Recuerdo una vez que Luciana había ido al cine para ver una película de unos magos («Harry Potter y la piedra filosofal») y llamó Sergio Vigil (el entrenador del seleccionado argentino) y me dijo que «Lucha no necesita magia, ahora está buscando efectos especiales»», comentó del otro lado del teléfono Nilda, la mamá de Luciana Aymar.
Una situación que pinta de cuerpo entero las condiciones de la jugadora del Jockey Club y que por otra parte no hace más que avalar la decisión de la Federación Internacional de Hockey (FIH) de nombrarla como la mejor jugadora del mundo. Una distinción que no suena para nada descabellada, más teniendo en cuenta que la rosarina había sido elegida la mejor jugadora en las dos últimas ediciones del Champions Trophy, que se disputaron en Holanda en 2000 y 2001. Todo un presagio.
El nombramiento fue hecho en Kuala Lumpur, Malasia, y junto a Lucha estuvieron nominadas la argentina y compañera del seleccionado argentino Cecilia Rognoni, la australiana Nikki Hudson, la japonesa Sashimi Iwao, la ucraniana Tetyana Kobzenko y la rusa Marina Tchegourdaeva, pero la única invitada fue Luciana, por lo que se caía de maduro que el premio era para ella.
Y se le dio nomás. La Maga fue elegida la mejor del mundo, por eso es que siento «tanta alegría», según le confió a OVACION directamente desde Malasia, cuando el sueño no quería abandonarla ni en broma. «El sólo hecho de estar nominada me había alegrado, pero cuando recibí el premio me pasaron un montón de cosas por la cabeza. Me acordé sobre todo de mi familia, que son los que están siempre al mi lado», argumentó la Maga.
El tiempo de la real toma de conciencia de la importancia que marca este suceso no tardará mucho en llegar. Es más, ayer mismo ya comenzó a sentir lo que significó su premiación. «Era una cosa de locos, el teléfono no paraba de sonar y cuando estaba a punto de dormirme volvía a sonar, no lo podía creer. De todas maneras creo que cuando llegue a Rosario voy a tomar conciencia de todo», aseguró.
La magia de Lucha fue lo que motivó a los dirigentes de la FIH para consagrarla, y esa misma magia es la que seguirá mostrando cada vez que pise un campo de juego. «Este premio no va a cambiar mi manera de ser como persona ni mi estilo de juego. No creo que a partir de ahora tenga una mayor presión». Lo de ayer fue ni más ni menos que tocar el cielo con las manos. Muy pocas son las personas que logran pararse en la cima del mundo, menos aún entre los deportistas rosarinos.
En la década del 70, Alberto Demidi fue considerado el mejor remero del mundo en su especialidad (single scull), mientras que Mario Alberto Kempes se hizo acreedor del Balón de Oro en el Mundial de fútbol de 1978, por citar algunos casos, pero ambos son rosarinos por adopción. Lo que hace que el logro de Lucha tenga una resonancia especial, sobre todo porque se trata de un deporte amateur.
El hecho de haber estado un escalón más arriba que el resto de las jugadoras nominadas fue, por llamarlo de alguna manera, el primer gran desafío del año para Luciana, pero quiere más. «El próximo objetivo es ganar el Mundial que se va a jugar en noviembre en Australia», añadió. Pero en medio de tanta alegría también hubo lugar para la tristeza, la misma que siente el resto del pueblo argentino por la grave crisis social, económica y política que azota al país. Por eso «espero que esto, aunque sé que es poco, sirva para darle una alegría a la gente que tanto está sufriendo».
Luciana Aymar es así, igual al resto de los mortales fuera de la cancha, pero distinta en el césped. Una joya que se va puliendo con el tiempo y cada vez parece ser más valiosa. Bienvenido sea para el deporte argentino. Sólo es cuestión de que la Maga siga desparramando talento cuando y donde se le ocurra, aunque de ahora en más no hará falta revalidar ninguna mención especial, el premio de la mejor jugadora del mundo se lo tiene bien ganado
por Elvio Evangeliste
Nota publicada en Diario La Capital el 7/3/2002