El mundo observa los movimientos en nuestro país dentro del contexto latinoamericano y permanece cauteloso a invertir. En qué lugar nos encontramos en relación a la agenda global, y qué desafíos se avecinan.
Quiero pedir perdón de antemano por ser autorreferencial. No me gusta hacerlo, pero la semana pasada estuve en un viaje de estudios en Washington DC y fue muy interesante, por eso creo que amerita compartirlo.
La ciudad es, probablemente, la Meca para los economistas algo nerds que nos gusta investigar de documentos que lanzan los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con casas matrices en esa ciudad. Lo cierto es que levantar la cabeza de Argentina oxigena por varios motivos. El primero es que hay una tendencia a pensar que todos nuestros problemas son exclusivos y que somos demasiado especiales, conocidos por todo el mundo. Tanto es así que el taxista que me llevó del aeropuerto al hotel me dijo que le encantaría ir a Argentina porque es fanático de Ronaldo (no Cristiano) y que le encantan las fotos que ve de Rio de Janeiro. Anécdota breve pero que resume bastante bien cómo consideramos nuestra relevancia global y lo que, en efecto, sucede.
Atado a esa primera razón, también es interesante recorrer cuáles son las agendas que están presentes a lo largo del mundo y que contienen segmentos que actualmente están borrados de la agenda local -aunque no pasa solo en Argentina-. Lo más preocupante es el cambio climático. Algo que también resulta algo controversial porque el uso de baterías eléctricas, sobre todo en automóviles, es lo que le permite a Elon Musk, asesor de Donald Trump (que descree del cambio climático), tener uno de los negocios con mayor crecimiento de los últimos años, incluso intensificando fuertemente las barreras comerciales contra China.
Durante esta semana, el curso en la Universidad de Georgetown trató sobre los desafíos de América Latina. Estos estuvieron centrados en el ya mencionado cambio climático; la informalidad laboral; la falta de crecimiento económico; los grupos armados; la inmigración; las guerras comerciales y el rol de los organismos multilaterales. Todas causas y problemáticas comunes que ocurren en la región.
No estamos solos y, más bien por el contrario, en el mundo empieza a valorarse cada vez más una palabra: la paz. Desde hace tiempo que no había dos guerras en simultáneo en distintos continentes y es sorprendente el rápido aumento de las escaladas de conflictos bélicos como se vio desde 2021 hasta la fecha que no parecen estar cerca de mermar. Latinoamérica, que tiene altas tasas de homicidios y muchos desafíos en ese frente. De todas maneras, parece estar alejado de los conflictos armados y eso es percibido como un factor relevante a la hora de definir inversiones de largo plazo.
El capítulo del comercio internacional también tuvo su tiempo. Las trabas arancelarias a nivel global volvieron a incrementarse hasta que en 2023 duplicaron al total que había en 2019, profundizando la era de “slowbalization” en lugar de la globalización. La principal amenaza del mundo occidental sigue siendo China, pese a la desaceleración de su crecimiento. Aquí hay un arma de doble filo, porque la falta de comercio internacional complica a las cadenas de valor y suministros, pero surgen nuevas posibilidades. En especial para países cercanos a Estados Unidos como México, que se lleva parte de las inversiones por el efecto “nearshoring”, es decir, la ubicación de nuevas inversiones para poder producir bienes cerca de su país.
Los niveles de crecimiento económico también son un factor relevante de preocupación. La región dejó atrás las tasas de crecimiento económico del PBI per cápita del orden del 4% anual para pasar a un crecimiento magro de entre 1% y 2%. Posiblemente estén muy ligados a los cambios en los precios de commodities, sobre todo en las economías que no han logrado mejorar su inserción en las cadenas globales de valor, abriendo nuevos mercados o participando en los procesos productivos que requieran de sus insumos o productos finales. Aquí sí nuestro país corre con desventaja. No son muchos los que quedaron estancados y se mantuvieron en los mismos niveles del año 2011. Nosotros sí. Nuestra propia nueva década (y un poco más) perdida.
La inmigración preocupa en dos sentidos. La primera pregunta es qué pasará con Venezuela. Hoy, el principal receptor de venezolanos es Colombia, con casi 3 millones de migrantes. Y Argentina ocupa el 6to lugar. Y la otra es que pasará en Estados Unidos, ya que la posición de Donald Trump es mucho más agresiva que la de Kamala Harris en cuanto a la migración y la principal preocupación recae en los mexicanos que hoy residen allí.
En cuanto al rol de los organismos internacionales en la región, la consideración es que aún hay mucho por hacer, dado que la inversión en estos países es todavía baja. Por su parte, que el rol de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) será cada vez más relevante. Consideran que las prácticas políticas de China intentarán canalizarse vía el Nuevo Banco de Desarrollo (el banco de los BRICS). Pese a que China tiene hoy una participación importante en el FMI y el Banco Mundial, no logra imponer sus reglas y hoy Estados Unidos, siendo el accionista mayoritario, es quien tiene poder de veto.
Fue inevitable para mí preguntar sobre Argentina. Una fuente muy cercana al FMI dijo que nuestro país podría acceder a un nuevo acuerdo que le dé fondos frescos de entre 12.000 y 15.000 millones de dólares, elevando su deuda total al 56.000 – 59.000 millones de dólares, siempre y cuando “presente un nuevo programa y no intente defender este nivel de tipo de cambio”. Alerta de atraso cambiario. En este sentido, vincular el triunfo de Trump a que necesariamente lleguen nuevos fondos puede ser un error.
Por otra parte, por las charlas con compañías que invierten en diversos países de la región, se puede decir que es completamente cierto que Javier Milei es furor (para los buitres financieros del exterior), pero que eso no es igual a que lleguen nuevas inversiones. Sigue la cautela y parece que el escenario electoral de 2025 será importante en la toma de decisiones. Definitivamente, energía y minería liderarían estos procesos y el RIGI fue “un paso muy importante”. Eso sí, una de las grandes tecnológicas está en diálogo con el Gobierno para alojar inversiones en el país.
A grandes rasgos, América no es una prioridad en el debate global, pero sí hay muchas oportunidades, aunque siguen estando sectorizadas. Mantener la paz y sostener la democracia son hoy una gran ventaja. Los inversores empiezan a mirar con atención las elecciones del año próximo. Que no se cumplan los objetivos ambientales globales que potencian la transición energética y por ende, las inversiones en nuestro país, puede ser un problema para ubicar proyectos rápido. El RIGI resultó un acierto.
De yapa, el FMI está revisando los “sobrecargos” a los países que tienen préstamos por encima de la cuota permitida y además el cambio de deuda por acciones climáticas empezó a ejecutarse en ciertos países, aunque de muy poco monto (200 millones de dólares en promedio).
Esto fue todo. Gracias por acompañarme en este viaje que permite conocer cómo nos ven y qué está pasando ahí afuera.
Fuente: CENITAL
Autor: Santiago Bulat