Argentina ganó tres puntos valiosísimos gracias a un gran gol de Messi desde afuera del área cuando ya se habían superado los 90’ y se clasificó a los octavos de final de la Copa del Mundo. Pero la otra realidad es que jugó pésimamente mal y dejó más preocupaciones que puntos positivos a pesar de haber cumplido con el primer peldaño del objetivo: instalarse en el lote de los 16 mejores.
Pocas veces se puede prescindir del resultado para presentar el rendimiento, por cierto bastante impresentable, de un equipo candidato a campeón del mundo. Sobre todo cuando ese equipo gana. En el fútbol el objetivo casi excluyente es ese: hacer más goles que el rival. Y Argentina lo hizo en los dos partidos que lleva disputados. Derrotó 2 a 1 a Bosnia y agónicamente 1 a 0 ayer a Irán, una de las selecciones más limitadas que ofrece la Copa del Mundo que se disputa en Brasil.
Tan mal jugó Argentina que hasta podría decirse que la gran noticia es que Messi, hasta ahora, ligó todo lo que no se le dio en Sudáfrica 2010, cuando no pudo convertir ni una sola vez.
La selección tiene graves problemas de juego y de carácter. Aquí el sistema no tiene ninguna importancia, no cuenta. El mejor esquema es el que le permite a un equipo ganar y consolidarse.
El perfil bajo no es un problema, el inconveniente es cuando se produce como consecuencia lógica del temperamento de un grupo que no puede resolver con esos atributos, imprescindibles para el fútbol, lo que le es imposible conseguir con la pelota en los pies.
En un Mundial los partidos proyectan el futuro a cada momento, en cada jugada. Cada circunstancia del juego construye el futuro.
Y si se cumple con ese ejercicio, el de proyectar, resulta muy complejo imaginar a la selección en la última semana de la Copa del Mundo. Sabella y los suyos deberán modificar esa tendencia.
Y por último el fútbol: Argentina juega a dos por hora, no tiene variantes ni aceleración, no sabe qué hacer cuando le tapan a Gago, el principal asistidor de Messi, y no tiene futbolistas que rompan por sí solos el cerco que propone un rival que se considera inferior.
Pero eso tiene solución, Sabella es el que debe encontrarle la vuelta sí o sí. Y los jugadores interpretarlo adentro de la cancha.
El problema son los otros componmentes del producto. Para eso sólo hay una respuesta. Es lo que hay.
FG_AUTHORS: La Capital – Ovación