Es mucho lo que se puede decir sobre las recientes elecciones municipales. Quiero centrar mi reflexión en torno a 4 puntos que de algún modo sintetizan mis pensamientos en relación a lo que sucedió ayer en el país.
Es mucho lo que se puede decir sobre las recientes elecciones municipales. Quiero centrar mi reflexión en torno a 4 puntos que de algún modo sintetizan mis pensamientos en relación a lo que sucedió ayer en el país.
a) La masiva abstención Sin duda este es el aspecto más significativo de la elección.
Pocos meses antes de los comicios se produjo un aumento considerable del padrón electoral desde unos 8 millones de inscritos en que se había estancado por más de una década como resultado del antiguo voto obligatorio para quien estaba inscrito, para llegar hasta los 13.4 millones de electores registrados por efecto de la inscripción automática. Junto con la inscripción automática se instauró por primera vez en nuestro país el voto voluntario.
Se incorporaron entonces 5,4 millones de nuevos posibles votantes, en su inmensa mayoría jóvenes entre 18 y 30 años. Y todos quedaron con libertad para votar o no hacerlo. Pues bien, una inmensa mayoría optó lisa y llanamente por no ir a votar. De los 13,4 millones, casi 9 NO fueron a votar. En otras palabras, se produjo una masiva abstención de casi el 65% Hay comunas en las que la abstención alcanzó al 90%. Hay mesas en las que no llegó a votar NI UN SOLO ELECTOR.
¿Y por qué sucedió eso? ¿Cómo lo interpretamos? En primer lugar como una expresión de rechazo masivo al sistema imperante en Chile. Rechazo al sistema político y sus representantes alejados de las necesidades de la gente, soberbios, percibidos por todos como preocupados única y exclusivamente por sus propios intereses y beneficios. En segundo lugar como una expresión del apoliticismo promovido justamente por el sistema económico, político y social apolíticista, individualista, desintegrador del tejido social. Pero sobre todo lo interpretamos como una expresión del profundo descontento expresado en el masivo movimiento estudiantil y social que ha emergido con fuerza durante los últimos dos años. Eloísa González, dirigente de los estudiantes secundarios captó muy bien esta sensibilidad generalizada cuando llamó a no votar con su campaña “Yo no presto el voto”. No creo que la abstención sea una respuesta a su llamado sino más bien su llamado es una sintonía con esta sensación generalizada de malestar.
b) La aplastante derrota de la derecha gobernante
Estamos acostumbrados a que terminadas las elecciones municipales todos se consideran ganadores. Unos porque tienen más alcaldes, otros porque “gobiernan” a más población. Están los que tienen más comunas emblemáticas y así siguiendo en un tradicional desfile
de autoproclamados éxitos. Pues bien, en esta oportunidad la derecha gobernante en Chile perdió estrepitosamente independientemente del tipo de análisis que se haga. Sacó menos votos en alcalde y en concejales, redujo su número de alcaldes, perdió las principales alcaldías del país, fue derrotada ahí donde puso más recursos, se desperfiló su más probable candidato presidencial luego de que todo aquel que apoyó perdió la elección. Santiago, Providencia, Ñuñoa y Concepción son quizás las derrotas más significativas porque se trata de comunas en las que estaban seguros de ganar y en las que sus alcaldes fueron durísimos atacantes del movimiento estudiantil y social. La derrota de la derecha es sin duda un elemento muy significativo de esta elección.
c) Triunfo de la Concertación no significa cambios
No hay que equivocarse en el análisis. Ganó la Concertación pero eso no significa absolutamente nada desde el punto de vista de eventuales cambios estructurales del sistema político, económico y social chileno. Se fueron los alcaldes autoritarios, los coroneles de
la Dina, los patrones de fundo, y eso nos alegra, pero sabemos perfectamente que eso no garantiza ningún cambio puesto que la Concertación está más preocupada de recuperar la administración del aparato de poder que de reformar profundamente la injusta sociedad chilena.
d) La única opción es la convergencia por una alternativa
Las dos alianzas del duopolio político han obtenido alrededor de 2 millones de votos cada una. Y 9 millones de chilenos no votaron. ¡9 millones! Si de ellos, solo el 30% decide votar por una opción alternativa, es posible ganar una elección. Así de inestable ha quedado todo.
Quien logre sintonizar con esa sensibilidad y a partir de un trabajo participativo y horizontal pueda traducir ese sentimiento en un programa de propuestas claras y contundentes que puedan ser bien comunicadas puede llevar a Chile a sumarse a los procesos que se viven en otros países latinoamericanos. Eso que antes se veía como un imposible, que Chile se sumara a la dinámica que se vive en Ecuador, Venezuela, Brasil, Bolivia, Argentina, etc. hoy es perfectamente posible. Para eso se debe trabajar en una búsqueda de convergencia con diferentes organizaciones políticas, sociales, étnicas, y sobre todo estudiantiles que forman parte del profundo descontento. Convergencia en torno a un programa preciso, de pocos pero profundos cambios, entre los que destacamos la convocatoria a una Asamblea Constituyente, la recuperación del cobre y los demás recursos naturales, la gratuidad de la educación y la reforma al sistema previsional.
Si algunos piensan que quedó servida la mesa para que la Concertación, de la mano de Michelle Bachelet, vuelva a La Moneda, a mi me parece que sacan cuentas alegres. Creo que si somos capaces de unirnos y elaborar esas propuestas mínimas, levantar una candidatura que las impulse, convocar al movimiento social para trabajar juntos, Chile puede de una vez por todas cambiar.