Chile: Las luchas acalladas por la violencia
Por Partido Humanista de Chile. Pressenza.com. Medio Ambiente
La lucha y los riesgos de proteger la naturaleza
El extractivismo, modelo de desarrollo basado en la explotación masiva de los recursos naturales, para la producción de bienes materiales, pone en alto riesgo las dinámicas ambientales de los territorios, su permanencia y pervivencia. Bajo esta contextualización, existen un sin número de actividades individuales y colectivas, generalmente de grandes grupos económicos, que afectan de manera dramática la biodiversidad y ponen en riesgo nuestra Casa Común. La lucha emprendida por las y los defensores de nuestra Casa Común y los derechos del medio ambiente, la tierra y el territorio se centra en el cuidado, la conservación y recuperación de nuestros recursos naturales y la protección de nuestra biodiversidad, de los diferentes riesgos y amenazas a los que se encuentran expuestos, buscando un desarrollo sostenible y un futuro saludable para el planeta y sus habitantes.
Las y los activistas que alzan la voz para proteger estos derechos suelen ser dirigentes o salvaguardas de comunidades locales, principalmente indígenas, que intentan defender sus hogares, el aire, el agua, la tierra, el territorio y los bosques de la destrucción o la contaminación. Su labor reviste una importancia enorme para toda la humanidad, pero el panorama para quienes luchan por la protección de los recursos naturales en América Latina es desalentador pues la región es considerada la más letal concentrando el 85% de casos de asesinatos, desapariciones y altas posibilidades de impunidad de acuerdo al informe de Global Witness. En Chile la consternación actual es la desaparición de la lideresa mapuche Julia Chuñil.
Conflictos observados. Los logros de las y los ambientalistas para sostener el futuro
Multinacionales y extractivismo: el mapa latinoamericano de los conflictos ambientales. Más de 80 proyectos extractivistas y energéticos en América Latina revela la creciente presión de compañías transnacionales sobre territorios ricos en recursos naturales, generando conflictos socioambientales en toda la región, afectando comunidades, en particular de pueblos originarios.
En la situación actual destacan más de 60 corporaciones provenientes principalmente de Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Suiza, Australia y Japón, junto a actores locales de Chile, Perú, Argentina y México. Las áreas de explotación se concentran en minería metálica —cobre, oro, plata, litio, hierro y tierras raras—, además de energía hidroeléctrica y termoeléctrica, y el sector forestal e industrial.
Chile evidencia proyectos, con operaciones de empresas como Codelco, Antofagasta Minerals, SQM, AES Corporation y Barrick Gold, involucradas en la extracción de cobre, litio, y generación eléctrica. Perú, Argentina y México siguen con emprendimientos de gigantes como Glencore, Newmont Mining, Yamana Gold y Grupo México, todos señalados por comunidades y ambientalistas por el impacto en cuencas, glaciares y ecosistemas frágiles.
El mapa del extractivismo también incluye represas como HidroAysén (Chile) y Belo Monte (Brasil), cuestionadas por su afectación a ríos y comunidades de pueblos originarios ribereños, y plantas de celulosa en manos de grupos chilenos como Arauco y CMPC, denunciadas por contaminación, deforestación y, en Chile, por contar con apoyos estatales millonarios, en un privilegio inentendible en un país con carencias sociales.
Desde los Andes hasta el Amazonas, el denominador común es la resistencia local frente al avance corporativo, la valiente denuncia, protesta de las y los luchadores ambientalistas, frente a un modelo que privilegia la exportación de materias primas a costa de los derechos ambientales y territoriales. La operación de tal modelo provoca desplazamientos, pérdida de pesca y deforestación —fenómenos que atraviesan además un componente étnico cuando afectan pueblos indígenas y afrodescendientes.
La conflictividad social adopta formas diversas: movilizaciones comunitarias y bloqueos de rutas; litigios ambientales y administrativos; campañas internacionales de ONG; y, en algunos casos, criminalización de líderes sociales. Estas respuestas muestran que la oposición no es sólo local —tiene redes nacionales e internacionales— y que la defensa del territorio se articula con demandas por derechos humanos, justicia ambiental y transparencia en la gobernanza.
Conflictos observados (115 casos)
https://olca.cl/oca/enlista02.php?pagn=0&c_sel=11
Posición política humanista en el conflicto ambiental
El escenario mundial actual se desarrolla entre el negacionismo y la toma de conciencia y sus luchas. La primera categoría tiene actualmente notorios exponentes políticos como Donald Trump o Scott Morrison, junto a ellos están amplios sectores ultra liberales, un puñado de científicos, las empresas petroleras y el sistema financiero especulativo.
Del otro lado está buena parte de la comunidad científica y un amplio espacio mundial plural, de organizaciones, movimientos, redes, con diferentes grados de desarrollo y alcance que denuncian la inacción y la complicidad de los gobiernos. Un buen número de ellas apuntan al tema de fondo «no hay que cambiar al clima, hay que superar el capitalismo».
Millones de personas trabajan en la construcción de alternativas viables como las ecoaldeas, las granjas sostenibles, la agroecología, en sintonía con el Buen Vivir planteado por numerosas culturas originarias que tienen mucho que aportar y enseñar en la convivencia con la naturaleza.
Las y los humanistas estamos claros que la solución al cambio climático pasa por la lucha colectiva contra el poder corporativo transnacional y no por el discurso mentiroso que dice que la responsabilidad por el colapso ecológico es del ser humano (y por ende de todas y cada una de las personas). El sistema impone la creencia de que el colectivo humano es el responsable del colapso ecológico y elude la verdadera responsabilidad que recae en una cruel minoría que impulsa una cultura materialista.
El planeta como ámbito mayor de coexistencia, necesita que la civilización consuma menos y mejor teniendo como criterios orientativos para eso, a todo lo necesario en salud, en educación y en calidad de vida.
Lo positivo es que está naciendo una nueva sensibilidad especialmente en las nuevas generaciones, cada vez hay más conciencia ecológica y comprensión de que hay que unirse para luchar por la justicia climática. Cada vez hay más apoyo para desarrollar tecnologías de energía limpia. Cada vez hay más personas dispuestas a organizarse para revertir el proceso del cambio climático y ponerle coto al ecocidio de las grandes corporaciones. Desde nuestra Federación sostenemos que no se pueden propiciar soluciones al cambio climático sin modificar de fondo el poder económico. Para eso es imprescindible y urgente construir como alternativa poder popular. Ese poder que está en la base social, muchas veces dormido en la comuna, el municipio, la alcaldía, el barrio. Un poder popular valiente, protagonista, constructor, empático con el semejante y con la vida. Un poder que derribe el muro capitalista que nos mantiene en la prehistoria humana, para eso es necesario en el sentido más amplio, la unión de todxs lxs humanistas del mundo. (Extracto posición PH Internacional)
Redacción colaborativa: Angélica Alvear Montecinos, Guillermo Garcés Parada, César Anguita Sanhueza, Ricardo Lisboa Henríquez, Sandra Arriola Oporto, Claudio Medina Briones.
Comisión de Opinión Pública
Partido Humanista
Partido Humanista de Chile
Nota original en: PRESSENZA.COM




