Las farmacias de Rosario se resisten a vender las versiones más económicas de las drogas, y entregan a los pacientes las marcas líderes. Así lo reveló una investigación realizada por la Asociación Civil del Hospital Centenario con 90 recetas entregadas en 30 farmacias de la ciudad. Resultado: el 85 por ciento de los comercios inducía a estos pacientes hospitalarios a comprar las versiones más onerosas. Y en ninguno de los establecimientos existía información visible sobre las alternativas que ofrece la ley de genéricos. «Estamos haciendo el control en las farmacias pero hay una cultura en los médicos y la población que es difícil de revertir. De todos modos, la norma provocó que se redujeran los precios al haber mayor competencia por segundas marcas», consideró el ministro de salud, Fernando Bondesío.
Por su parte, la titular del Colegio de Farmacéuticos, Graciela Pensa, aclaró que «el genérico no existe. Lo que la gente debe pedir son otras marcas o el denominado medicamento hospitalario, que se vende suelto o en tiritas». La directiva también pidió a la población «tiempo» para que los comercios se abastezcan de segundas marcas.
Así, a casi dos meses de promulgada la ley de genéricos en la provincia, aún quedan muchas dudas que despejar a la hora de comprar un medicamento. (ver recuadro).
Recetas por miles
La investigación que encaró la Asociación Civil de la Comunidad del Hospital Centenario se produjo entre el 1º y el 5 de noviembre para «constatar la eficacia de la ley de genéricos en los pacientes del Centenario», resaltó su presidente, Ariel Pérez.
Según este informe, todos los meses se recetan desde el hospital unas 20 mil prescripciones médicas bajo la denominación de medicamentos genéricos. Sin embargo, sólo 5.500 de estas recetas se satisfacen en la farmacia del Centenario. El resto de los pacientes atendidos allí debe abastecerse de remedios entre las 700 farmacias habilitadas de la ciudad.
Un equipo de colaboradores de la Asociación se presentó en 30 farmacias ubicadas en diferentes puntos de la ciudad. Cada una de estas personas llevó consigo tres recetas hospitalarias donde se consignaba el nombre genérico del producto: un antibiótico (Cefalexina), un antiparasitario (Metronidazol) y un antiulceroso (Omeprazol).
De los 90 casos se constató que el 85 por ciento (76 casos), no se presentaron las tres opciones de marcas comerciales del genérico, y se trató de vender una determinada firma líder.
Cuando se solicitó una segunda opción, en 66 oportunidades el farmacéutico dijo contar sólo con el medicamento tradicional y argumentó no contar con un marca alternativa.
En ninguna farmacia visitada por la Asociación pudo comprobarse información a la vista (como lo estipula la ley de genéricos) sobre las distintas alternativas que deben ofrecerse.
«Grandes intereses en juego»
Consultado el ministro Bondesío reconoció que la ley choca con «grandes intereses que están en juego», pero consideró que «al menos se identifica como un logro que esta nueva norma haya logrado una reducción en los precios de los remedios».
Sobre el estudio realizado por la Asociación de la Comunidad del Centenario, Bondesío aseguró que la Dirección Provincial del Farmacias «está produciendo su debido control» en esos negocios, pero insistió con que «existe una cultura en los médicos y en la población difícil de revertir».
Para dar un ejemplo, agregó: «Hasta el paciente tiene memorizadas las marcas de los remedios, por lo que esta situación se modifica en el tiempo y no como un proceso instantáneo».
Piden «tiempo»
A su turno, Pensa instó a «darles tiempo a los farmacéuticos para que se abastezcan de segundas marcas», pero aclaró que «casi todos los negocios cuentan con el remedio hospitalario, fabricado por laboratorios que proveían a hospitales y que ahora los venden sueltos o en tiritas, siempre y cuando tengan el número de lote, fecha de vencimiento y prospecto médico».
Pérez, en tanto, denunció la indefensión de los pacientes, «sobre todo los indigentes que se ven inducidos a comprar el remedio que les ofrecen». Para el presidente de la Asociación, «la ley de genérico es tan light que en la práctica no cambia nada, no hay control ni sanciones y además no le obliga al farmacéutico a tener la medicina más barata».
En cuanto a la calidad de los medicamentos que utilizan el mismo principio activo, Pérez no dudó en sospechar que «algunos remedios más baratos tienen a su vez menor efecto terapéutico».