Foto Portada: La Armada argentina en un operativo durante los incendios en el delta del Paraná, en agosto del 2020
La devastación de un importante ecosistema, sumado a los daños que el humo ocasiona en la salud, aumentan la preocupación en medio de la pandemia.
Por Leandro Lutzky / RT.COM
La zona del delta del río Paraná, en Argentina, está plagada de incendios. Se trata de un extenso territorio de unas 2 millones de hectáreas, que van desde la Provincia de Buenos Aires, a la altura de la desembocadura del Río de la Plata, pasa por Entre Ríos y continúa en Santa Fe. Se calcula que, solo en 2020, *se quemó la sexta parte* de todo el sector interjurisdiccional, siendo un verdadero atentado contra el medio ambiente.
El conflicto, que lleva larga data, cobró mayor repercusión a inicios de agosto, porque el humo invadió a la capital del país sudamericano y sus alrededores durante algunas horas. También ocupó las calles de urbes como San Nicolás y San Pedro. Sin embargo, *Rosario*, la ciudad identificada con
el ‘Che’ Guevara y Lionel Messi, *es la más complicada* por su cercanía con los focos: la contaminación del aire está vigente hace varias semanas y, en los últimos días, la humareda volvió a decir presente. En algunos momentos, el problema que llega desde el otro lado del río, se nota a simple vista.
Denuncian un trasfondo económico
Las autoridades rosarinas sostienen que el fuego *es intencional*, al igual que el ministro de Ambiente de la nación, Juan Cabandié, quien ya calificó al escenario como un *»ecocidio»*. Y, pareciéndose a una escena cinematográfica, de forma reciente fueron detenidos hombres que «portaban bidones de nafta y tenían 25 mil pesos en los bolsillos», informó el subsecretario de Gestión del Riesgo y Protección Civil de aquel país, Gabriel Gasparutti.
Por su parte, los grupos ambientalistas no dudan en apuntar contra los *terratenientes*, blanco de todas las críticas. La principal hipótesis de estos movimientos sociales es que los incendios se generan para «limpiar el terreno», despejando todo vestigio de vida silvestre para expandir la frontera sojera y ganadera, dos rubros importantes en la economía local. De hecho, hay varias causas en la Justicia, donde *los principales implicados son dueños de tierras*. Es que, los focos de incendios son miles, y no resulta convincente creer que todos se iniciaron de modo accidental.
«La quema de pastizales es una práctica de manejo que ocurre en el Delta del Paraná, aunque no es abiertamente reconocida», explican investigadoras de la Universidad Nacional de San Martín. En efecto, es una técnica histórica para proveer pasto, «pero también se ha usado ampliamente en las
islas para cazar animales silvestres, despejar cubiertas vegetales y facilitar el ingreso de maquinaria para realizar obras».
Las expertas destacan que, de forma controlada, la práctica puede ser beneficiosa para «promover una variedad de respuestas de la vegetación e incluso de biodiversidad». No obstante, «realizar quemas en un contexto de sequía y bajante extraordinaria del río Paraná, con múltiples focos
simultáneos en toda la región, sin planificación ni control, implica un *riesgo de devastación* de los ecosistemas». En muchos sitios, el uso del fuego ya fue reemplazado por la aplicación de herbicidas.
Entre tantas acusaciones, también hablamos con Raúl Morist, dueño de 400 hectáreas en la zona del conflicto: «Tengo un campo pequeño», opina. Aquel hombre es uno de los tantos propietarios señalados como posibles responsables de este desastre ecológico: «*Me acusan de quemarlo*, cosa que jamás hice, ni tengo interés de arruinar la naturaleza», se defiende.
También nos dice que, «sin ninguna duda, el fuego es producido por el hombre». Pero acota: «Quién lo hace, no lo sé».
Según Morist, «ni los ganaderos, ni los propietarios de los campos, ni los que viven en la isla, serían capaces de prender fuego en esta temporada, porque *le quitan alimento a sus animales*». Desde su punto de vista, «si lo hacen ahora, queda solamente ceniza». En cambio, «si lo hacen al inicio
de la primavera, el rebrote viene enseguida».
Según datos otorgados por Museo Regional de Ciencias Naturales Antonio Scasso, hubo 7.390 focos de incendio en lo que va del mes. En julio, se habían registrado 6.741. Las quemas se ven agravadas por una temporada seca y por una bajante histórica del Río Paraná.
A su vez, este hombre de campo coincide con que, aunque puedan producirse incendios accidentales, «por algún asado», u otros intencionales por parte de «cazadores furtivos», ello «no alcanza para explicar los miles de focos». Y concluye: «*Se quema sin parar desde febrero, todos los días*. Un propietario lo haría solo en temporada. Esto no es de una o dos personas, es un grupo muy grande que está quemando en todo el delta».
Así, mientras las críticas cruzan el caudal de agua desde la provincia de Santa Fe hasta la vecina Entre Ríos, las graves consecuencias ya se perciben.
Impactos en la salud
Convivir con el humo puede tener implicancias en el organismo, algo que los rosarinos ya saben. Las alertas aumentan si consideramos que la pandemia avanza en Argentina, y el coronavirus puede atacar las vías respiratorias, generando un ‘cóctel’ complicado: *»Estamos muy preocupados»*, le dice a RT la subsecretaria de Salud Pública, Silvia Marmiroli, que desde inicios del año debe atender este flagelo. Así, la entrevistada insiste en que prevenir siempre es mejor que curar. *»Hasta las personas sanas pueden enfermarse»*, remarca.
