, capaz de captar la luz solar y convertirla en calor. De noche, el cubo absorbe el vapor del aire. De día, el calor del sol lo libera como agua líquida condensada, lista para beber.
El proceso, descrito en la revista Journal of Cleaner Production, alcanza una eficiencia del 94 % y funciona sin alimentación eléctrica. Nueve cubos juntos pueden generar unos 15 mililitros diarios de agua limpia, una cantidad modesta pero escalable.

Un laboratorio solar en miniatura
En pruebas realizadas con humedades tan bajas como el 30 %, el cubo mantuvo su capacidad de captación. Es resistente al frío extremo —incluso tras 20 días a −20 °C— y puede combinarse modularmente para aumentar la producción.
“El diseño aprovecha la estructura natural de la madera para transportar el agua a través de sus poros”, explicó el doctor Derek Hao, del RMIT. “Absorbe la humedad durante la noche y la libera bajo el sol, sin fuentes externas”.
El doctor Junfeng Hou, de la Universidad Zhejiang A&F, añade que la tecnología podría salvar vidas en catástrofes naturales o comunidades aisladas, y que su bajo coste la hace ideal para zonas rurales y agrícolas.

La promesa de un futuro autosuficiente
El equipo trabaja en versiones más grandes con paneles solares y sensores inteligentes que optimicen los ciclos de absorción y condensación. Su meta: crear un sistema modular que funcione de forma continua y autónoma, incluso en desiertos o regiones sin infraestructura.
En un tiempo en el que el agua se perfila como el oro del siglo XXI, este cubo de madera, sal y luz representa algo más que una invención. Es un recordatorio de que la solución a los problemas más urgentes del planeta quizá no esté en la complejidad tecnológica, sino en volver a imitar a la naturaleza.
Nota original en: GIZMODO




