PRESSENZA · Ecología y Medio Ambiente
Cuando visité Argentina en 2014 en una apretada agenda de charlas por todo el país durante semana y media, no me podía imaginar, pues nada me habían comunicado para darme una sorpresa, que en la Universidad Nacional de Córdoba, el propio Rector me iba a entregar una medalla como “Visitante Distinguido” por mi trabajo en la defensa de nuestros hermanos evolutivos los grandes simios. Fue un encuentro emocionante, donde a pesar del poco tiempo que estuvimos el uno junto al otro y tras mi conferencia ante profesores y alumnos sobre los homínidos no humanos y mi despedida rápida ya que tenía que viajar a Santiago de Estero, comenzó una gran amistad que a día de hoy se ha estrechado mucho más.
El Dr. Francisco Tamarit obtuvo el título de Licenciado en Física de la Universidad Nacional de Córdoba en 1985 y el grado de Doctor en Ciencias Físicas del Centro Brasileiro de Pesquisas Físicas (Río de Janeiro, Brasil) en 1992. Es Profesor Titular del Departamento de Física de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación de la Universidad Nacional de Córdoba e Investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), desempeñándose en el “Instituto de Física Enrique Gaviola”. Su área de actuación científica es el estudio de redes neuronales y sus aplicaciones a la inteligencia artificial.
Ha ocupado las siguientes responsabilidades de gestión institucional:
- Presidente de la Asociación Física Argentina (AFA),
- Decano de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (FAMAF) de la Universidad Nacional de Córdoba
- Rector de la Universidad Nacional de Córdoba
- Integrante del Directorio Nacional del CONICET en representación del sistema universitario de su país.
- Coordinador General de la Conferencia Regional de la UNESCO de Educación Superior para América Latina y el Caribe de la UNESCO.
En la actualidad, trabaja como co-director de la Diplomatura en Ciencia de Datos, Inteligencia Artificial y sus aplicaciones a la economía y los negocios que dictan en forma conjunta la Facultad de Ciencias Económicas y la FAMAF, ambas de la Universidad de Córdoba de Argentina.
Es una persona sencilla, amante de la vida en todas sus formas, un gran científico que no ha dudado ni un solo momento en afirmar públicamente que los homínidos no humanos deben ser considerados personas no humanas y como tal, tener sus derechos básicos y una ley que los proteja.
Sus palabras cautivan y sus mensajes son profundos, firmes, esperanzadores y llenos de energía positiva frente a un mundo cada vez más bélico y lleno de conflictos armados que nada bueno pueden augurar.
ENTREVISTA A FRANCISCO ANTONIO TAMARIT
1.- Estimado Francisco, aunque si me lo permites te voy a tratar como te gusta que te llamen los amigos “Pancho». Has sido el rector de la Universidad Nacional de Córdoba de la República de Argentina durante años y en 2014, tuve el honor de recibir de tus manos el Diploma y la medalla de “Visitante Distinguido” y posteriormente di una conferencia sobre nuestros hermanos evolutivos. ¿Qué fue lo que vio el Equipo de la Universidad en mi persona para tan alta distinción?
Sin duda lo que nos motivó a entregarte la medalla de “Visitante Distinguido” fue nuestro conocimiento y reconocimiento al trabajo que ya por entonces realizabas en defensa de nuestros primos hermanos evolutivos, los grandes simios. Habíamos recibido algunos años antes a la Dra. Jane Goodall y aquella visita había movilizado a sectores académicos de nuestra ciudad, en particular de la Universidad Nacional de Córdoba, que estudiaban, desde diferentes disciplinas, la problemática del cuidado de los animales, o si prefieres, la problemática del maltrato que los humanos dispensamos a los animales. Tuve la oportunidad de participar de las visitas y conversaciones que tuvo la Dra. Goodall y conocer en detalle lo que estaba sucediendo en nuestro planeta.
En América Latina, como seguramente sucede en España y en Europa en general, la problemática de los grandes simios nos parece muy distante, muy lejana. Ya casi no hay zoológicos y circos de animales. No está entre nuestras preocupaciones cotidianas la preservación de sus ambientes naturales, la caza furtiva, el tráfico ilegal, entre otros sufrimientos que los humanos les infligimos, directa o indirectamente, en algunos casos por nuestras acciones y en otros casos por nuestras omisiones.
