El “Nunca Más”, como se llamó al informe elaborado hace 40 años por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), representa un hito en la historia democrática reciente.
Pero además fue una herramienta clave para el desarrollo del proceso y la sentencia dictada a los jefes militares en el denominado Juicio a las Juntas; sustento probatorio de las causas judiciales llevadas a cabo posteriormente y que terminaron, en la mayoría de los casos, con condenas a más de un millar de represores de la última dictadura; y un aporte fundamental en la transmisión de conocimientos de varias generaciones acerca de los crímenes de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1983,
Así lo definió, en una entrevista con Somos Télam, el doctor en Ciencias Sociales, investigador del Conicet y autor del libro “La historia política del Nunca Más” (Siglo XXI Editores), Emilio Crenzel, en el que, sobre la base de entrevistas a integrantes de la Conadep, dirigentes políticos y referentes de organismos de derechos humanos, aborda cómo fue la elaboración del informe, su circulación y su utilización en la esfera pública.
-Somostélam: ¿Qué relevancia ha tenido en la historia argentina reciente el informe “Nunca Más”?
-Emilio Crenzel: Tanto la investigación llevada a cabo por la Conadep como el informe “Nunca Más” han jugado un papel decisivo en múltiples planos en la Argentina y a nivel internacional. Primero, en el Juicio a las Juntas Militares y, luego, en los sucesivos procesos judiciales que le siguieron, especialmente en los últimos 20 años. Los testimonios recogidos por la Conadep, además, acompañan a los visitantes en sus recorridas por los distintos sitios de la memoria que hay en el país y aportan a la transmisión de conocimientos en las escuelas primarias y secundarias. La Conadep también ha tenido un rol importante en la configuración de las más de 30 comisiones de la verdad que se crearon en el país y en el mundo, en especial en América Latina, y que tomaron como ejemplo la experiencia argentina para elaborar sus propios informes e investigaciones acerca de crímenes de lesa humanidad, genocidios y violaciones a los derechos humanos, en muchos casos encubiertas por sus perpetradores. El “Nunca Más” y la Conadep son hitos de la historia argentina y parte del pacto fundacional de la democracia: el compromiso de que el horror vivido durante la dictadura militar no vuelva a repetirse, una apuesta a resolver los conflictos de esta sociedad sin el recurso a la violencia. La experiencia de la Conadep fue muy interesante porque nació en un gran aislamiento.
En un principio fue rechazada por los organismos de derechos humanos, que querían que se creara una comisión bicameral; por los partidos de la oposición; y también por las fuerzas armadas y sus aliados que, al contrario de lo que suponía la investigación, que era la revisión de las desapariciones forzadas de personas, pretendían que se les agradeciera por la victoria en la llamad lucha antisubversiva y entender que habían contribuido al retorno de la democracia. En ese marco de aislamiento pudo desarrollar su investigación y, paulatinamente, concitar el apoyo del movimiento de derechos humanos. En un plazo de nueve meses, muy breve, elaboró un informe que trascendido en el tiempo y que sigue vigente en su contenido, en su corpus, como el resumen más acabado acerca del ejercicio del sistema de desaparición forzada en la represión clandestina, ilegal ejecutada en este país en los años 70.
-Si bien se habían registrado varios casos durante la historia, la Conadep tuvo que abordar la magnitud de las desapariciones forzadas de personas. ¿Bajo qué concepción lo hizo?
-El informe habla en su prólogo de la existencia de dos terrorismo, una cuestión sumamente discutible porque, en realidad, el proceso político argentino no puede resumirse en esa fórmula sino que implicó una radicalización que incluyó a las guerrillas, pero que excedió el uso de la lucha armada. Por otro lado, la represión tampoco fue exclusivamente elaborada y ejecutada por las Fuerzas Armadas, sino que comprometió a sectores civiles que acompañaron la voluntad de erradicar todo viso de desobediencia y de radicalización que existía en la sociedad argentina a mediados de los años 70. Pero el prólogo del informe “Nunca Más” también se habla de un “terrorismo infinitamente peor al combatido”, con lo cual establece que el terrorismo de Estado tuvo un estatus diferente al ejercicio de la violencia por parte de grupos particulares. Inclusive, a lo largo del libro “Nunca Más” la Conadep va a calificar esos crímenes como de lesa humanidad y en otros pasajes los caracteriza como un genocidio.
-El informe tuvo en las últimas cuatro décadas diferentes significados y miradas políticas. Tuvo, inclusive, la incorporación de un prólogo y distintos cuestionamientos, por ejemplo, a la cifra de víctimas que incorporó la comisión. ¿Cómo analiza esos abordajes?
– El “Nunca Más” ha tenido una variedad de usos políticos desde su publicación en 1984 hasta la actualidad. El movimiento de derechos humanos recurrió al informe para reclamar justicia cuando se dictaron las leyes de Obediencia Debida, Punto Final y los indultos. Inclusive, los organismos impulsaron en 1991, en el contexto de impunidad, una revisión de informe con ese fin. También fue publicado por el diario Página/12 y la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba) con ilustraciones del artista León Ferrari, algo que supuso una orientación diferente a la que proponía el informe. Y también en 2006, a 30 años del golpe de Estado, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación añadió un prólogo al “Nunca Más” que fue discutido por los integrantes de la Comisión. Fue un prólogo que supuso continuidades y también rupturas con respecto al original. Quiero señalar que, especialmente, hubo una calificación que me pareció injusta de parte de la Secretaría de Derechos Humanos de entonces cuando consideró que el prólogo original proponía una simetría justificatoria de la existencia de estos dos terrorismo.
