China se erige en la ONU como líder climático frente al negacionismo de Trump
Por Claudia Aranda. Pressenza.com. Medio Ambiente
El 24 de septiembre de 2025, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, se celebró una cumbre climática de alto nivel en el marco de la Asamblea General, con la participación de más de 120 países. Esta cumbre no fue una «mini cumbre», sino un encuentro decisivo para consolidar compromisos internacionales en la lucha contra el cambio climático, previo a la COP30 que tendrá lugar en noviembre en Brasil.
En este contexto, el presidente de China, Xi Jinping, intervino a través de un mensaje en video para anunciar los nuevos y ambiciosos planes climáticos de su país para 2035. Xi habló desde la perspectiva de un país que no es solo el mayor emisor de gases de efecto invernadero, sino el nodo industrial global que fabrica para casi todos los países del planeta. De ahí que su gestión de la contaminación responda a responsabilidades compartidas, y que desde hace décadas venga impulsando una transición energética de magnitud inédita. Como afirmó el mandatario chino:
«La transición verde y de bajo carbono es la tendencia de nuestro tiempo. Mientras algunos países actúan en contra, la comunidad internacional debe mantenerse enfocada en la dirección correcta. Frente a las dudas o el negacionismo, corresponde defender la ciencia y la cooperación internacional.»
Con tono firme, Xi prometió que China reducirá sus emisiones entre un 7% y un 10% para 2035, tomando como referencia el pico máximo previsto entre este año y 2028. Además, se comprometió a que el consumo energético no fósil suponga más del 30% del total, y a ampliar la capacidad de energía solar y eólica hasta 3.6 gigavatios, seis veces más que en 2020. “China se compromete a ampliar drásticamente las energías renovables y la electrificación verde, promotores de un desarrollo sostenible y resiliente”, declaró.
El secretario general de la ONU, António Guterres, elogió estos avances, destacando la rapidez con la que Pekín ha sobrepasado sus objetivos anteriores en energías limpias, y la trascendencia de este liderazgo multilateral: «Lo limpio es competitivo. China es ahora la superpotencia de las tecnologías verdes, liderando una transición fundamental para la humanidad».
En otro momento, Guterres advirtió que el planeta atraviesa una década crítica y que el mundo necesita “recuperar la confianza, acelerar la acción y demostrar que la cooperación multilateral sigue viva frente a una crisis existencial”.
Este compromiso chino llega en un momento clave, cuando otros grandes países atraviesan obstáculos o retrocesos internos para sostener sus políticas climáticas. En contraste, justo el día anterior, el presidente estadounidense Donald Trump desdeñó la urgencia climática, calificando las metas de descarbonización como una “estafa destinada a destruir empleos y soberanía nacional”. Con esas palabras, Trump volvió a colocar a Estados Unidos en una posición de abierto negacionismo climático en la misma tribuna internacional en la que Xi y Guterres llamaron a reforzar consensos.
La comparación es inevitable: mientras Washington transmite dudas y polarización, Pekín busca proyectarse como garante de un compromiso global, consciente de que su responsabilidad no es meramente nacional, sino estructural para mantener los equilibrios de la industria mundial. La paradoja se vuelve evidente: China contamina, pero lo hace en gran medida produciendo bienes para el resto del planeta; por eso su política climática no solo expresa un interés doméstico, sino una respuesta a demandas globales que redefinen la noción misma de responsabilidad común.
Así, el liderazgo chino aparece como decisivo en la redefinición del pacto climático contemporáneo, uniendo desarrollo industrial, sostenibilidad y responsabilidad planetaria. Todo ello en la antesala de una COP30 en Brasil, que deberá fijar la hoja de ruta definitiva para evitar que el Acuerdo de París se degrade en promesas incumplidas.
Claudia Aranda
Nota original en: PRESSENZA.COM