
Por Pedro Pozas Terrados. Pressenza.com
En lo profundo del océano habitan seres que, como los grandes simios de la selva, poseen una inteligencia asombrosa, emociones complejas y culturas transmitidas de generación en generación. Hablo de los cetáceos: delfines, orcas, ballenas… seres a los que me gusta llamar los grandes simios del océano
Porque, al igual que sus primos terrestres, los cetáceos son mucho más de lo que entendemos por “animales”. Tienen una estructura social rica, un lenguaje sonoro propio, y una capacidad cognitiva que ha fascinado a científicos de todo el mundo. Algunos grupos de orcas enseñan técnicas de caza específicas a sus crías.
Los cachalotes poseen dialectos regionales. Los delfines son capaces de reconocerse en espejos, de jugar, de ayudar a otros miembros de su grupo…Son conscientes de sí mismos. Son inteligentes. Son emocionales. Son personas no humanas.
En 2013, la India dio un paso histórico: reconoció a los delfines como “personas no humanas”, prohibiendo su cautiverio y su uso en espectáculos. Ese fue un gesto de civilización, un avance moral. Y sin embargo, en muchos otros países, los cetáceos siguen siendo víctimas del entretenimiento, del comercio, de la indiferencia.
Orcas y delfines encerrados en piscinas minúsculas, obligados a hacer piruetas frente a multitudes que aplauden sin saber que esos movimientos son resultado del miedo, del hambre o del condicionamiento. Separados de sus familias. Privados del mar. De su libertad. ¿Podemos llamarlo espectáculo, cuando se basa en el sufrimiento?¿Podemos seguir permitiendo esta esclavitud moderna disfrazada de diversión?

Imagen Pedro Pozas Terrados. IA-GPT
Además de su inteligencia, los cetáceos juegan un papel clave en el equilibrio de los océanos y, por ende, del planeta entero.
Las grandes ballenas, con sus migraciones y sus excrementos ricos en nutrientes, fertilizan los océanos, alimentan al fitoplancton, y permiten el secuestro de carbono, contribuyendo así a combatir el cambio climático. Cuando una ballena muere, su cuerpo se hunde y alimenta la vida en las profundidades durante décadas. Son ingenieras del ecosistema marino. Guardianes del equilibrio planetario.
Y, sin embargo, son perseguidas, cazados, atrapados en redes, y sus hábitats están siendo contaminados por nuestra avaricia y descuido.
En este contexto, alzo la voz para pedir algo que es justo, urgente y necesario:
* Que los cetáceos sean reconocidos como personas no humanas con derechos fundamentales: a la vida, a la libertad, a no ser torturados ni explotados.
* Que se prohíban los espectáculos circenses con orcas y delfines, que no son payasos, ni marionetas, ni esclavos.
* Que se establezcan santuarios marinos protegidos, donde los cetáceos rescatados puedan vivir libres, acompañados, sin ser acosados ni perseguidos.
* Que su hábitat, el océano, sea protegido de forma real y efectiva, con leyes internacionales claras y una vigilancia global transparente.
*Que la comunidad científica y la humanidad entera sigan intentando comunicarse con ellos, no para domesticarlos, sino para entenderlos y aprender de su visión del mundo.
Ya no es una utopía. Hay grupos de investigadores trabajando con inteligencia artificial para descifrar los lenguajes de los cachalotes. Hay santuarios marinos en proceso de creación, como el de Islandia o el del Caribe. Y cada vez más voces se suman a esta causa ética y urgente.
El rey maorí y otros líderes indígenas del Pacífico firmaron un acuerdo para otorgar personalidad jurídica a las ballenas que fue firmado por el rey maorí Kiingi Tuheitia y otros líderes indígenas del Pacífico en marzo de 2024, Declaración para el Océano. Esta declaración histórica reconoce a las ballenas como «personas no humanas» con derechos inherentes, incluyendo el derecho a la libre migración, a un ambiente saludable y a prosperar sin interferencias humanas
Porque ya no se trata de cuánto se parecen a nosotros…sino de cuánto nosotros podemos parecernos a lo mejor de nosotros mismos, reconociendo a otros seres como hermanos en el viaje de la vida.
Salvar a los cetáceos no es solo proteger una especie. Es proteger un modo de vida. Un idioma distinto. Una cultura submarina. Es recordar que no estamos solos en la conciencia, ni en la emoción, ni en la historia de este planeta.
Los grandes simios del mar nos llaman con sus cantos, sus clicks, sus saltos y sus ojos profundos. Nos piden respeto. Libertad. Y también… nos ofrecen algo a cambio: la oportunidad de reconciliarnos con la vida.

Imagen Pedro Pozas Terrados – IA – GPT
Que no digan en el futuro que no lo sabíamos. Que no digan que no escuchamos el canto de las ballenas.
Hay una petición en chamge.org para que “Reconozcamos a los cetáceos como seres esenciales con personalidad jurídica” Solo hay 288 firmas. Es increíble, pero el desconocimiento de los grandes simios del océano, de los cantores que tal vez originaron con sus cantos la leyenda de las sirenas, es brutal y les ignoramos dándoles las espalda.
Pero aún estamos a tiempo de elegir ser dignos de compartir el planeta con ellas.
Firma la petición:
https://www.change.org/p/reconozcamos-a-los-cet%C3%A1ceos-como-seres-esenciales-con-personalidad-jur%C3%ADdica
Pedro Pozas Terrados
PRESSENZA – MedioAmbiente 2025
Nota original