Creo que, más allá de que esta simetría que propuso el prólogo original no fue la adecuada ni la correcta para pensar los años 70 en la Argentina por lo que señalaba antes esto, que la conflicividad política en el país no se redujo a la guerrilla y a las Fuerzas Armadas, de ninguna manera la Conadep planteó una justificación a partir de esta igualación del ejercicio del terrorismo de Estado. Por el contrario, subrayó la falta de equivalencias entre el ejercicio de la violencia por parte de particulares con respecto a las violencia ejercida por el poder del Estado. Con relación a los números, en uno de los debates presidenciales de 2023 el actual mandatario, Javier Milei, rechazó la existencia de 30,000 desaparecidos y propuso una cifra de 8.753. Inmediatamente, y en forma llamativa, calificó el accionar de la represión como “excesos”.
Para Milei, el asesinato de 8.700 personas supone un exceso y no un crimen de lesa humanidad. Justamente a él, que dice defender la vida como uno de sus valores, que se maten 8.700 personas le parece excesivo, pero no un crimen de lesa humanidad ni parte de una política sistemática de exterminio. Él dice defender la propiedad privada, pero esas Fuerzas Armadas que desaparecieron a miles de argentinos también conformaron lo que llamaron un botín de guerra con las pertenencias de los desaparecidos cuyas casas saquearon, robaron, firmaron transferencias de escrituras fraudulentas. Además, no sé de qué libertad defiende cuando nunca se lo vio en ninguna manifestación que repudiase a los golpes y al terrorismo de Estado. Bueno, parece que esta trilogía que dice ser su norte no se corresponde con la realidad.
-¿Cuál fue el rol que tuvo Alfonsín frente a la Conadep? ¿Intervino en el funcionamiento de la Comisión o en la redacción del informe?
– Alfonsin tuvo una actitud de colaboración respetuosa con la Conadep. Accedió, mediante la firma de un decreto, al pedido de de sus miembros para que unos 50 militares presuntamente responsables de la desaparición forzada de personas no dejaran el país. También aceptó, aunque después dudó por las presiones militares que existían en contra, a que la Conadep elaborase un programa de televisivo llamado “Nunca Más”, que fue difundido el 4 de julio de 1984 por el entonces Canal 13, que era propiedad del Estado. La emisión tuvo un rating que superó los 16 puntos de audiencia, más que el conjunto sumado por el resto de los programas que se difundieron esa noche. Fue visto por casi un millón y medio de personas.
También accedió al pedido de la Conadep de prolongar tres meses el tiempo de su investigación porque, originalmente, tenía solo seis meses para desarrollar una tarea que era cíclopea. Sin embargo, sus delegados dentro de la Comisión evitaron, en consonancia con lo que buscaba, la publicación de un anexo adicional a los que presentó el informe con la lista de las personas denunciadas en los testimonios como responsables de las desapariciones.
El gobierno de Alfonsín buscaba materializar un castigo, un enjuiciamiento limitado: a las Juntas Militares, a algunos responsables de las áreas militares en las que se dividió el país, y a quienes se habían excedido robando bienes de los desaparecidos o apropiándose de menores. En ese sentido, la Conadep, finalmente, decidió no incluir ese anexo con la lista de represores. De todas maneras, una semana antes de que se publicara el informe, la lista se filtró en la prensa y fue publicada por el semanario político “El periodista de Buenos Aires”. Eso desató una fuerte repercusión pública porque dentro de la lista se encontraba el nuncio apostólico este Pío Laghi, que en ese momento era el representante de El Vaticano en Washington.
– ¿Existió un trabajo conjunto o de colaboración entre la Conadap y el fiscal del Juicio a las Juntas Julio César Strassera?
– La Conadep se disolvió el 20 de septiembre del 84, cuando su presidente, Ernesto Sábato, le entregó a Alfonsín el informe en la Casa Rosada. Luego, inmediatamente, se creó la Subsecretaría de Derechos Humanos, que iba a estar dirigida por Eduardo Rabossi, que había sido integrante de la Comisión. La fiscalía a cargo de Strassera seleccionó una importante cantidad de testigos cuyos testimonios ya había recogido la Conadep, a los que se sumaron otros obtenidos por la Subsecretaría de Derechos Humanos después de la Conadep. Así, varias personas de la comisión pasaron a colaborar con la fiscalía y se encargaron de convencer a quienes ya habían dado testimonio ante la Conadep que dieran testimonio otra vez ante el tribunal ante la Cámara Federal.
-¿Cómo surgió la idea de llamar “Nunca más” al informe?
– Muchos comisionados se atribuyeron la idea de incluir esas dos palabras como título del informe. Si bien hay varias versiones, la más consistente indica que provino de la experiencia del Holocausto. La frase está escrita en el monumento conmemorativo del campo de concentración de Dachau. El rabino Marshall Meyer, que integró la Conadep, pudo haber tenido que ver en esa decisión. También Magdalena Ruiz Guiñazú mencionó que había visitado el campo y que la tomó de allí. Lo cierto es que la frase “nunca más” ya circulaba durante el año 83 en diversas movilizaciones de los organismos de derechos humanos que demandaban Verdad, Memoria y Justicia. Su inclusión en el informe fue una suerte de oficialización. Pero la frase pronunciada por el fiscal Strassera al finalizar su alegato reforzó el carácter canónico, la potencia simbólica que esas dos palabras ya tenían.
A 40 años del “Nunca Más”, hito de la historia argentina y parte del pacto fundacional de la democracia | Somos Télam.
Fuente: SomosTelam.com.ar