A primera vista da la impresión de que, cuando el ser humano o incluso sus antepasados, llegaron a un callejón sin salida, sucedió como si del cielo hubiera bajado un aura de iluminación… y de repente se encontraron salidas inesperadas.”
Akop Nazaretián
«…por lo demás, este es un momento de alguna perturbación pero, desde luego, no por lo que comenten los diarios, la T.V., o los «opinadores» sino que los destinos se juegan en los cielos. ¿En qué Cielos? Poco a poco lo iremos entendiendo y poco a poco iremos llamando a las puertas que hay que llamar. Para terminar, no se vaya a creer que el mundo está en peligro. Es una desproporción creer que unos petarditos infantiles y otras delicias pueden detener la vida y la inteligencia de este planeta. Son, simplemente, sarampiones de crecimiento de una especie infantil, sin manejo de sí misma.»
«Sursum corda», elevad vuestros corazones…
Silo
Introducción:
Al final de 2019 aparece un nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, de letalidad estimada inferior a otros virus recientes, pero de alta transmisibilidad en una larga fase asintomática inicial. A principio de 2020 se califica ya a esta enfermedad, llamada COVID-19, como pandemia, lo cual hace prever un colapso de las estructuras sanitarias a nivel mundial.
No hay inicialmente un tratamiento eficaz conocido y el posible desarrollo de alguna vacuna tomará previsiblemente más de un año aún, de modo que solamente el distanciamiento físico y las medidas de restricción al movimiento humano permiten atenuar el impacto sobre los recursos de salud de los estados.
Esto implica el cese o la disminución significativa de las actividades sociales y económicas, no consideradas como esenciales para la supervivencia del conjunto social. Hasta que aparezca un tratamiento eficaz o una vacuna, el camino biológico hasta la adquisición de una inmunidad de grupo puede tomar largo tiempo, a costa de un altísimo número de víctimas directas e indirectas.
Se plantea el dilema entre el necesario cuidado de la salud, tal como era entendida hasta el momento, o el mantenimiento de la economía.
Este dilema tensiona a la sociedad fuertemente en el momento de este análisis, cuando aún gran cantidad de la población se encuentra confinada en sus domicilios, pero las consecuencias materiales previsibles amenazan con ser devastadoras.
En este momento de grandes incertidumbres, en que no hay previsiones fiables y en que la Ciencia está aún buscando soluciones, hacemos este intento colectivo de extraer algunas conclusiones, desde el punto de vista del Nuevo Humanismo.
1. La situación actual
1.1 Vivencias personales
Debido al confinamiento y al silencio físico que hoy rodea a gran parte de la población, las percepciones internas ocupan mayor espacio mental y caemos en cuenta de anhelos y deseos postergados, apareciendo a veces mucha creatividad y también a veces, contradicción y violencia.
Ante la proximidad de la muerte, emergen como prioridades la vida y la salud individual, así como la de otros. Se hace evidente la importancia del conjunto, a través del cuidado y la solidaridad, y todo esto está haciendo retroceder al individualismo.
Es en presencia de la finitud cuando se derrumban las creencias. Suceden cosas que nunca creímos que podían suceder, y aparece cierto vacío que hace que podamos ver la realidad de otra manera.
Por otra parte, ya no podemos vivir como si la muerte no existiera. Se ha roto esa ilusión que solía acompañarnos permanentemente. Y si bien esto incorpora una sensación de inestabilidad, de gran incertidumbre y temor frente al futuro, por otro lado nos ayuda a vivir con màs intensidad el momento presente.
El futuro, que se ha tornado imprevisible, nos invita a elaborar nuevas respuestas, abandonando la perspectiva lineal del pasado.
Las imágenes oscuras sobre el futuro se suceden a diario, pero aparece la oportunidad de producir cambios significativos en la propia vida.