Entonces, ante una comunidad que estaba parcialmente sensibilizada, tu visita fue una oportunidad muy buena para aprender de ti y de tu equipo cómo se puede trabajar en el territorio, con acciones inteligentes, no solo en el cuidado de los grandes simios, sino sobre todo en el cuidado de la vida, en todas sus formas.
Imagen de Pedro Pozas Terrados. Momento en el que Francisco Tamarit, rector de la Universidad de Córdoba de la República de Argentina, entrega medalla y diploma al autor de este reportaje como «Visitante Distinguido»
2.- Por razones de la apretada agenda que me habían puesto al tener previstas numerosas Conferencias en Argentina en diversas provincias sólo en una semana, no pude tener una charla contigo más tranquila y poder agradecerte el apoyo que desde un primer momento has tenido al Proyecto Gran Simio y a la lucha por sus derechos básicos. ¿Qué piensas de nuestra lucha que desde hace más de dos décadas estamos teniendo por los grandes simios?
Creo que es una lucha estratégica y colosal. En primer lugar, por los objetivos nobles que promueven y defienden, lo cual permite atraer la atención de muchas personas sensibles y en segundo lugar, por el enorme desafío que significa. En un momento tan crítico para la vida en la tierra, para la diversidad planetaria y ante todo, para la humanidad, encontrar personas como tú y tus colegas de lucha, que dedican esfuerzo y tiempo a promover derechos para los grandes simios, es algo maravilloso. Sin desmerecer, por supuesto, otras valiosas luchas en la defensa animal, igualmente válidas, la lucha por los derechos de los grandes simios nos cuestiona en nuestras más profundas creencias y prejuicios. ¿Es que los derechos no eran humanos?, preguntan muchos. Somos herederos de una antiquísima tradición que nos imagina hechos a la imagen y semejanza de un dios que rige y controla el universo, y habilitar estos debates permite a mucha gente reflexionar sobre cuál es nuestro verdadero lugar en la tierra y en el universo.
Toda nuestra convicción antropocéntrica, que nos reserva un lugar privilegiado, se desmorona, y debemos aceptar que somos una especie muy frágil que habita apenas la superficie de un planeta muy raro y relativamente pequeño, que gira alrededor de una estrella aislada que no tiene nada de especial, en una galaxia que tiene cerca de doscientos mil millones de estrellas. Como si no fuese suficiente tanta insignificancia, vivimos en un universo que tiene a su vez otros doscientos mil millones de galaxias, solo en la parte que podemos observar. Imagínate como todo este conocimiento pone en crisis nuestras convicciones más profundas. Además, hasta donde sabemos hoy, parece que estamos aislados, solos al menos en nuestra región cósmica. Aunque este razonamiento puede parecer muy abstracto, siento que la lucha a favor de reconocer a los grandes simios como personas no humanas coloca las cosas en su lugar y nos recuerda que somos fruto de un proceso extremadamente frágil, que es la vida, y que ésta además para ser rara en el universo.
No somos superiores a otras especies. Apenas nos destacamos por nuestras capacidades mentales que nos han hecho muy aptos para sobrevivir y reproducirnos, pero a la vez muy peligrosos para la vida en general y para nuestra propia sobrevivencia. Hoy estamos jugando en el borde del precipicio, pensando que tenemos derecho a afectar ese delicado equilibrio que nos sustenta, casi siempre motivados por la avaricia, la codicia y el egoísmo. En definitiva, la lucha por los derechos de las personas, humanas y no humanas, busca que las sociedades, a través de sus estados, asuman que es nuestra responsabilidad, individual y colectiva, cambiar este presente y comenzar a construir un nuevo sentido de humanismo, en el cual la vida como tal sea preservada y cuidada, y la ciencia y la tecnología no sean herramientas de destrucción, sino solamente herramientas para el buen vivir.
3.- Sorprendentemente, has sido el único Rector de una Universidad en todo el mundo, que has apoyado de forma abierta y públicamente nuestro trabajo y que los grandes simios sean considerados “personas no humanas”. ¿Cómo lo ves? ¿Consideras que ellos como miembros de nuestra familia de los homínidos deben ser tratados con respeto y dignidad?
