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A menudo sentimos que vivimos en un país aislado y que los problemas que enfrentamos son únicamente locales. La vorágine del día a día nos dificulta ver que los eventos globales tienen un impacto significativo en nuestra economía.
La propuesta de esta nota es repasar cómo jugó el mundo -a favor o en contra- desde que asumió el Gobierno de Javier Milei y tratar de visualizar de qué forma esto puede impactarnos en las decisiones que se llevan adelante en materia económica.
Primero, vamos a empezar por el plano cambiario y sobre la sostenibilidad. Un tipo de cambio considerado atrasado parecerá barato para los locales y uno adelantado parecerá caro para los locales. En general, cuando los economistas nos referimos al tipo de cambio real y su sostenibilidad, la primera pregunta que podríamos hacernos es: ¿cuál es el resultado de la cuenta corriente? Es decir, básicamente, si están saliendo muchos más dólares de los que entran por conceptos como: exportaciones, importaciones, pagos o cobros de intereses, pagos de sueldos, pagos de servicios, viajes al exterior, etc.
Si este resultado es negativo, hay que analizar un segundo punto: si existe financiamiento que lo esté cubriendo porque, de lo contrario, la diferencia de ese resultado negativo la tendrá que financiar el Banco Central, perdiendo reservas. Por ejemplo, podría suceder que las importaciones fueran mucho más altas que las exportaciones, pero que los importadores estuvieran, al mismo tiempo, recibiendo financiamiento de un vendedor en el exterior, lo cual haría que la cuenta financiera fuese positiva, sin necesidad de que el Banco Central pusiera esa diferencia en dólares. Lo mismo ocurriría si ingresara plata fresca de algún organismo internacional. Se puede tener déficit en la cuenta corriente, siempre y cuando llegue dinero desde afuera para financiarlo. En ese caso, no necesariamente habría un problema cambiario, por lo menos por un tiempo.
Cuando la brecha cambiaria aumentaba hacia fines de mayo, el presidente Milei declaraba lo siguiente: “Esto no es una corrida porque para eso el Banco Central tendría que estar vendiendo dólares y hoy está comprando”. Si bien eso era cierto, la situación cambió: en junio, el Banco Central vendió dólares y en julio se mantiene casi neutro, dos meses durante los cuales la entidad suele ser compradora neta de divisas. Ahora le siguen los tres peores meses (de venta).
Basándonos en los dichos del mandatario, hoy nos encontramos en un punto de no equilibrio del tipo de cambio, porque ahora sí hay pérdida de dólares, pero la situación podría cambiar todo el tiempo. ¿El mundo juega un punto relevante acá? Claro que sí.
Primer punto. ¿Qué pasó con los precios de commodities en este tiempo? El índice de precios de materias primas se redujo 7% desde que asumió la nueva administración, principalmente traccionado por la contracción del precio de la soja (-12%) y el trigo (-17%). Esto quiere decir que, leyendo la balanza comercial, la potencial entrada de dólares se redujo más de lo esperado al inicio del gobierno. Mala noticia, sobre todo en relación a la recesión que en el último tiempo toca la puerta en China.
Por las buenas, Argentina vuelve a posicionarse como exportador neto de energía. Hasta junio, el país acumuló aproximadamente 2.400 millones de dólares en exportaciones, una cifra que, aunque fue casi neutra durante el año, representa una mejora significativa frente a la caída de 4.000 millones de dólares registrada en 2022. Esto será todavía más beneficioso en los años entrantes si se consolida la producción de minerales, por el impulso de la transición energética global (que, siendo honestos, cada día se posterga más).
Segundo punto. El riesgo país o, visto de otra manera, si entraron flujos de inversión de bonos soberanos a la Argentina. Si entran muchos dólares a comprar bonos, el precio de estos sube y el riesgo país baja. Para hacer un paralelismo, en el Gobierno de Cambiemos la credibilidad y/o entusiasmo inicial que generaba la llegada de aquella administración hizo que durante 2015 el riesgo país pasara de 750 puntos en su inicio a 380 en abril de 2016, tras el arreglo con los holdouts y la salida del cepo cambiario.
Este Gobierno, que llegó a las primeras elecciones con un riesgo país de 2500 puntos, logró llevarlo en abril hasta 1.143. Hoy, sin embargo, ya pegó la vuelta y se encuentra en torno a 1.560 puntos. Es cierto que, en el mismo período, aumentó en general el riesgo de los países emergentes (EMBI: Emerging Market Bond Index), haciendo que el mundo busque refugio en activos de mayor seguridad.
Caen los precios de commodities que exportamos y encima no están entrando fondos financieros que permitan llevar algo de calma al mercado cambiario. Por suerte, la balanza energética de a poco empieza a cambiar, pero falta.
¿Entra plata por el blanqueo? El Gobierno no quiere dar estimaciones, pero aunque entrasen a liquidarse al mercado de cambios serán poco relevantes.
¿Existe un nuevo acuerdo con el FMI? Es posible que las elecciones en Estados Unidos desempeñen un papel relevante en este contexto. Sin embargo, dado que Argentina no tiene pagos de capital a corto plazo, no es estrictamente necesario contar con un nuevo programa para cumplir con esas obligaciones. En el FMI, un tema relevante en la actualidad es la discusión sobre los “surcharges” o sobrecostos aplicados a los países de ingresos medios y bajos. Representan aproximadamente el 1% de los intereses que se pagan por haber pedido préstamos por encima de lo que la cuota habilitaba. Hoy Argentina lo paga y lo carga con una mayor salida de dólares y necesidades fiscales. Sería óptimo para el país que esta decisión se ejecute y las sobretasas se eliminen.
¿Qué pasa desde Estados Unidos? Esta semana, el índice Nasdaq sufrió la peor baja diaria desde mediados de 2022. Volvió a los mismos precios del inicio de junio y se encuentra 9% por debajo del pico del 11 de julio. Algo similar sucedió en el índice S&P 500, que retrocedió poco más de 4% desde su máximo. Esto se atribuye a dos aspectos fundamentales, el primero son los malos balances de las empresas tecnológicas, y el segundo que la actividad económica está empezando a resentirse. Por ejemplo, los datos de compra de bienes durables en junio vinieron muy por debajo de lo esperado (6,6% vs. +0,3%) y algo similar sucedió con el número de casas vendidas a familias, que se encontró 3,5% por debajo de lo que se esperaba. El desempleo ya se pronostica algo por encima de lo que se esperaba a inicios de año. En el corto plazo, los miembros de la Reserva Federal se reunirán la semana que viene para definir si la tasa de interés se reduce o no. Lo que es seguro es que las tasas de interés globales empiezan su ciclo descendente. Noticia positiva, porque el financiamiento se hace más barato.
Desde lo electoral, lo único seguro es que a nivel comercial el mundo va a hacerse más cerrado. La propuesta de los republicanos es un impuesto a todas las importaciones y hasta un 60% a todas las importaciones que provengan de China, y una economía que priorice el trabajo de los estadounidenses, cerrándose a la inmigración. Los demócratas dicen ser menos estrictos, pero fueron quienes impulsaron los aranceles del 100% al ingreso de automóviles eléctricos desde China. Que esa guerra fría no frene podría tener costos y beneficios. Queda mucho por ver, pero las estimaciones son de un menor PBI global, lo que significa menos crecimiento en general para los próximos años.
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Fuente: CENITAL
Autor: Santiago Bulat