La Provincia teme que la seca haya llegado para quedarse. Planean realizar un canal inteligente para unir el Paraná Miní con la ruta 3. Las pérdidas suman $3.000 millones.
Sin lluvias importantes a la vista, el gobierno de Hermes Binner ya se prepara para que la sequía que puso en emergencia a 15 de los 19 departamentos de Santa Fe continúe a lo largo del año. Por eso, y porque especialistas en clima consultados por Crítica de Santa Fe no descartan que la seca sea, más que un fenómeno extraordinario, una realidad que llegó para quedarse, diseñaron un plan de emergencia hídrica. Se trata de una mega obra que llevaría agua del Paraná Miní, en el extremo noreste de la bota, hacia el centro del departamento Vera, en una suerte de canal inteligente de más de 60 kilómetros de largo compuesto por presas y bombas que permitirían, en algunos tramos, poder ir pendiente arriba. El estudio de prefactibilidad ya está en marcha y la Secretaría de Aguas lo considera una opción viable frente a la crisis agropecuaria y un complemento de la red de acueductos provincial que llevará agua potable a la zona en los próximos años.
“La idea es aprovechar una de las dos líneas de descarga que tiene el Paraná en la zona, la del arroyo Los Amores. De allí ir cuesta arriba mediante la construcción de obstáculos al canal que generen presas elevadas y luego utilizar bombas. Una vez que el cauce llegue a la altura de la ruta 3, en el norte, se bajaría hacia al sur para el lado de Vera”, explicó el secretario de Aguas, Hugo Orsolini.
Para el funcionario del área que forma parte del Ministerio de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente el plan es “una solución desesperada”. Es que durante años se avanzó en el sentido contrario, es decir en construir drenajes en los bajos submeridionales para evitar las inundaciones. Se destruyó la lógica del humedal, que regula de forma natural ese recurso. Ahora, reconocen los técnicos, lo lógico sería retirar buena parte de la hacienda que sobre pobló la zona y construir una relación más armónica con el medio ambiente.
Pero en el corto plazo, el objetivo de los ganaderos es mantener con vida su rodeo. Los propietarios de campos privados comenzaron a tapar los canales de los bajos submeridionales para retener la poca agua que baja del Chaco. Quienes ya tomaron esas medidas multiplicaron los rindes. El jefe comunal de Villa Guillermina (General Obligado), Eduardo Scarpín, aseguró a este medio que los productores de caña de azúcar que realizaron esas obras incrementaron su cosecha un 100 y un 150 %.
“Es claro y urgente que hay que tomar medidas para retener el agua. Los dueños de los campos no estaban preparados para este fenómeno, pero deben pensar en invertir en pequeñas represas y arboledas”, aseguró Scarpín.
El gobierno provincial se sumó a esa iniciativa y está reconstruyendo las compuertas de los canales. Pero esos son sólo parches frente a una situación que podría agravarse este año.
CAMBIO FORZADO. Nadie pensó que la espera de una lluvia importante podría ser tan prolongada. Las estadísticas del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) sobre las precipitaciones caídas en 2008 son más que claras: en Reconquista se registraron 592 milímetros cuando la media son 1.290, y en Ceres fueron 450 milímetros sobre 917. Es decir, menos de la mitad de lo normal. Déficit que se sumó a un 2007 también seco. Las lluvias del año pasado fueron las más bajas desde 1961. Casi medio siglo.
Para este verano, los pronósticos del SMN y del Instituto Nacional del Agua (INA) coinciden: las precipitaciones estarán por debajo de lo normal (entre 400 y 500 milímetros) en el trimestre enero-febrero (ver aparte). La falta de agua compromete la subsistencia en los departamentos del norte.
Los productores registran una baja diaria de las napas de agua de hasta siete centímetros. “Es tremendo, las napas bajaron hasta dos metros en las últimas semanas”, se alarmó Carlos Sartor, secretario de Sistema Agropecuario. En las zonas más críticas, deben perforar hasta 14 metros, cuatro más que hace un año.
El intendente de Tostado (en 9 de Julio), Enrique Fedele, aseguró que muchos habitantes de la zona rural se fueron a vivir a la ciudad desde que la sequía se agravó. En Villa Guillermina (General Obligado), después de tener que profundizar dos metros más el pozo de agua para dar con la napa, el jefe comunal lanzó un plan de emergencia para racionalizar el consumo que incluye cortes totales. “Y eso que nosotros estamos mejor que otras localidades al oeste”, reconoció. En Garabato (centro del departamento Vera) hace semanas que no tienen agua potable y aseguran que la ayuda que llega en cisternas no alcanza.
TODOS PIERDEN. Las pérdidas económicas se acentuaron en dos meses. Hoy el gobierno estima que la cifra está cerca de los $3.000 millones.
Ese número tiene su dramático correlato en los campos santafesinos. La cosecha de trigo registra rindes inferiores a los 700 kilos por hectárea cuando el promedio está en 1.500. En algunos sectores, donde el cultivo no llegó a desarrollarse del todo, directamente no se recoge. “El maíz está seco y quienes sembraron soja de primera entusiasmados por algunos chaparrones tampoco tendrán suerte. Esta es la quinta cosecha consecutiva que se pierde en la zona”, aseguró Sartor.
En lechería y ganadería, se habla de “crisis terminal”. Los productores estiman en 400 mil cabezas de ganado
Fuente: La Crítica