Por supuesto que somos parte de una gran familia. Y además estamos emparentados con todas las especies. Toda la vida en la tierra tiene un origen común. No hay evidencias de que coexistan formas de vida que hayan surgido en procesos diferenciados, y esto habla de nuestra responsabilidad como especie dominante y hegemónica, la única que tiene la capacidad de exterminar a las otras. Y lo peor es que lo venimos haciendo indolentemente. Sabemos que los grandes simios sienten y perciben la realidad en forma muy similar a la forma en que lo hacemos nosotros. Y lo sabemos por las ciencias del comportamiento y también por la neurobiología. Compartimos mucho en términos cerebrales y por ende en nuestros comportamientos. Muchas veces me preguntan por qué hay que apoyar a un movimiento que se preocupa solo por pocas especies, muy parecidas a la nuestra, en lo que se podría interpretar como un acto de egoísmo genético. Lo cierto es que ellos son seres empáticos a los cuales hemos puesto en peligro de extinción y por eso decimos que ellos necesitan derechos especiales, garantías de cuidado y sobrevivencia. Y en un futuro, cuando aprendamos seguramente de nuestras limitaciones, esta experiencia nos facilitará asumir la defensa de la vida y su diversidad. No se trata solo de respetar a estas especies, sino también imponernos la obligación de ofrecerles mínimas garantías.
4.- Tras la conferencia que di en la tu Universidad ¿vistes algún cambio de actitud positiva hacia los grandes simios por parte del profesorado o alumnos que asistieron a la misma?
Sin duda. Claro que frente a una comunidad universitaria como la nuestra, que tiene cerca de ciento veinte mil estudiantes de grado, diez mil de posgrado y quince mil trabajadores de la educación, entre profesores, investigadores, técnicos y administrativos, los cambios parecen lentos, más aún ante las necesidades tan acuciasteis que agobian nuestro día a día. Pero la lentitud no los hace menos significativos. Sabemos que todos los procesos de cambio tienen un inicio lento, pero que pueden escalar y dar lugar a cambios verdaderamente transformadores, y eso es lo que yo sueño que suceda en nuestras sociedades. Que finalmente se descubra el valor de la cooperación y que la empatía gane frente al odio que se propaga con tanta facilidad por las redes de comunicación, hoy tan eficientes. Nuestras sociedades se han vuelto muy agresivas y los animales son también víctimas de nuestra indolencia. Pero por suerte, en el mundo académico hay cada vez más disciplinas y por lo tanto cada vez más personas, la mayoría jóvenes, que se ocupan de estos temas, y ya no es un problema solo de los primatólogos. De más está decir que defender a los grandes simios en ningún sentido se puede entender como postergar o relegar la lucha por los derechos humanos. Son luchas que se complementan.
5.- Otras de las peticiones a las que te uniste fue la campaña que realizamos ante la UNESCO para que los grandes simios fueran declarados Patrimonios Vivos de la Humanidad. ¿Qué te parece esta iniciativa?
Esta iniciativa me parece esencial para esta lucha, pero también para la UNESCO, que es parte de ese enorme entramado de instituciones internacionales que se crearon después de la segunda guerra mundial, al amparo de una concepción vieja de progreso, en un momento de mucho optimismo. La UNESCO necesita reinventarse pues vemos que no hay formas eficaces de articular la educación, la ciencia y la cultura. La razón iluminista no alcanza para solucionar tantos problemas, y vemos cómo estas organizaciones internacionales, más allá de las buenas intenciones, fracasaron estrepitosamente. Y lo peor es que siguen fracasando. Vemos que no se resuelven las guerras, que el colonialismo se reinventa, el esclavismo sobrevive en nuevas formas de dominación, el hambre y la pobreza no terminan y nadie se ocupa de ellos, el odio interpersonal y racial se expanden y ya estamos pagando las consecuencias de las alteraciones climáticas que producimos. Y es claro ya que quienes sufrimos el mayor impacto, o casi todo el impacto, somos los seres humanos que vivimos en la periferia del mundo próspero.
