Facilitará la elaboración de medicamentos más efectivos que se anticiparan a las bacterias.
Un grupo de científicos locales, encabezados por Alejandro Vila, del Instituto de Biología Molecular y Celular de la Universidad Nacional de Rosario, logró un notable avance en la lucha contra las infecciones bacterianas, ya que han identificado mutaciones que confieren a las bacterias una mayor resistencia a los antibióticos.
La investigación, de la que participaron diez personas, se inició hace cuatro años, como una de las tareas del instituto que funciona en el ámbito de la Facultad de Ciencias Bioquímicas, y la línea de análisis a cargo del doctor Alejandro Vila fue en parte financiada por el Howard Hughes Medical Institute.
El trabajo de los investigadores locales se publicó en la última edición de la prestigiosa revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences y allí se explica que a partir de una novedosa metodología denominada “evolución dirigida in vitro” pudieron reproducir en el laboratorio la evolución natural de las enzimas bacterianas metalo-beta-lactamasas.
A partir de los resultados logrados, que incluyen una mutación que ya se encontró en la naturaleza, podrían llevar a la elaboración de fármacos más efectivos que se anticiparan a las bacterias.
En tal situación, la ciencia tendría ventaja en la carrera contra la resistencia bacteriana y puede ayudar a detener el círculo vicioso, con la producción de antibióticos que las lactamasas no puedan romper.
“Cuantos más antibióticos tomemos recetados por el médico, o automedicados, siempre desaconsejados, las bacterias desarrollan más mecanismos de resistencia y no sirven los fármacos”, precisó a El Ciudadano el doctor Alejandro Vila. El investigador explicó que “lo que se logró es reproducir la manera en que éstas bacterias van a evolucionar y escapar a nuevos antibióticos. Esto significa que a futuro se podrá predecir como estas bacterias van a evolucionar”.
Los profesionales rosarinos destacaron que los antibióticos beta-lactámicos son los fármacos más utilizados para el tratamiento de infecciones bacterianas, en virtud de que son capaces de impedir el crecimiento de las bacterias sin afectar al paciente infectado. El uso masivo e indiscriminado de los fármacos ha derivado en que las bacterias desarrollen mecanismos de resistencia a los antibióticos mediante la generación de enzimas –proteínas– denominadas beta lactamasas, que rompen una unión química de la molécula del antibiótico, inactivándola.
Remarcaron que las metalo-beta-lactamasas son la última generación de éstas enzimas, y constituyen una gran amenaza, ya que son capaces de inactivar todas las clases de antibióticos beta-lactámicos y no son afectadas por los inhibidores de uso clínico.
Asimismo, los investigadores precisaron que cualquier estrategia diseñada para detener este proceso debe tener en cuenta que las bacterias son capaces de adaptarse velozmente a nuevas situaciones, desarrollando nuevos mecanismos de resistencia.
Los integrantes del equipo de investigación indicaron que el trabajo consistió “en exponer las bacterias a altas concentraciones” de antibióticos. “Y lo que ocurre es que cuando ese bacteria logra resistir la concentración del antibiótico crece y cuando el antibiótico mata la bacteria uno no ve la producción de bacterias en la placa. De tal manera, podemos identificar las variantes de bacterias que nosotros estamos buscando”.