El asesinato de George Floyd genera una ola de protestas en Estados Unidos y tensó la relación entre Trump, ex mandatarios y los gobernadores.
Por Alberto Galeano / TELAM.com.ar
El asesinato del afroamericano George Floyd genera un repudio universal al racismo y tensa la relación entre el gobierno republicano, ex mandatarios y gobernadores de Estados Unidos, generando un cuadro en el que el presidente Donald Trump parece haber perdido el liderazgo para unir a los estadounidenses.
Así como mataron a Martin Luther King, el 4 de abril de 1968, o a Keith Lamont Scott, en Charlotte, Carolina del Norte, el 20 de septiembre de 2016, por citar dos nombres célebres de una larga lista, la historia se repite en el país más poderoso del planeta.
El crimen de Floyd ocurrió el 25 de mayo en Minneapolis, en el norteño estado de Minnesota, cuando Floyd fue detenido y aplastado contra el piso por la rodilla de una policía blanco, a pesar de que el hombre de 46 años pedía que lo soltara porque se estaba asfixiando.
El hecho desató una ola de protestas internas y tuvo una amplia repercursión en varios países del mundo, entre ellos Alemania, Austria, Francia y Londres, donde hubo manifestaciones y declaraciones de repudio al racismo en Estados Unidos.
Trump, sin embargo, no pareció entender la magnitud de la situación porque en vez de apaciguar las protestas, en su mayoría pacíficas aunque hubo algunos hechos de violencia y saqueos, presionó a los gobernadores y alcaldes para que decretaran el toque de queda en varias ciudades y reprimieran a los manifestantes.
La brutalidad policial generó el rechazó del virtual candidato presidencial demócrata Joe Biden,quien señaló vía twitter que los estadounidenses «debían derrotar a Trump» en noviembre, y del ex presidente Barack Obama que respaldó las manifestaciones antirraciales.
El ex presidente (2009-2017), señaló que «las protestas representan una frustración genuina y legítima de varias décadas por la incapacidad de reformar prácticas policiales y el sistema penal de justicia en su conjunto».
También Trump fue criticado por los ex mandatarios George W. Bush y Jimmy Carter.
En tanto, ninguno de los gobernadores de los 50 estados del país obedeció la decisión del presidente republicano de movilizar tropas de reservistas dentro de la Guardia Nacional para hacer frente a los manifestantes. El jefe de la Casa Blanca sólo pudo desplegar el ejército en Washington porque es un distrito federal, sin gobernador.
«Para mí, la clave es cómo se van a despegar de Trump los representantes, senadores y gobernadores para mantener su posición en el Congreso y no afectar sus chances en las presidenciales del 3 de noviembre. El país está muy dividido desde el punto de vista político y altamente ideologizado», señaló a Télam Juan Battaleme.
El analista, que es director de la Maestría en Defensa Nacional de la Universidad del mismo nombre, dijo que «es importante ver la cantidad de militares retirados que están pronunciándose contra la actual administración republicana, y el grado de complicaciones que Trump generó en las relaciones cívico-militar, comenzando por el uso de soldados en la frontera con México».
El experto se refiere a la decisión del mandatario norteamericano de movilizar tropas en noviembre de 2018 hacia la frontera sur del país, cuando avanzaba una caravana de inmigrantes por América Central que pretendía ingresar a Estados Unidos.
Esto generó un roce muy fuerte entre el ahora ex secretario de Defensa James Mattis y Trump, pues el respetado general estadounidense, del cuerpo de marines, se oponía a dicho despliegue.
En un artículo publicado esta semana en la revista The Atlantic, Mattis opinó: «Trump es el primer presidente en mi vida que no intenta unir al pueblo norteamericano, y ni siquiera finge intentarlo «.
Y no fue el único. El general John Allen, ex comandante en Afganistán, dijo que la presidencia de Trump «bien puede ser el final del llamado sueño americano».
«La situación en Estados Unidos es muy tensa, ya que además del problema del racismo demostrado por enésima vez con el asesinato de Floyd, atraviesan la crisis del coronavirus, con el consecuente desempleo y empobrecimiento de la población», dijo a Télam Mario Sznajder, profesor emérito en ciencias políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Para esta analista internacional, «las diferencias con los gobernadores y la polarización entre partidarios y enemigos de Trump -a cinco meses de las elecciones – es otra faceta de la crisis».
«Sin embargo, si logra generar una tendencia a la recuperación eoconómica, mediante la reducción del desempleo, por ejemplo, puede ganar la elección de noviembre en nombre de la estabilización», opinó.
Las protestas por el crimen de Floyd ocurrieron en medio de la pandemia del coronavirus, que tiene como epicentro mundial a Estados Unidos, donde han muerto más de 107.000 personas y hay cerca de 1,9 millones de contagiados, según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Hoy, como el 28 de agosto de 1963, aquellas palabras pronunciadas por el reverendo King en las escalinatas del Monumento a Lincoln, durante la Marcha en Washington por el «trabajo y la libertad», resuenan más fuertes que nunca.
«Yo tengo un sueño: que mis cuatro pequeños hijos vivan un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por las cualidades de su carácter; yo tengo un sueño, hoy (…)», dijo King en uno de los discursos más celebrados de la historia.