La UNESCO es parte de ese fracaso. La educación, la ciencia y la tecnología no logran ayudar a mejorar. Por el contrario, vemos cómo esta cuarta disrupción tecnológica que es fruto de mucha inversión en educación y ciencia produce más concentración de la riqueza, más desigualdad, falta de empleo y ante todo, pone en riesgo el futuro del planeta. Al abrazar la UNESCO causas como ésta, podría sentar las bases de una nueva concepción de humanismo planetario.
6.- Como sabes, también en nuestros objetivos inmediatos está la lucha por los derechos de los pueblos indígenas. ¿Cómo ves la situación actual de los pueblos originarios?
Esta pregunta se vincula profundamente con la anterior. Los pueblos originarios de todo el planeta, incluso en las regiones más prósperas, son víctimas de este orden global que reproduce la pobreza, la desigualdad y la injusticia. Solo sirve a los intereses egoístas de muy pocos. En nuestra región, mal llamada “latina”, tenemos una enorme deuda con estos pueblos, como también con los pueblos afrodescendientes, traídos a la fuerza desde África. La colonia los esclavizó bajo diferentes formas, les quitó su dignidad, sus tierras, sus culturas, sus lenguas, sus creencias espirituales, los obligó a migrar, y cuando se crearon los estados nacionales, las potencias que habían usufructuado de la esclavitud y la expoliación, se desentendieron de las consecuencias del daño que habían generado, al tiempo que los estados nacionales no supieron o no quisieron ocuparse de reparar tantos daños.
Cuando uno de nuestros países pobres toma alguna decisión que afecta los intereses de los países ricos, los organismos internacionales rápidamente demandan compensación. Pero nunca se preocupan por reparar el daño que hicieron la colonia y la esclavitud en el sur global. Los afrodescendientes en nuestra región representan más del 20 por ciento de la población y los originarios más del 8 por ciento, y no están representados correctamente en los estamentos directivos, en las decisiones de poder y ni siquiera en la educación. Y mucho menos en la educación superior. Sus formas de conocer y de cuidar son desconsideradas y combatidas, sus religiones son desacreditadas, sus lenguas no son enseñadas fuera de sus comunidades, sus territorios y sus formas de producir y sobrevivir son diezmados.
Debemos impulsar un cambio profundo, sobre todo en la manera en que los seres humanos de los países ricos conciben a la diversidad cultural. Es paradójico que los países que se beneficiaron durante siglos de los recursos naturales y de la esclavitud que generaban en el sur global, hoy centren su odio y culpen de sus fracasos a los migrantes. Olvidan que nadie los invitó a venir a expoliar, que no fue un encuentro cultural. Fue una verdadera invasión, sistemática, planificada, orquestada. Pareciera que este estado tan vergonzoso de cosas es responsabilidad de las mismas víctimas, lo que es una forma de volver a victimizarlos.
Yo trato de ayudar en la lucha por garantizar la inclusión de la problemática originaria y afrodescendiente en la educación superior y lo hago acompañando la lucha de muchos líderes culturales que defienden el respeto a la diversidad cultural en las universidades y en otras instituciones de la educación superior de toda América Latina. Tenemos experiencias muy interesantes de educación superior intercultural que deberían replicarse más y más en toda la región. Y el problema no es solo que estas comunidades tengan acceso a estudiar en las universidades y accedan a títulos profesionales y científicos. Se trata sobre todo de motorizar formas de incluir también sus saberes en la agenda académica. Somos latinos sí, y somos mucho más: somos originarios, africanos, asiáticos, eslavos, germanos, semitas, beréberes, pues esta región, como sucede con cada nación del planeta, se enriqueció con los aportes de muchas comunidades, y debemos aprender a respetarnos y a disfrutar la diversidad. Los estados nacionales tienen una enorme deuda, pero los países coloniales también. Hoy vemos con espanto el surgimiento de una ultraderecha supremacista, xenófoba y racista, y esto nos obliga a reflexionar sobre todo lo que no se hizo, todo lo que hacemos mal como para que estas ideas alocadas y deshumanizadas vuelvan a cobrar fuerza, sobre todo entre los jóvenes. En definitiva, el problema de la diversidad cultural es central y no vemos sino retrocesos constantes, que deben llamarnos a trabajar con más generosidad y menos soberbia.
