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El tiempo es una magnitud tan misteriosa que, como bien demostró Einstein, discurre de forma relativa al observador. Y, del mismo modo que la presencia de materia altera la curvatura del espacio-tiempo, el propio cerebro humano lo percibe de forma diferente en función de distintos factores. Una hora de alegría se vive como un instante, mientras que una hora de dolor puede sentirse eterna. Y, mientras que cuando somos pequeños tenemos una capacidad más limitada de mirar hacia el futuro, a medida que crecemos, nuestra mente se va expandiendo para poder imaginar mucho más allá de nuestro presente inmediato.
La habilidad para analizar y gestionar el mundo a largo plazo es una de las grandes herramientas de la civilización para luchar contra los problemas cada vez más complejos a los que se enfrenta y cuyas soluciones distan mucho de ser sencillas y ágiles. Desafíos como la desigualdad y la emergencia climática requieren transformaciones complejas y a gran escala, cuyos resultados tardarán en empezar a notarse. Sin embargo, en un mundo en el que los informes trimestrales suelen dominar los incentivos corporativos cortoplacistas, y en el que las medidas políticas tratan más de asegurar la victoria en las siguientes elecciones que procurar las soluciones reales que necesitan los ciudadanos, el pensamiento y las acciones a largo plazo pueden acabar enterrados bajo los escombros del día a día.
“La velocidad a la que suceden los acontecimientos hace que sea difícil digerirlos. Pero el futuro es cuestión de actitud, así que tenemos la obligación de generar un entorno optimista y de reflexión para producir las ideas capaces de crear un mundo mejor”, afirmó el director general de Audi, José Miguel Aparicio, en su charla inaugural del encuentro Audi Summit for Progress, que la compañía celebró en Madrid (España). Bajo el lema Ideas to start the future, la cita congregó a distintos expertos internacionales en el ámbito de la innovación para que compartieran su visión del futuro para ayudar a generar el cambio de mentalidad necesario para que todos activemos nuestro potencial para construir un mañana más próspero.
“La mentalidad lo es todo porque representa nuestra forma de ver el mundo”, sentenció el ingeniero, físico y emprendedor Peter H. Diamandis, que lleva más de dos décadas ideando formas de impulsar la búsqueda de soluciones a los grandes problemas del mundo, como la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad o el efecto invernadero. En su opinión, la mentalidad de la sociedad contemporánea se está conformando de acuerdo con un bombardeo de malas noticias sobre violencia, extremismos y desastres. Sin embargo, aunque todas esas realidades están ahí, “¿acaso no hay también buenas noticias?”, se preguntó.
Consciente de la importancia de que la humanidad tenga presente todo lo bueno que está pasando en el mundo para generar una actitud más positiva y proactiva ante los desafíos que nos rodean, Diamadis hizo un repaso por algunos de los grandes logros de la sociedad reciente, como el desplome en las tasas de analfabetismo, mortalidad infantil y pobreza. “Antes solo los reyes podían actuar a escalas nacionales. Hoy todos podemos hacerlo con nuestra pasión y objetivos. Si de verdad queréis, podéis cambiar la vida de un millón de personas. Recordad el poder que tenemos para hacer el bien”, concluyó.
El cambio de mentalidad fue sin duda el mantra que guio toda la jornada, como dejaron claro los distintos expertos que la protagonizaron. “Las decisiones fáciles generan una vida difícil, mientras que las decisiones difíciles son las únicas capaces de ofrecer una vida fácil”, señaló el subdirector global editorial de GQ, Adam Baidawi, quien considera que “el cambio climático y la sostenibilidad” son precisamente el tipo de problemas que “requieren soluciones difíciles”. Sin embargo, ante esta coyuntura, el vicepresidente sénior de Audi AG, Henrik Wenders, lamentó que aún “no estamos aplicando el mindset correcto para fomentar la creatividad y el optimismo” que necesitan este tipo soluciones.
Afortunadamente, el encuentro evidenció que, aunque todavía no sea la norma, cada vez hay más iniciativas y ganas de fomentar el espíritu positivo que requieren los grandes problemas del mundo. “El cambio es una cuestión de actitud y, aunque la creatividad es exclusiva de las personas, la buena noticia es que no es innata, se puede aprender y enseñar. Hay procesos para adquirirla”, explicó la directora CX de Audi España, Caita Montserrat. Desde su área de trabajo, la responsable lidera proyectos como el Audi Creativity Challenge, con el que aspira a “inculcar una mentalidad creativa entre los jóvenes con el objetivo de crear un mundo mejor y hacerles partícipes del cambio”.
