Cerca de diez mil rosarinos disfrutaron ayer de un vibrante espectáculo de acrobacia aérea que fascinó a grandes y chicos. Es que los cinco aviones de la Escuadrilla Cruz del Sur, considerada una de las mejores del mundo, se encargaron de cambiar la monótona tarde rosarina por una jornada cargada de adrenalina. Con sus naves volando a 440 kilómetros por hora, los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina hicieron tirabuzones, caídas libres, vuelos invertidos y un sinnúmero de piruetas frente a la explanada del parque España y con el río Paraná como telón de fondo. El espectáculo tuvo tres motivos: celebrar los 150 años de la declaración de Rosario como ciudad, el 23er. aniversario de la creación del Liceo Aeronáutico Militar y los 90 años de la Fuerza Aérea. Para los organizadores, «fue un éxito total». Es que a pesar de ser un día laborable, una multitud se acercó al parque para ver la destreza de los pilotos. Familias enteras se ubicaron en las escalinatas. Es más, algunos hasta llevaron largavistas «para no perderse detalle», al tiempo que otros no se cansaron de sacar fotos y filmar las diferentes acrobacias.
No habían pasado quince minutos de las tres de la tarde cuando los cinco aviones Sukhoi SU-29 que integran la escuadrilla se dejaron ver sobre los edificios. El bullicio reinante en el parque se transformó en una tensa y general expectativa. Desde ese momento, todo fue vértigo y emoción. Y por un lapso de 25 minutos, las naves hicieron 30 acrobacias que le erizaron la piel a más de uno. Casi no hubo tiempo para respirar. Los pilotos demostraron su destreza con movimientos calculados y metódicos que arrancaron más de un «¡uhhhhh!» en la colmada e improvisada platea. Se vieron acrobacias impactantes. Como la formación denominada «satélite», en la que uno de los aviones siguió una trayectoria recta y otro giró a su alrededor. Sin perder tiempo, otra de las naves realizó una «caída en espiral»: trepó en altura hasta el límite de la exigencia de su motor y desde allí -unos dos mil metros sobre el río- se dejó caer libremente para levantar vuelo a metros del agua.
La gente no se había repuesto de su asombro cuando la escuadrilla comenzó a realizar un «rizo en espejo». Dos aviones volaron uno sobre el otro de manera invertida, a tal punto que las cabezas de ambos pilotos parecieron tocarse. Así, separados por escasos metros, dieron un giro de 360 grados ante la atenta mirada de la gente. «Sólo dos escuadrillas acrobáticas del mundo realizan esta prueba. La Cruz del Sur es una de ellas», anunció el locutor con orgullo y los aplausos estallaron.
Pero lo mejor aún estaba por verse. Es que los pilotos pusieron en escena su propia creación: una arriesgada acrobacia llamada «¡Viva Argentina!» en la que dos aviones volaron en espejo (cabina con cabina), mientras otros dos giraron en torno. El final fue increíble. Las cuatro naves se cruzaron peligrosamente para luego escapar en distintas direcciones.
En la explanada la gente aplaudió, gritó y se emocionó cuando por los altavoces se oyó la voz del líder de la escuadrilla, el mayor Rubén Cortés, quien desde su avión confesó sentirse «orgulloso de participar del aniversario de esta maravillosa ciudad».
Para el cierre dibujaron un corazón en el cielo y hasta no faltó la tradicional flecha de cupido. La sorpresa fue aún mayor cuando se conoció que un helicóptero transportaría a los pilotos desde el aeropuerto hasta el parque para que todos pudieran hablar con ellos. Y así fue: la gente los recibió como héroes. Firmaron autógrafos y respondieron preguntas de grandes y chicos. Fue una tarde de adrenalina y emoción. Rosario cambió monotonía por vértigo. La Escuadrilla Cruz del Sur sacudió la modorra de la siesta.