7.- Estamos inmersos en una carrera precipitada hacia nuestro propio abismo por la crisis climática que hemos impulsado por la destrucción de los ecosistemas necesarios de nuestro planeta. ¿Podrías dar un mensaje para todos nuestros jóvenes que están despertando en un mundo que encontrarán con tantos problemas originados por sus mayores?
Estamos viviendo un momento único en la historia de la humanidad. Por primera vez podemos asegurar que tenemos el conocimiento científico y tecnológico como para solucionar los problemas tan graves que nos aquejan. Solo el egoísmo y la incapacidad de ser verdaderamente empáticos nos impide solucionarlos. Esta cuarta revolución tecnológica está cambiando nuestras vidas a un ritmo nunca antes visto, en forma verdaderamente exponencial, explosiva. Y los cambios son tan vertiginosos que no tenemos mucho tiempo para reflexionar sobre las consecuencias de las decisiones que tomamos. Y en esto la ciencia y la tecnología tienen una responsabilidad especial. Hemos trabajado sin suficiente responsabilidad y hemos creado herramientas que pueden hacer mucho bien, pero también mucho mal, y para colmo, ya no son los estados ni las universidades quienes lideran. Son grandes conglomerados y fondos movidos por el lucro y el poder, conducidos por personas con pocos valores humanistas. Esto impone a quienes hoy son jóvenes una enorme responsabilidad. Serán ellos quienes tendrán que encontrar el coraje para revertir este presente tan difícil y pensar seriamente hacia dónde debe ir la humanidad.
8.- Ya te has jubilado, pero sigues con muchos proyectos activos. ¿Podrías decirnos alguno de ellos?
En realidad, no me he jubilado aún. Me quedan algunos pocos años y sigo activo en la investigación científica y en el desarrollo tecnológico, dirigiendo estudiantes y trabajando en colaboración con colegas de muchas disciplinas. Desde que me recibí de Licenciado en Física en Córdoba y comencé mi Doctorado en Física (en Río de Janeiro) he dedicado mi vida académica principalmente al estudio de redes neuronales artificiales, y hoy éstas han cobrado tanta relevancia que me debo mantener muy activo, estudiando, investigando, dando clases, dirigiendo jóvenes y también interactuando desde mi Facultad con actores de la sociedad civil. Cuando me toque retirarme espero poder encarar nuevos desafíos, aún en estudio.
9.- A raíz de mis charlas en las Universidades y Facultades de Argentina en 2014, conseguí que una Asociación de abogados AFADA se subiera al carro de la lucha y presentara los Habeas Corpus a la chimpancé Cecilia y a la orangutana Sandra. Fueron declaradas por sentencia judicial como personas no humanas y trasladadas a sendos santuarios. Las sentencias han dado la vuelta al mundo y son referencia ahora en muchas otras sentencias a otros seres vivos de otras especies. ¿Qué te parece?
Me parece magnífico que los sistemas de justicia empiecen a reconocer los derechos básicos de los grandes simios. Es un paso que nos permitirá consolidar la lucha por su reconocimiento como personas no humanas, pues de otra forma se corre el riesgo de que lo que se logra al poco tiempo se destruya. Por detrás de cada derecho hay una historia de luchas y dificultades, y era hora de que los grandes simios tuvieran quienes luchen por ellos. Y en esta lucha todos somos importantes.
10.- Con mucha ilusión has prologado mi último libro “Abriendo camino”. Algo que me llegó al corazón, además de muchas otras referencias a mi obra fue: “Lo conocí como militante comprometido en la causa de los grandes simios y aprendí de él el valor de luchar por estos primos hermanos que ven peligrar su existencia por nuestra culpa.” ¿Qué vistes en mí para darme un apoyo incondicional?
Vi una persona muy comprometida, muy generosa, que dedica un enorme esfuerzo a tratar una problemática central para el futuro de la humanidad. Somos muchos los que militamos por causas variadas, pero en la lucha por los derechos de los grandes simios, hay algo estructuralmente fundacional. Algo que, tengo esperanzas, nos permitirá reconsiderar cuál es el rol de nuestra especie. Por momentos siento agobio al ver cómo el egoísmo crece y crece, pero confío en que, a la larga, estas y otras luchas darán resultado y la humanidad encontrará la forma de construir un futuro de prosperidad y buen vivir sostenible para todos y todas, y no solo para una pequeña fracción.
