Tos convulsa: síntomas de la infección que afecta a los más chicos
Tos convulsa: síntomas de la infección que afecta a los más chicos

Un aumento reciente de casos en Argentina volvió a poner este tema en agenda, pero la tos convulsa es un problema de salud que aparece cada cierto tiempo y cuya prevención depende, en gran medida, de la vacunación y del diagnóstico temprano.
¿Qué es la tos convulsa?
Es una infección causada por la bacteria Bordetella pertussis. Ataca principalmente las vías respiratorias y produce una tos persistente muy característica. Su contagiosidad es alta: se transmite con facilidad a través de gotitas que se expulsan al toser, hablar o estornudar.
¿Cuáles son los síntomas?
La enfermedad suele desarrollarse por etapas. En su estadio más temprano, se parece mucho a un resfrío común: goteo nasal, estornudos, tos leve y, a veces, un poco de fiebre.
Después de una o dos semanas, aparece la tos intensa y repetitiva, que puede durar varios minutos, provocar vómitos, interrumpir el sueño o generar un sonido agudo al final del acceso de tos (conocido como gallo).
En los bebés, los episodios pueden presentarse como pausas respiratorias, aunque no haya tanta tos. Por eso es una enfermedad especialmente peligrosa en los menores de un año.
¿Cómo se transmite?
El contagio se produce de persona a persona. Alguien enfermo puede transmitir la bacteria desde los primeros síntomas y continuar haciéndolo durante semanas si no recibe tratamiento.

¿A quién afecta más?
Aunque cualquier persona puede enfermarse, los grupos más vulnerables son los bebés menores de 6 meses, niños que no tienen el esquema de vacunación completo, adultos que no recibieron el refuerzo correspondiente y personas convivientes de un caso confirmado.
Prevención: la vacunación es clave
La forma más efectiva de prevenir la tos convulsa es la vacuna triple bacteriana, que se aplica en distintas etapas de la vida: a los 2, 4 y 6 meses; refuerzo al año; refuerzo en el ingreso escolar; refuerzo en la adolescencia; dosis para embarazadas en cada embarazo, idealmente entre las semanas 27 y 36, para proteger al bebé desde el nacimiento.
Además, es importante ventilar los ambientes, lavarse las manos con frecuencia y evitar el contacto estrecho con personas con síntomas respiratorios.
¿Cómo se trata?
El tratamiento es con antibióticos, que ayudan a disminuir la transmisión y pueden acortar la duración de la enfermedad. También se indican medidas de sostén: hidratación, control de la fiebre, evitar irritantes (humo, aerosoles) y seguimiento pediátrico (especialmente en bebés).
Cuándo consultar
Se debe consultar a un especialista si la tos dura más de dos semanas, los episodios son intensos o provocan vómitos, un bebé tiene pausas respiratorias o dificultad para respirar o si hay un caso confirmado en el hogar.
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Nota original: vidaysalud.com




