Diariamente, cada una de las maternidades públicas de Rosario atiende a una mujer con complicaciones producidas por un aborto. Si bien en algunos casos la pérdida del embarazo pudo haberse producido en forma espontánea, los médicos sospechan que la mayoría se debe a maniobras abortivas. Y hay más: la tercera parte de las camas de mujeres en los hospitales municipales y provinciales están ocupadas por patologías derivadas de esta práctica. Generalmente las pacientes son mayores de 25 años, pero últimamente creció el número de adolescentes que deciden interrumpir la gestación (ver aparte).
Así lo afirmaron tanto la investigadora del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam), Silvia Totó, como el jefe de obstetricia del Hospital del Centenario, Walter Barbato. Y, en consonancia con la propuesta de la concejala socialista Silvia Augsburger , los profesionales insistieron en la necesidad de despenalizar el aborto en casos de violación, de inviabilidad de vida extrauterina o cuando signifique un riesgo físico o psíquico para la madre.
«En el Hospital Roque Sáenz Peña se reciben al año entre unos 340 y 370 casos de hemorragias, infecciones y lesiones provocadas por abortos. Pero esto no pasa sólo aquí, sino que es una cifra que se repite igual en todas las maternidades públicas», aseguró Totó que integra el servicio de ginecología de ese efector municipal.
Para Barbato, la cifra «no es descabellada». Es más, según sus datos, «el 30 por ciento de las internaciones hospitalarias públicas de mujeres obedecen a abortos hechos en malas condiciones». Así, si se considera que en Rosario hay cinco hospitales polivalentes que reciben estos casos, se puede concluir que en la ciudad la salud pública atiende por año 1.750 mujeres con complicaciones por abortos. Y este número de ninguna manera revela la cantidad de abortos que efectivamente se hacen en Rosario.
De todas formas, los dos profesionales insistieron en que no existen estadísticas oficiales sobre esta problemática. «Son estimaciones que se basan en la sospecha médica. Generalmente las pacientes llegan a la consulta y no relatan la causa de su afección», advirtió Totó. Y aclaró que «en casos de hemorragias puede tratarse de pérdidas del embarazo espontáneas, pero si existen infecciones es casi seguro de que el aborto fue provocado».
Barbato fue aún más taxativo. «Un aborto espontáneo no se infecta y tampoco hay órganos lesionados». El profesional destacó que las lesiones pueden ser de diversa gravedad que en más de una ocasión ponen en peligro la vida de la persona.
Mayores de 25 años
La mayoría de estas pacientes son mayores de 25 años que ya tuvieron otros hijos. «Habitualmente las mujeres que deciden hacerse un aborto ya tienen varios hijos y uno nuevo significa demasiada carga para la familia. Muchas veces las adolescentes no abortan porque pasa mucho tiempo hasta que confirman su gestación o porque el miedo a decirles a sus padres hace que avance su embarazo», dijo Totó.
Aún así, la profesional advirtió que en los últimos tiempos también aumentó el número de jóvenes menores de 19 años que acuden a esta práctica. Al mismo tiempo, también se agudizaron las patologías provocadas por maniobras abortivas. «Hace años que no se veían casos graves», afirmó Totó recordando el caso de la adolescente que el 21 de septiembre pasado falleció en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez.
A partir de esa muerte, la presidenta de la Secretaría de la Mujer del Partido Socialista, Silvia Augsburger, advirtió sobre la necesidad de modificar la legislación vigente para que no se penalice determinadas situaciones de abortos provocados. Ayer el propio Hermes Binner respaldó la propuesta de la concejala de su partido.