Imagen cedida Francisco Tamarit
11.-Nuestra amistad se ha ido estrechando a raíz de nuestros intercambios de wassap. ¿No has pensado en escribir un libro con toda tu experiencia y que tus palabras dejen huella para las generaciones futuras?
Siempre tengo en planes la escritura de dos libros. Uno de divulgación, sobre la historia de la inteligencia artificial. He vivido como investigador el auge de las redes neuronales, desde un tímido inicio en la década de los ochenta del siglo pasado hasta esta explosión que estamos viviendo, y me gustaría plasmar en un libro mis perspectivas. Y también tengo ganas de escribir un libro sobre los desafíos que tienen la educación superior, la ciencia y la tecnología en América Latina y el Caribe. He tenido la suerte de conocer todos los sistemas de la región y también de otras regiones, y siento que tenemos un enorme potencial pero que nos falta integrar todos los esfuerzos, como ustedes hacen muy bien en Europa. El sueño de integrarnos sigue siempre postergado en estas latitudes.
12.- ¿Qué piensas sobre los zoos y la cautividad de los grandes simios y otras especies que viven amputándoles su cultura y su libertad?
Creo que son instituciones del pasado, que han sido parte de la cultura de occidente pero que hoy deben desaparecer. Imaginar el encierro de animales para fines recreativos es realmente una crueldad. Por suerte avanza la lucha por el fin de estas instituciones y surgen, en la transición, espacio de contención para los animales que no pueden retornar a sus ámbitos naturales. Confío en que se trata de un fenómeno inexorable que no se podrá revertir.
13.- Sabes que en España hemos conseguido que el Gobierno por Ley tenga que legislar una Ley de grandes simios. Dos décadas nos ha costado. Sabemos que una vez que sea pública antes de su aprobación, van a existir muchos ataques al gobierno y al Proyecto Gran Simio. ¿Qué te parece?
Como te decía ante una pregunta anterior, los derechos se consiguen con disputa. Tiene que ser una disputa pacífica pero firme. Y siempre hay fuerzas que, por razones económicas o meramente por razones culturales, se oponen a la ampliación de derechos. En mi país vemos cómo el actual gobierno, auto percibido como anarco-capitalista, avasalla los derechos básicos de las personas, así que no me extraña que las fuerzas de la ultraderecha y las fuerzas conservadoras se opongan a garantizar condiciones dignas para los grandes simios.
La mayoría de los seres humanos desarrollan una versión muy restringida de la empatía. Solo nos parecen merecedores de consideración quienes son parecidos a nosotros. Cuando se habla de “nosotros” en general no se habla de los seres humanos, sino de un grupo al que se pertenece. La causa de los derechos de los grandes simios significa extender nuestra empatía a otras especies, y sin duda esto no es fácilmente aceptado. Pero eso no implica que no debamos continuar. Claro que hay muchas luchas pendientes por las condiciones de vida de los seres humanos. La humanidad aún convive con el hambre, la pobreza, el racismo, la persecución, pero debemos abordar todo simultáneamente. No hay espacio para enfoques parciales. No debemos caer en la trampa de privilegiar una lucha por sobre otras.
15.- Bueno Pancho, me gustaría que algún día nos encontremos de nuevo al otro lado del charco, de un lado o del otro y nos abracemos como buenos amigos que ya somos. Puedes decir por último lo que quieras o si ves que me he dejado algo en preguntarte.
Quiero agradecerte, a ti y a tantos y tantas militantes que hay en el mundo, quienes silenciosamente trabajan por el bien común, con generosidad, haciendo grandes esfuerzos y resignando muchas cuestiones personales. En estos momentos tristes en el cual las guerras nos acechan nuevamente, en que vemos cómo renacen viejas prácticas totalitarias, la lucha de ustedes y en particular tu lucha, es un ejemplo, es un faro para millones de jóvenes, quienes van descubriendo que les dejaremos un mundo muy conflictivo y problemático. No tengo duda de que ejemplos de vida como el tuyo serán fundamentales para la construcción de un nuevo paradigma de humanismo.
PRESSENZA · Ecología y Medio Ambiente
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