El jueves 5 distribuyó un comunicado al personal de las plantas de Vicentín en San Lorenzo y de Renova en Timbúes…
En el mensaje a los trabajadores, una de las mayores empresas cerealeras y aceiteras del cordón industrial, confirmó que abonó los sueldos completos a todo su personal.
También reconoce «inconvenientes financieros» y que tuvo que reestructurar los pagos para cumplir con sus proveedores. Y a continuación confirma que está trabajando para generar los recursos suficientes y volver a la normalidad lo antes posible.
En los medios nacionales reflejan esta situación como «temblor en el mercado de granos» y «tormenta perfecta» relacionando la simultaneidad de acontecimientos.
Por un lado los bancos que cortaron créditos en dólares, por otro lado la avalancha de productores vendiendo sus cosechas por temor a que el nuevo gobierno suba las retenciones, y otras condiciones que generaron un «estrés financiero» en el corto plazo.
El Grupo Vicentín, con responsabilidad, como primer medida abonó los sueldos y salarios a todo su personal y comunicó la situación a los sindicatos. Esto previene por el momento conflictos gremiales que pudieran darse, aunque está por cobrarse el aguinaldo alrededor del día 20 y los trabajadores siempre esperan el bono anual a fin de año o inicios del próximo.
Vicentín también comunicó la reestructuración de pagos al ambiente financiero, lo que causó un revuelo pero en ningún momento estuvo en duda la fortaleza global del grupo y de sus diversas empresas.
Una de las explicaciones del conflicto que se supone será por corto tiempo: Los bancos públicos, principales financistas de esta gran cerealera, retacearon el fondeo habitual. A esto se debe sumar las limitaciones que tiene una empresa de capitales nacionales frente a sus competidoras internacionales, que pueden obtener respaldo financiero desde sus casas matrices.
Vicentín ha tenido como principal respaldo financiero al Banco Nación, que habitualmente le abre líneas de crédito “por 300 millones de dólares”, según explicó Javier González Fraga, titular de esa entidad pública. Así, el fondeo para giros corrientes y para prefinanciar operaciones de corto plazo, que Vicentín conseguía habitualmente a una tasa de 7-8% anual, trepó al doble. Y se hizo inaccesible.
Así fue como una de las mayores exportadoras de granos del país, con una facturación anual de casi US$ 4.300 millones de dólares (entre soja, harinas, aceites, maíz, carne, y biocombustibles), asumió que no podrá hacer frente a todas sus deudas. En un comunicado a sus clientes, reconoció que “ha iniciado un proceso de reestructuración de pagos a partir de una situación de estrés financiero que afecta a la empresa”.
El ambiente financiero, proveedores y trabajadores comparten la misma expectativa y deseo de que, tras el cambio de gobierno en la semana próxima y una vez conocidos los nuevos lineamientos para la banca pública, esta situación se descomprima y Vicentín vuelva a la normalidad.
Foto: imagen del comunicado