Ni siquiera dos leyes provinciales consiguen que el tema se trate en las aulas. La gestión anterior prometió coordinar acciones entre las carteras educativa y de Salud, pero todo quedó parado… Aunque dos leyes obligan desde hace años a brindar educación sexual en las escuelas de toda la provincia, este año la sexualidad promete seguir siendo un tema tabú dentro de las aulas. No será así, seguramente, en los papeles oficiales ni en la vida real de los alumnos, pero sí en la programación de contenidos específicos y en la capacitación de los docentes, que aún no recibieron ninguna directiva sobre el tema. Para paliar este déficit, hace más de dos años se conformó un comité asesor para el Programa Provincial de Salud Reproductiva, con participación de especialistas y organizaciones no gubernamentales, aunque el organismo se reunió un solo día y nunca más fue convocado. Y el año pasado el por entonces ministro de Salud provincial, Fernando Bondesío, se cansó de anunciar la distribución de cuadernillos de educación sexual en 3.500 escuelas. Pero el tiempo pasó, cambió la gestión de gobierno y sigue sin haber novedades en la materia. ¿Por qué es tan inabordable la sexualidad en las escuelas de Santa Fe?
La provincia cuenta desde hace 12 años con una ley de educación sexual, cuyo órgano de aplicación es justamente el Ministerio de Educación. Sin embargo, en off los maestros admiten que rara vez han recibido algo sobre el tema desde esa cartera. Lo que no impide que, cada vez más, sean los mismos docentes los que lidian junto a sus alumnos para enfrentar situaciones conflictivas, como embarazos adolescentes, abusos y hasta enfermedades de transmisión sexual.
La otra ley vigente en la provincia, la de salud reproductiva, ya tiene casi tres años y su implementación depende del Ministerio de Salud. La norma no se limita a garantizar la provisión de insumos e información en los hospitales, sino que incluye acciones educativas. Y para eso es necesario que se articulen políticas con la cartera de Educación, organizaciones no gubernamentales y especialistas de las universidades de Rosario y Santa Fe.
Sin embargo, la comisión asesora creada para hacerlo nunca más se reunió y hasta la propia ministra de Salud provincial, Claudia Perouch, admitió que desconoce los avances que esa ley contempla en materia educativa. «En principio con el Ministerio de Educación estamos trabajando en salud escolar, pero no específicamente en este tema», se sinceró.
Perouch también sostuvo que «hay que hacer eje en la prevención para tratar de no llegar a lo que estamos viendo: embarazos de alto riesgo en edades muy tempranas (ver abajo), con posibilidad de muerte materna y demás».
La funcionaria prometió una «articulación» sobre el tema con la cartera educativa, pero se excusó de no haber avanzado aún sobre ese punto por estar «al inicio de la gestión».
Silencio ministerial
Aunque se intentó reiteradamente, no se logró ayer una respuesta de la ministra de Educación provincial, Carola Nin, para saber si desde esa cartera desarrollarán alguna acción concreta en materia de educación sexual para las escuelas durante el nuevo ciclo lectivo. Pero al menos desde la delegación local del ministerio, la respuesta fue que se «trabajará como se viene haciendo» y que llegaría «alguna novedad» desde la Nación.
Desde hace unos días, en la provincia de Buenos Aires la ley de salud reproductiva obliga a todos los establecimientos educativos -ya sean públicos o privados, confesionales o no- a incluir información en sus planes de estudio para evitar embarazos adolescentes y prevenir abortos o el contagio de enfermedades de transmisión sexual.
Así las cosas, la pregunta del comienzo sigue en pie: si Buenos Aires puede, ¿qué lo impide en Santa Fe?
Maternidad adolescente: una cuestión de clase
Uno de cada cuatro bebés que nacen en Rosario es hijo de una madre de 19 años o aún menos. Pese a que unas 22 mil mujeres participan en la ciudad del Programa de Procreación Responsable, que data de 1996, los números apenas se mueven desde el 95, con una leve tendencia a la baja entre las adolescentes de 17 a 19 años. En cambio, hay otras cifras que se mantienen estables y son las más preocupantes: las de las chicas que se hacen madres teniendo entre 11 y 16 años. Con vasta experiencia en la salud pública y privada, el director de la Maternidad Martin y del Centro Rosarino de Estudios Perinatales, Guillermo Carroli, no duda en calificar a la maternidad adolescente en Rosario como un indicador elocuente de la «desigualdad social»: mientras en los hospitales públicos los partos adolescentes representaron el año pasado más de la cuarta parte del total, en el Sanatorio de la Mujer apenas si llegaron al 5 por ciento.
Los números no dicen nada si no se analizan y se comparan. ¿Es alto un porcentaje de 26 por ciento de madres menores de 19 años? Según los últimos datos disponibles del Ministerio de Salud nacional, los partos adolescentes en el país llegan al 16 por ciento. Pero la media estadística puede encubrir la disparidad, ya que en la región Noroeste trepan hasta el 40 por ciento.
En la otra punta de la escala se ubican los países del Primer Mundo. Sólo para dimensionar el contraste: el embarazo de menores de 19 años ronda el 1 por ciento en Holanda y el 3 en Gran Bretaña.
Como ocurre con muchos otros indicadores de fuerte desigualdad en Argentina, en el ámbito de la salud privada la maternidad de jovencitas no muestra cifras mucho más elevadas que las que se registran en los países desarrollados. En Rosario, concretamente, uno de los sanatorios privados donde se atiende mayor cantidad de alumbramientos (unos 2 mil por año) revela que sólo el 5 por ciento de sus partos tienen como protagonistas a adolescentes.
En cambio, en los hospitales públicos de la ciudad los números son muy altos. ¿Qué puede significar eso sino una marcada incidencia del origen socioeconómico? Carroli no duda y apunta a las «desigualdades».
Un leve descenso
Según datos del Centro Rosarino de Estudios Perinatales, desde el 96 al 2003 la Maternidad Martin -que atiende unos 4.200 nacimientos anuales, el 25 por ciento del total en la ciudad- registra un leve descenso en los partos adolescentes. En 1996, cuando se puso en marcha el Programa Municipal de Procreación Responsable, esos casos representaban el 30 por ciento, mientras el año último llegaron al 26.
Año tras año, en la Martin el parto adolescente rondó números similares y, aunque las series estadísticas no son completas, en el Hospital Roque Sáenz Peña (2.200 partos por año) y los centros de salud provinciales las cifras tampoco muestran contrastes.
La responsable de Epidemiología municipal, Mónica Livorio, aporta una clave para leer el fenómeno. «De los 17 a los 19 años se puede observar una leve tendencia a la disminución del embarazo, aunque sin ser franca ni demasiado significativa; en cambio, de 15 a 16 años y entre las menores de 14 los números permanecen estables».
El director de la Maternidad Martin no duda al apuntar hacia dónde deben dirigirse las políticas más activas. «Está muy claro que si entre los 11 y los 16 los números no bajan, es hacia esas poblaciones-objetivo adonde habrá que focalizar las mayores acciones preventivas», afirma Carroli. Una edad en la que, justamente, muchos chicos y chicas todavía asisten a la escuela.
fuente: Silvina Dezorzi, diario La Capital