Más en detalle, menciona algunas *molestias* que suele causar la contaminación del aire: «El humo produce algunos efectos inmediatos, como tos, dificultad respiratoria, ardor en los ojos, irritación en la garganta y goteo nasal». Pero, más allá de esas afecciones leves, pueden aparecer cuadros más severos: *»Broncoespasmo, dolor de pecho, de cabeza y cansancio»*, enumera.
Humo junto a la ciudad de Rosario (Argentina), en julio del 2020. Foto Dr. Jorge Harraca
Marmiroli también pide aumentar los cuidados sobre adultos mayores, embarazadas, niños pequeños y personas con problemas de salud previos, «sobre todo aquellos que tienen asma, enfermedades pulmonares crónicas o cardíacas». En efecto, «la exposición prolongada a la toxicidad puede aumentar los *riesgos de infecciones respiratorias* y empeorar enfermedades del corazón».
Las alertas que enciende la subsecretaria tienen asidero. De hecho, le explica a este medio que registraron un *fuerte aumento en consultas médicas* presenciales, debido a daños causados por los incendios. Las patologías tienen que ver con el humo: «Conjuntivitis, faringitis, laringitis, laringotraqueítis, rinitis, bronquitis, asma, enfermedad pulmonar obstructiva y tos». Esto era bien notorio «en los días que había más humo en la ciudad», dice Marmiroli. *La diferencia de consultas entre 2019 y 2020 fue del 40 %*, solo en el sistema público municipal, aunque desde marzo se redujeron por las medidas de aislamiento social y el pedido expreso de evitar ir a los centros de salud.
Para concluir, destaca los *beneficios en el uso del tapabocas*, para reducir contagios, y no respirar tantos agentes contaminantes. Y, si hay ciudadanos de Rosario leyendo esta nota, la especialista solicita: «Salir lo menos posible cuando se visualiza humo intenso en el ambiente, y no hacer actividad física. Mantener cerradas puertas y ventanas, aunque por el covid recomendemos ventilar los ambientes, solo hacerlo cuando haya menos humareda».
Daño al medio ambiente
Cuando hablamos del delta del Paraná, nos referimos a una zona llana: el 80 % de la vegetación se compone por hierbas, y solo un 4 % es de bosques nativos. Asimismo, estos humedales tienen al menos 700 especies de plantas, más de 50 tipos de mamíferos, 260 de aves, 300 de peces, 30 clases de reptiles y una incontable variedad de invertebrados. Es un gran ecosistema, que los humanos ponen en peligro.
*»Los animales tienen graves afecciones»*, lamenta Matías de Bueno, director del Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Aquella entidad hizo un inventario de todos los seres vivos que habitan en la zona, para ir tomando nota de los daños. «No solamente se queman pastizales, también flora y bosques de alberdón. Esto genera contaminación en el agua, porque las cenizas caen, y le pega a la fauna ictícola [peces]», añade el abogado.
A su vez, «está faltando el 75 % del río, con lo cual, hay menos cursos de agua, que serían un corta fuegos natural y hoy no está funcionando». El observatorio también hizo mediciones sobre la contaminación en el aire: *»Nos da cinco o seis veces por encima de lo permitido»*, comenta.
Así las cosas, en medio de todas las causas penales abiertas, la Corte Suprema ordenó a los distintos organismos estatales tomar medidas para terminar con el fuego, y revisar todo lo hecho hasta ahora. *»Si no cumplen una orden judicial, se pueden aplicar multas sobre los sueldos de
funcionarios»*, subraya el letrado. Al respecto, sobre las partes implicadas en los expedientes, el entendido señala que hay «responsabilidad solidaria», es decir, hasta no saber exactamente quién tiene la culpa, «todos deberían responder», y luego se determinaría cómo se distribuyen los gastos.
Manifestaciones, por agua y tierra
«Todas las semanas estamos con marchas y actividades, reclamando el fin de los incendios en las islas», nos cuenta Brian Ollearo, miembro de la Multisectorial por los Humedales. Uno de los pedidos principales de aquel grupo de vecinos es la sanción *»inmediata»* de una ley nacional que proteja estos espacios naturales, mientras siguen los largos debates legislativos.
Para estos activistas no hay tiempo que perder, e intentan llamar la atención como se pueda. El último fin de semana organizaron a 350 pequeñas embarcaciones a remo, entre kayaks y botes, y cruzaron el río Paraná para hacer una protesta acuática. La *»unión de las dos orillas»*, sumada a los cortes de tránsito en el Puente Rosario-Victoria, son algunos de sus tantos intentos por generar conciencia.
#bastadequemas #leydehumedalesya Rosario 16 Ago 2020350 kayaks unieron las orillas del Paraná como integración y ruptura de fronteras políticas.
Este viernes a las 16.30 (hora local) coordinarán *una marcha* desde la casa de Gobierno hasta el río, junto al icónico Monumento a la Bandera. Sobre ello, el joven dice que respetan todos los protocolos para evitar la propagación del coronavirus en sus convocatorias: «Trabajamos con
estudiantes de Medicina de la UNR, que proveen alcohol en gel, insisten con el distanciamiento y el uso del tapabocas».
Entre tanto, los ambientalistas sienten que no se pueden relajar: «Estos días tuvimos *nuevos focos de incendios muy grandes*, frente a San Lorenzo, aquí cerca de Rosario», destaca Ollearo.
Y afirma: «Tiene que ver con *el agronegocio en su máxima expresión*, el poder concentrado, y ciertas especulaciones inmobiliarias, con ideas de construir barrios en el delta». Mientras, las autoridades intentan combatir las llamas, aunque el plantel de brigadistas se redujo por la aparición de contagios adentro del equipo.