«Penalizar el aborto favorece un negocio que todos conocemos: el aborto se hace igual en la actividad privada y con una óptima atención a cambio de mucho dinero», mientras «perjudica a la inmensa mayoría de mujeres humildes que no pueden acceder a una práctica en esas condiciones, recurren a este mecanismo de forma ilegal y finalmente acuden al hospital cuando ya corren riesgo de muerte». Con esa frase, la concejala socialista Silvia Augsburger, que impulsó la despenalización del aborto en una colaboración publicada en el diario La Capital, defendió su idea de que la punición sólo aumenta la brecha entre mujeres ricas y mujeres pobres. Y quiere que se profundice el debate, cuyo primer paso será admitir que «por la penalización del aborto miles de mujeres mueren jóvenes, totalmente sanas y por muertes totalmente evitables». -¿Por qué cuesta tanto debatir el tema del aborto en Argentina, un país con tanta tradición católica como muchos otros que incluso lo legalizaron?
-Es algo intencionado por parte de los sectores conservadores, de aquellos que privilegian sus convicciones religiosas. Debatir el tema implica decir que por la penalización del aborto miles de mujeres mueren jóvenes, totalmente sanas y por muertes totalmente evitables. Y que despenalizarlo no significa ni un peso adicional como política de salud, sino que depende de una decisión de los diputados y senadores, que podrían salvar esas miles de vidas humanas y a tantos otros niños de quedar sin madre siendo muy chiquitos. Está probado, contra lo que se suele creer, que la mayoría de las mujeres que abortan tienen de dos a tres hijos y toman esa traumática decisión ante la imposibilidad de mantener a un nuevo hijo o simplemente porque no desean que venga al mundo en las condiciones en que ya tienen a sus otros niños.
-¿A quién favorece la penalización del aborto y a quién perjudica?
-Favorece un negocio que todos conocemos: el aborto se hace igual en la actividad privada y con una óptima atención a cambio de mucho dinero. Perjudica a la inmensa mayoría de mujeres humildes que no pueden acceder a un aborto en esas condiciones, recurren a este mecanismo de forma ilegal y recién acuden al hospital cuando la situación ya es extrema y corren riesgo de muerte, después de horas y hasta días con fiebre muy alta por la infección. Si se despenalizara se evitarían casos como el que se vivió en Rosario hace una semana, donde una mujer de 17 años estuvo una semana internada en el Heca y terminó muriéndose.
-¿Es la sociedad argentina la que no está en condiciones de debatir este tema o son los legisladores los que no están a la altura de las circunstancias?
-Las estadísticas desmienten que la sociedad no esté lista para abordarlo. Se estima, y hay una cantidad de subregistros muy importante, que se hacen 500 mil abortos en Argentina por año, sobre 750 mil nacimentos. Esto indica que los abortos se hacen y en todos los niveles sociales: la diferencia es que los pobres se mueren y los que tienen otras posibilidades no. Ahora, en general las voces más públicas corresponden a sectores que están contra la despenalización. Pero me interesan otras opiniones, como la de la argentina Mirta Roses, la primera mujer en 100 años de vida de la Organización Panamericana de la Salud que acaba de asumir la presidencia de esa entidad y dice que entre las decisiones que deben tomarse en Argentina está despenalizar el aborto. Me interesa el Parlamento Europeo, que les pide a los países de la comunidad que modifiquen sus leyes nacionales para que esta práctica no sea punible.
-Se dice que este tema no se debate en ámbitos legislativos porque hay una mayoría de legisladores hombres. ¿Se trata de una cuestión de género?
-Es determinante. Ya lo dijo García Márquez: si los hombres se embarazaran el aborto sería legal. Pero evidentemente las mujeres instalaron en la agenda pública temas que los hombres no veían. Tengo claro que la ley de cupo abrió la posibilidad de que haya mujeres legislando sobre temas que antes no se discutían: violencia familiar, aborto, anencefalia, planes de igualdad de oportunidades.
-¿Los que defienden la penalización creen que con eso se disuade?
-Los que defienden la pena de muerte creen que si hay una pena mayor se disuade de cometer el delito. Yo no estoy de acuerdo con eso. Y en el tema específico del aborto, las cifras lo desmienten: en Alemania, donde hay educación sexual desde el primer nivel educativo formal, los chicos empiezan a tener relaciones sexuales mucho más tardíamente que en los lugares donde no conocen absolutamente nada. Y en los países donde el aborto es totalmente legal hay muchísimos menos abortos.
-¿Qué cree que opina la mayoría de los médicos?
-Si sabe que se trata de un aborto provocado, legalmente el médico debe denunciarlo. Afortunadamente, muy pocos lo hacen y privilegian salvarle la vida a la mujer y conocer por qué tomó una decisión tan traumática. Suelen ser convencidos de que la despenalización ayudaría a resolver este grave problema de salud, primera causa de muerte en mujeres jóvenes y una de las principales en edad de reproducción. Por eso propongo consultar a la gente para ver qué opina. Quienes ocupamos cargos públicos tenemos la obligación de generar un gran debate nacional para que el Código Penal se modifique. Soy secretaria de la Mujer en el orden nacional del Partido Socialista, desde donde impulsamos despenalizar el aborto y legalizarlo en tres casos: violación, inviabilidad de vida extrauterina del bebé y riesgo grave de salud física o psíquica para la madre.