
Amistad: ese refugio que nos transforma
La amistad va mucho más allá de una fecha en el calendario. Es uno de los vínculos más genuinos, elegidos y necesarios que tenemos a lo largo de la vida. Es ese refugio al que volvemos una y otra vez, con el corazón abierto, con ganas de compartir, de ser escuchados o simplemente de estar.
Tener amigos no solo nos hace bien al alma, también nos hace bien al cuerpo. Numerosos estudios (como este, desarrollado por la Universidad de Harvard) muestran que las personas con vínculos de amistad sólidos son más felices, manejan mejor el estrés, tienen menos riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y viven más tiempo. La amistad, literalmente, es salud.
Pero además de los beneficios, hay algo profundamente humano en el acto de compartir la vida con otros. Las risas en compañía, las charlas eternas, los silencios cómodos, los abrazos que dicen más que mil palabras. Los amigos nos acompañan en momentos de alegría, nos sostienen en los tropiezos y nos ayudan a ver con más claridad cuando todo parece nublado.

En un mundo cada vez más acelerado, donde muchas veces las pantallas reemplazan los encuentros cara a cara, vale la pena recordar la importancia de frenar un poco, levantar el teléfono, organizar una juntada, preguntar de verdad cómo está el otro y estar presentes. Porque la amistad se construye en los pequeños gestos, en el tiempo juntos, en el cuidado mutuo.
Hoy es un buen día para agradecer a esas personas que elegimos y nos eligen, que están cuando todo anda bien y, sobre todo, cuando no tanto. Esos amigos que se convierten en familia. Esos vínculos que no conocen de distancia ni de tiempo. Esos afectos que, aunque no se vean todos los días, siempre están.
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Nota original: vidaysalud.com