La conciencia del ser humano, que se ha desestructurado parcialmente, que no encuentra datos de memoria que podrían ofrecer soluciones, obliga a imaginar nuevas alternativas, abre la posibilidad de una nueva configuración en un nivel superior.
Muchos experimentan una fuerte necesidad de orientación, pero este vacío podría ser llenado por más irracionalidad y oscurantismo.
No obstante, la bandera por la preservación de la vida se levanta por vez primera en todo el mundo de manera simultánea. Hay un anhelo de rebelión contra la muerte y contra el absurdo nihilismo que ella representa.
Lo que nos da cierta esperanza, es que hoy la Humanidad se percibe más unida. Ha aumentado la cohesión entre las conciencias individuales y esto acrecienta la conciencia de unidad del conjunto. Podría decirse que la Humanidad se ha dado cuenta de su propia identidad.
La anterior visión de corto alcance ha dado paso a una representación Universal, donde todo encaja. De repente, cada uno existe y es importante para los demás. “Nos salvamos juntos o no se salva nadie”. El tiempo de confinamiento ha demostrado que otro tipo de vida es posible, abriendo paso a la reflexión. La necesidad de un mundo mejor se ha instalado en el conjunto humano.
1.2 La situación social
En el plano social nos encontramos con un paisaje nunca visto, que hoy es visto por todos.
La máquina infernal que era este sistema, aparentemente invencible, comienza a resquebrajarse. Los engranajes de la economía se atascan, y se ve amenazado el sistema de relaciones sociales y económicas. Se abre la oportunidad de un cambio, una ventana hacia un nuevo amanecer.
Como antes, pero ahora más fuertemente, se evidencian dos direcciones mentales: una es solidaria y pone al ser humano como valor central; la otra sigue siendo individualista y pone a la economía – la ganancia – como primario.
Avanzan nuevos patrones en las relaciones diplomáticas, y la OMS se convierte en referencia mundial. Se observa una tregua en conflictos armados en diferentes áreas del planeta, así como la suspensión y revisión de importantes maniobras militares.
En países gobernados por la derecha, se propuso inicialmente evitar medidas de aislamiento social, para no detener la economía, y “que cada uno decida qué hacer frente a la epidemia”. Se propuso esta “salida” de neto corte individualista, pero la avalancha subsiguiente de contagios y muertes, dejó en claro que no cabían salidas individuales. Tuvieron que retroceder y regresar al viejo estado que hace muy poco pretendían desmantelar.
La pandemia ha puesto en evidencia que ese desmantelamiento estatal tuvo como resultado el deterioro de los sistemas públicos de salud. La población quedó indefensa, cosa que no deberíamos olvidar cuando logremos salir de esta crisis.
Analizando el amplio período de tiempo durante el cual se produjo el desarrollo de la vida en el planeta, diversos investigadores han llegado a la conclusión de que precisamente en este siglo estamos llegando a una “singularidad”, luego de la cual nada volverá a ser como antes. Los cuatro mil millones de años de evolución de la vida han de resolverse en los próximos decenios, para bien o para mal, y la respuesta de la especie ya no depende de la biología sino del desarrollo de su conciencia. A lo largo de la evolución de la vida se advierte una tendencia a ganar cada vez más autonomía, expresada en la autoorganización distintiva de los seres vivos. Es una tendencia hacia la libertad, que alcanza en la humanidad su forma más desarrollada, abandonando el mecanicismo de la naturaleza y haciendo de la intencionalidad su “flecha evolutiva”.
Un cambio es posible pero ¿Queremos volver a la normalidad de antes? ¿Podremos distinguir entre evolución e involución?
2. Mirando hacia el futuro
¿Qué sucederá después que se detenga la pandemia?
Seguramente, habrá una pugna entre quienes quieren lograr un cambio de sistema y las élites que tratarán de mantener sus privilegios. Los humanistas estamos entre los primeros. Aspiramos a una Nación Humana Universal.