Pero los desafíos a la creatividad no son la única herramienta con la que los líderes del Audi Summit for Progress intentan cambiar la mentalidad del mundo. “Pensar en el futuro te ayuda y te obliga a diseñar objetos productos y experiencias para ese futuro”, dijo el socio y director ejecutivo en IDEO, Owen Rogers. Desde su empresa especializada en diseño, explicó cómo aplican “la herramienta del design thinking para ayudar a la gente a pensar como diseñadores, y a volver a traer la curiosidad a los negocios y a recuperar sus esencias”.
Volviendo a Einstein, Rogers hizo suya la famosa cita del físico en la que planteó que, si dispusiera de solo una hora para resolver un problema, dedicaría los primeros 55 minutos a plantear la pregunta adecuada ya que, con ella en la mano, solo necesitaría los cinco restantes para resolverla, y apostilló: “Tenemos que replantearnos qué preguntas nos estamos haciendo. ¿Estamos diseñando negocios para la era climática y creando futuros inclusivos? ¿Estamos pensando en las necesidades de las personas o solo en los productos que les queremos vender?”
MENTALIDADES QUE VALEN MILLONES
Puede que hace unos años, crear negocios centrados en el impacto positivo pudiera verse como una simple elección, una arriesgada apuesta por parte de aquellos con mentalidades largoplacistas más desarrolladas y más ganas de mejorar el mundo. Pero, vaya más rápido o más despacio, el inexorable paso del tiempo está demostrando que lo que antes era una opción se está volviendo obligatorio, y que aquellos locos que iniciaron los movimientos ahora gozan de la ventaja competitiva que les confirió su mentalidad diferente.
Ese es el caso de la marca de cosmética libre de tóxicos, Cocunat. “En 2013 nadie hablaba de cosméticos toxic free y, además, la industria no vendía online. Así que no solo tuve que disrumpir la cosmética, sino también la logística”, contó su CEO y cofundadora, Sara Werner. Casi una década después, la compañía no solo multiplicó por ocho sus beneficios en 2020 alcanzando una facturación de 32 millones de euros, sino que ha logrado “revolucionar la industria de los cosméticos a nivel mundial, que actualmente está en plena transformación para liberarse de los tóxicos”, añadió.
Otra de las personas que ha demostrado que poseer una mentalidad diferente tiene premio es el chef Eneko Atxa. Además de sus numerosos premios gastronómicos, ha sido elegido el cocinero más sostenible del mundo en dos ocasiones. Pero, lejos de haber iniciado el camino de la gastronomía de impacto positivo para ganar reconocimientos, explicó que el objetivo que ha guiado su carrera ha sido el de “devolver a la sociedad todo lo aprendido y ganado a través de la cocina”. Aunque ahora la alimentación sostenible sea una corriente con cada vez más tracción en la industria, recordó que cuando empezó a interesarse por ella ese nombre ni siquiera existía.
Sus carreras no solo prueban que existen personas que vienen equipadas con mentalidades diferentes de serie, sino que es posible utilizaras para hacer negocios rentables y capaces de lograr las transformaciones que la sociedad necesita. Pero, como no todo el mundo tiene la suerte de verse rodeado de estímulos para fomentar este mindset, también hacen falta herramientas para ayudar al resto a romper el statu quo mental que guía su día a día. “Hablamos mucho de mentalidad, pero ¿cómo la cambiamos?”, se preguntó la CEO y directora ejecutiva de Forum for the future, Sally Uren.
Gracias a su experiencia en su ONG especializada en ayudar a empresas, gobiernos y a la sociedad civil a catalizar el cambio en sistemas globales para acelerar el camino hacia un futuro más sostenible, la intervención de Uren se centró en dar consejos prácticos para generar los cambios de mentalidad que necesita el mundo. “¿Qué estrategias necesitamos para que los sistemas cambien? Hay varios factores, incentivos, flujos de información, cultura y valores, pero quizá lo más importante es la colaboración”, dijo Uren, y añadió: “No podemos cambiar la agricultura si no colaboramos con los agricultores. Si queremos tomar el camino de la transición tenemos que pensar a lo grande y probar estrategias que nunca se hayan probado antes. Pero no podemos hacerlo solos, la colaboración es fundamental”.
Eso sí, por mucho que el tiempo sea relativo, en lo que respecta los cambios que necesitamos para garantizar un futuro más brillante, alertó: “Las decisiones que tomemos en los próximos dos o tres años van a ser críticas porque llegado a un punto en el que no causar daño o incluso hacer el bien ya no es suficiente, necesitamos mentalidades justas y regenerativas. Si no actuamos ya, todo se va a volver muy complicado”. Así que, aunque los humanos seamos animales de costumbres y hábitos, el Audi Summit for Progress dejó claro que siempre tenemos opción de cambiarlos. Al fin y al cabo, todo es cuestión de actitud y de ganas y, por supuesto, de tiempo. Puede que de esto último nos quede poco, pero, la buena noticia es que, si nos dedicamos a aprovecharlo como es debido, eso también será relativo.
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