Marie Rosenthal, de 50 años, dice que fue adoptada ilegalmente, que su madre biológica es odontóloga y vive en la ciudad. Marie es una rosarina que hace 32 años vive en los Estados Unidos y cada tanto vuelve con un sólo motivo: encontrar a sus padres biológicos. Dice estar cerca, aunque le falte la prueba de fuego: ver a su mamá cara a cara, ya que tiene una foto de ella. Detrás de su búsqueda se esconde una historia de silencios y medias verdades… Asegura que no la mueven ni odios ni rencores, simplemente hallar su origen. Y si alguna vez llega a lograr su meta de vida igual seguirá adelante en pos de esclarecer lo que llama «adopciones ilegales», como la suya.
La mujer contó que su madre biológica, supuestamente de origen judío, la dio a luz cuando era estudiante de odontología. «En esos años, una muchacha soltera y embarazada no se veía bien y por eso se hizo una adopción por medio de una partera», contó. Por lo tanto no hay papeles.
Sus padres adoptivos fueron Lorenzo Siragusa y su esposa Juana quienes vivían en una casa de la calle Callao, entre Brown y Jujuy, y tenían una imprenta en Alvear y Brown.
Relató que a los 14 años un familiar le dijo que era adoptada, y luego su padre se lo confirmó. Pero nadie le quiso dar a conocer el nombre de su progenitora. De milagro, encontró una foto de una mujer en un libro de la biblioteca de la casa. Su tío nunca le pudo desmentir que no fuera de quien hoy busca.
Hace 32 años se casó y se fue a vivir a Norteamérica junto a su marido, también rosarino. Hoy tienen cuatro hijos, tres mujeres y una de ellas es casi adoptada. «Una de las chicas se va a casar y siempre me dice que mi familia no tiene a nadie emparentados, y eso contribuye más a la búsqueda», apunta.
Su periplo se profundizó en el 85 cuando su padre murió, el único que le podría haber contado la verdad. Así fue que comenzó el rastreo con la foto de la que cree que es su madre.
Un juez le prohibió publicar esa foto en el diario porque «era una invasión de privacidad» y que «no tenía derecho». También le ocultaron la identidad de su mamá sus propias primas y vecinos del barrio donde se crió. Y sabe que su historia es conocida en los Tribunales locales. «Por lo menos, una jueza y dos abogados», afirma.
Cree que en la sociedad rosarina hay apellidos que no se pueden tocar y más porque está convencida que su caso fue «una venta de bebé, como sucedía hace 50 años y en los que estaban involucradas varias familias prominentes».
Tiene datos de que su madre posiblemente que sea una dentista que tuvo un consultorio en Oroño y Jujuy, y ya no ejerce. Su marido es abogado y ambos viven sobre avenida Pellegrini. Pero nunca pudo verla cara a cara y con la foto en la mano, más allá de los artilugios que usa para orientar la búsqueda.
Promete que se va a quedar hasta el 4 de marzo. Se aloja en un hotel de la calle San Juan al 1000 y deja su dirección de correo electrónico (hrosenthal01@snet.net) para quienes puedan aportarle datos. Y asegura que ya recibió llamados.
No obstante, después de encontrar a su madre, promete que se seguirá ocupando de las adopciones ilegales, como la de ella, porque «los padres naturales y biológicos tienen derechos, pero me pregunto dónde están los de los hijos como yo dónde están».