El proyecto de la Nación Humana Universal podrá concretarse en la medida en que el ser humano se constituya como valor central. Este es un cambio que debe producirse en la conciencia de amplias capas de la población, de manera que las diferencias étnicas, nacionales, ideológicas, confesionales, de clase social, etc., se conviertan en factores secundarios frente a la esencial igualdad que supone el pertenecer a la especie humana.
Creemos que los eventos que están ocurriendo en estos días favorecen el proceso de cambio mencionado, pues por una parte paralizan las urgencias de todos los días, posibilitando un estado de reflexión, y por otra parte ponen en evidencia que se trata de una experiencia y una amenaza común para todos los seres humanos, independientemente de las diferencias que pueden existir entre unos y otros.
Se abre la posibilidad de un cambio con dirección humanizadora. Es la posibilidad de reconocernos como especie y producir un salto en el nivel de conciencia. Si consideramos a «la humanidad» como un «ser en desarrollo», veremos que se trata de un ser emergente y en etapa de integración, en etapa de complementación creciente. Para alcanzar la belleza de la Nación Humana Universal necesita «despertar» y eliminar sus contradicciones internas, es decir, las guerras, las hambrunas, las migraciones masivas, la increíble desigualdad económica y en general todas las formas de la violencia. Esto será únicamente posible con un salto masivo en el nivel de conciencia.
La situación actual ayuda en ese sentido, pues además de acrecentar la percepción de la humanidad sobre sí misma, ha producido un fuerte crecimiento del valor de la solidaridad. Recordemos que la solidaridad ha venido retrocediendo constantemente durante el ascenso del neoliberalismo. Súbitamente, ha comenzado a revertirse esa tendencia, y muchos han comprendido que “dar es mejor que recibir”. El momento exige esa mirada integral y comunitaria. Hay que favorecer el intercambio, los apoyos mutuos, los espacios convergentes. Lo mejor del ser humano saldrá a la luz cuando se extienda la Regla de Oro como referencia: “Trata a los demás como quieres que te traten a tí”.
Mientras tanto, podemos señalar algunas propuestas concretas que pueden servir como pasos intermedios para avanzar hacia la Nación Humana Universal: salud y educación públicas y gratuitas, renta básica universal, reducción del armamentismo y redefinición del rol de las fuerzas armadas, reducción drástica de gases de efecto invernadero, desarrollo de energías renovables no convencionales (eólica, solar, etc.), respeto creciente por los Derechos Humanos, mayor protagonismo de los organismos de coordinación mundial y transformación del Consejo de Seguridad de la ONU. En general, tendremos que priorizar el «crecimiento» de la gente (salud, educación, calidad de vida) por sobre el crecimiento de las «cosas».
Como principios orientadores de la transformación social, a mediano y largo plazo, proponemos: 1- replanteo de la relación capital-trabajo, 2- transformación de la actual democracia formal en democracia real, 3- descentralización del poder político, económico y administrativo, 4- recuperación de una relación no destructiva con la naturaleza.
Tratemos de ver un poco más allá del momento actual… abriendo el futuro. Como ya hemos comentado, múltiples evidencias señalan que el proceso evolutivo que nos ha traído hasta aquí, está llegando a su fin. Como resultado de este proceso, un nuevo ser humano debe emerger, con otros valores, otra sensibilidad y otro nivel de conciencia.
Es este nuevo ser humano el que habrá de dirigirse a las estrellas. Llevará dentro de sí los esfuerzos, anhelos, temores y esperanzas de miles de millones de precursores, que elevaron su mirada al cielo desde los lejanos albores de la prehistoria. Cuando esto suceda, habremos cumplido nuestra parte. Una nueva especie se abrirá al Cosmos, en resonancia viva con la insondable intención evolutiva universal.
Archivo Adjunto PDF (829 KB):
Aportes completos en español de los miembros del CMEH
Fuente:
www.cmehumanistas.org
(Web del Centro Mundial de Estudios Humanistas)