Muchas historias de asturianos que cruzaron el océano y se enamoraron de Rosario. Sidra, horóscopo celta, fabada para acompañar un día más del Encuentro de Colectividades.
Cuando fui al stand de Asturias me acordé de un tema que canta Víctor Manuel en el disco “Mucho más que dos”, buen disco ese que comparte él con Ana Belén. Casualmente se llama Asturias y en una parte dice una estrofa, verde de montes y negra de minerales… quizás un indicio del temple de un pueblo montañés, minero y trabajador de España.
Temprano, esa es siempre la idea con el que salgo camino a Colectividades todos los días, uno sabe que después es un verdadero embrollo poder localizar a las personas a entrevistar porque todas se encuentran ocupadas trabajando en uno u otro lugar del stand de su colectivo. Sin embargo por un motivo u otro los minutos pasan volando y uno llega tarde… eso me había sucedido ya una vez con la colectividad asturiana, prometí volver al día siguiente y allí estaba, cuando se presenta y me estrecha la mano Rubén Acevedo. Amable me invita a sentarnos y compartir unas palabras.
Rubén Acevedo es secretario de la colectividad de Asturias desde hace 26 años, toda una institución dentro de otra. Y si a usted le interesa visitarlo, él se encuentra todos los mediodías en la sede en calle San Luis 644. Me cuenta las actividades que desarrollan, “… más que nada el deportivo, tenemos el campo de deportes en Fisherton. Ahí hay paddle, tenis, patín artístico con campeonas provinciales y nacionales, handball, escuela de fútbol con 120 y 130 chiquitos, jockey… y en la sede del centro tenemos cuerpo de baile, el salón se usa para espectáculos y también damos el servicio de panteón social”.
Su hablar es pausado, lento, claro… “cuesta mucho mantener las costumbres con los jóvenes… las profesora de bailes viajó allá tres años seguidos para estudiar los instrumentos y las danzas típicas… en realidad cuesta mucho mantener todo… nosotros somos la institución española más grande de Rosario, tenemos 2200 socios y la que tiene más instalaciones también”, explica y agrega que se tiene que ir a atender a la caja porque dejó a alguien en su lugar, pero antes me señala hacia la barra a un señor y me cuenta que es un asturiano venido de allá.
Rubén Acevedo, trabajador incasable del Centro Asturiano Rosario
No voy a dejar pasar la oportunidad de hablar con nativos de aquellos lares que siempre nos sorprenden con historias y más aún las españolas porque es un país que las ha vivido todas. Me acerco y le estrecho la mano… Juan trabajando para Rosarinos.com… Juan me contesta…. Buena casualidad pienso. Juan Bautista López llegó al país en el año 1952, en octubre. “Tenía 17 años, mi papá decidió venirse porque España había crecido hasta ese momento pero de allí en más empezó a frenarse… o no Jesús?” Pregunta a su compañero que está sirviendo sidra… sí claro – contesta el otro con un acento inconfundiblemente español…”. Ese otro se llama Jesús Martínez y llegó al país en noviembre de 1951. “Yo vivía en el campo y me cansé de arar la tierra y sacar estiércol y si me iba a otro lugar tenía que dejar lo que era nuestro y trabajar para mantenerme solamente. Allá tenía patatas, maíz, trigo, de todo pero había que laburar de la mañana a la noche y no alcanzaba, así que me cansé de trabajar para comer… un día se me puso en la cabeza viajar y vine”, afirma Jesús. Les pregunto a los dos como los recibió el país y la ciudad. Martínez me dice “vine a Rosario, el que me requería era de aquí y me enamoré de esta ciudad” y Juan Bautista agrega “en esos tiempos te llamaba un pariente, no podías venir así nomás, necesitabas un contrato de trabajo y alguien que pedía por vos”.
Juan Bautista López y Jesús Martínez, dos asturiano de pura cepa
“A mí me trataron muy bien, nadie me despreció. Cuando llegué a trabajar en el almacén se corrió la voz de que había llegado uno de España y todos venían a hablar conmigo… cuando ves que te relegan, y se te ríen o te tratan de gallego despectivamente ya sientes algo que te duele”, comenta Jesús, cuyos ojos celestes cielos se reavivan al recordar. Ya voy por el segundo vaso de sidra, rica, fresca, viene bien en los calores que están haciendo y se transforman en una buena compañía en las entrevistas. Formulo la pregunta de rigor que ha llevado a todos los stands… y cómo son los asturianos?… “No somos muy bien llevados… tozudos… por ahí nos enojamos entre nosotros porque nos enojamos y bueno…”, sostiene López… “pero somos nobles y generosos”, agrega Jesús.
Me voy, me despido de ellos, previamente hacemos las fotos de rigor y me acerco a la cocina. Ya había estado chusmeando antes y había visto la enorme olla con la fabada lista para ser abordada por los comensales que concurren al encuentro. La grata sorpresa que me esperaba era encontrarme allí con Balbina Fernández, la última asturiana llegada a la ciudad, una buena ocasión para sazonar con su historia los platos y recetas típicos de Asturias. “Vine de turista el 28 de enero de 1965, tenía aquí dos hermanos que no me dejaron volver y eso me trastocó un poco… añoré muchísimo. Tardé quince años en volver y cuando pasó eso ya tenía tantas raíces allá como aquí”. La Fabada, plato típico de aquella zona de España que se ofrece en el stand, es un guiso que lleva porotos, jamón crudo, chorizo colorado y morcilla asturiana. Sobre la tortilla me comenta “hay infinidad de clases de tortillas… cuando estuve allá hicieron una fiesta”. En el stand también se ofrece chorizo colorado hervido con sidra asturiana. “La paella es española, lo que pasa es que cambian los ingredientes de acuerdo a la zona. A mí me gusta ponerle pechito de cerdo, pollo y le agrego el marisco igual”. Le pregunto si estuvo viajando a Asturias… “fui cuatro veces bastante seguidas pero allá quedo descolgada porque estoy con los viejos que no hacen más que hablar de enfermedades y a mí me gusta divertirme”.
Balbina Fernández,Domingo Ricardi y la mujer de Jesús en la cocina
Fotos, saludos, agradecimientos y una invitación a comer declinada previamente, me dirijo al sector cultural. Cristina Burgués es la esposa del presidente de la colectividad. Me cuenta que el horóscopo celta y la gaita son influencias que este pueblo nómade dejó en Asturias. Me comenta acerca de su viaje allá, “es muy emocionante llegar al lugar donde nacieron tus ancestros. Mi padre nació en un pueblito cerca de Lleida, un pueblito chiquito en la montaña… mi papá se vino con su hermano y después se nacionalizó porque amaba a la Argentina. Volvió una sola vez y después nunca más. Ahora yo tengo un hijo viviendo allá”, concluye Cristina. Me retiro del stand agradeciendo la cortesía, la sidra y las historias. Me quedo pensando cómo se acuerdan de las fechas exactas de cuando llegaron al país.
Horóscopo celta: vos… qué arbolito sos?
Por Juan Matías Lobos
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