Perú esta dando un ejemplo al ser la primera vez en la historia mundial en que se dicta una sentencia condenatoria en el propio país contra un ex mandatario acusado por delitos de lesa humanidad, por crímenes cometidos durante su mandato
Lima, Santiago, 10 de Abril de 2009 –
Los Humanistas de Perú y de Latinoamérica nos aunamos al profundo sentimiento de justicia y dignidad que la condena a Fujimori ha generado en gran parte del pueblo peruano, el mismo que es compartido por los millones de hombres y mujeres latinoamericanos que sufrieron con la tortura, el exilio, la cárcel, y por quienes vieron desaparecer a sus padres, hijos y hermanos.
Sin duda nada podrá reparar todo el horror causado, la pérdida de seres queridos, los crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, de todas maneras, esta condena es sumamente valiosa para Perú, Latinoamérica y el mundo.
Es un mensaje que afirma con toda claridad que hoy ya no aceptamos que un gobernante arrase con los derechos humanos y luego se mantenga en la impunidad. Este juicio es signo de una nueva sensibilidad no violenta que rechaza la muerte, la tortura, el chantaje, la represión, el soborno y la manipulación como actitud, conducta y metodología de dominación social.
Porque nadie puede discutir la calidad de este proceso judicial que ha respetado el derecho del acusado al debido proceso, que ha sido aceptado por la propia defensa de Fujimori y que ha merecido el calificativo de impecable por los observadores internacionales presentes a lo largo de todo el juicio.
Perú esta dando un ejemplo al ser la primera vez en la historia mundial en que se dicta una sentencia condenatoria en el propio país contra un ex mandatario acusado por delitos de lesa humanidad, por crímenes cometidos durante su mandato.
Fujimori fue a Perú lo que Pinochet a Chile o Videla a la Argentina. Todos ellos fueron ejecutores crueles, fríos y violentos de una política esencialmente contraria a los Derechos Humanos.
Por ello, este juicio, más allá de su valor estrictamente jurídico, se convierte en el símbolo de una institucionalidad democrática real, coherente, aplicada en Chile (que lo extraditó) y en Perú. En ambos países funcionarios honestos hicieron posible que se juzgara a quien merece ser juzgado por vulnerar (con la anuencia y asistencia del Gobierno de Estados Unidos de ese entonces) el Estado de Derecho en el Perú.
Fujimori no es solo una persona, es todo un modo de entender y sentir la política y la vida. Se trata de una actitud antihumanista, en la que la violencia, el ensañamiento y el cinismo se ponen al ervicio del poder económico y la ganancia particular, subvirtiendo el orden institucional y democrático.
Si un sistema promueve y tolera el soborno, el chantaje, la manipulación mediática y la corrupción general, la violencia puede llegar a niveles monstruosos. Así, Fujimori es el responsable de haber echado a rodar esa maquinaria en la que se perdió completamente el sentido de lo humano en nombre de la supuesta salvación de un país.
El Perú y Latinoamérica han sido dignificados. Y en ello ha tenido que ver la persistencia heroica de los familiares de las víctimas, las organizaciones de los derechos humanos y la prensa independiente que fue poniendo en evidencia la existencia de grupos de aniquilamiento y actos sistemáticos de chantaje, soborno y corrupción. Es el momento de agradecer a los que nos devolvieron parte de la dignidad arrebatada.
Javier Zorrilla
Vocero del Humanismo del Perú
Tomás Hirsch
Vocero del Humanismo para Latinoamérica