Megalocura canalla: Los auriazules tiraron la casa por la ventana. La voz de la gente se oirá siempre». Con su timbre inconfundible, Litto Nebbia teñía de emoción su breve porción de la fiesta canalla. Y vaya que se escuchó fuerte esa voz, delatora de un sentimiento único que afloró una vez más, gigante, en Arroyito, en la fiesta incomparable del pueblo auriazul que sólo puede ser entendible desde el latiguillo que parece haber patentado Miguel Angel Russo: «Esto es Central». Falta aún para que Central cumpla sus 114 años de vida. De poco importó. Los interminables desfiles de las modelos plancharon por momentos el clima. Tampoco fue trascendente. El verdadero significado se lo dieron las casi 40 mil almas que llenaron de sentimentalismo puro el Gigante, que se hicieron eco de la propuesta del nuevo gobierno auriazul, que sin dudas empezó a marcar de qué forma quiere reposicionar al club.
«Queremos poner a Central en el lugar que se merece», dijo en su brevísimo discurso el presidente Pablo Scarabino, en uno de los picos más emotivos de la noche, cuando el plantel de primera, junto a Russo, el Chelito Delgado, Omar Palma y el Puma Rodríguez estaban en el escenario, acompañados además por Roberto Fontanarrosa y el flamante intendente rosarino Miguel Lifschitz, quien confesó: «Sí, soy canalla».
Mucho glamour, mucho merchandising, mucho show preparado minuciosamente por gente acostumbrada a organizar grandes eventos, pero que cobró sentido realmente por la multitudinaria respuesta de ese pueblo canalla que siempre está al pie del cañón cuando se lo toca en su fibra más íntima.
Entre desfiles que poco conjugaron con la pasión futbolera y la conducción del Monchi Balestra y la escultural Silvina Luna, un momento realmente emocionante fue sin dudas la presentación del video que repasó los momento deportivos más sublimes de la institución. Así, con la frase «esto es Central» de Russo, goles, festejos y vueltas olímpicas comenzaron a ganar la escena.
El primer tramo del recordatorio estuvo dedicado al famoso 4 a 0 de 1995, donde, obviamente, cada gol fue festejado de la misma forma, y hasta más fuerte aún que como sucedió aquella tarde. Ahí nomás, muy cerquita en cuanto a lo emotivo, estuvo por supuesto la final de la Conmebol, con un Gigante estallando con el cabezazo de Petaco Carbonari y la consagración reflejada en don Angel Tulio Zof y sus brazos al cielo. Obviamente, en esos 12 minutos de video no estuvieron ausentes los 4 títulos locales, la palomita de Aldo Pedro Poy, el Patón Bauza, el Negro Palma, el Chacho Coudet, Fito Páez, el Negro Fontanarrosa y muchos más. Si hasta pudo apreciarse claramente aquel famoso gol que el Turco Orlando Espip salvó sobre la línea.
También hubo tiempo para gozar de las barbaridades de Eber Ludueña, el comediante rosarino -Luis Rubio, un centralista de pura cepa- que con su discurso y show particular arrancó las sonrisas de todos en apenas cinco minutos de participación.
Al final de la noche más canalla, Fito Páez llegó a ofrecer su corazón en medio de focos apagados y encendedores prendidos, fuegos artificiales, láser y el broche de la comparsa Marí-Marí. Ni el Nano Serrat, ni Mario Alberto Kempes. No estuvo ese tipo de sorpresa que muchos esperaba, pero la gran fiesta de Central fue demasiado abarcativa e impactante como para darle un lugarcito a una emoción más.
fuente: Gustavo Conti y Elbio Evangeliste, diario La Capital