Decenas de jóvenes de distintas facultades ocuparon la ex sede del santorio Rawson, quebrado y cerrado desde hace cinco años. Piensan en un albergue para estudiantes de afuera y un comedor. Casi una imagen setentista. El color más fuerte está puesto por la conjunción de ganas, fuerza y un deseo enorme de vivir algo que tenga un poco de sabor a justicia social. Desde ayer a las 9 las instalaciones del que fuera el Sanatorio Rawson, cuya quiebra y cierre dejó a muchos y desesperados trabajadores en la calle, fueron tomadas por estudiantes de distintas facultades, los de ‘afuera’ por mayoría y los otros que en solidaridad piensan que ése es un lugar ‘ideal’ para una residencia estudiantil, imaginada como un atajo al éxodo de jóvenes que ya no pueden pagar los lugares donde viven, una situación que se agrava con el cierre de las casas de distintas ciudades. Pero la imaginación siempre puede más y por eso José, un estudiantes de letras, dijo que «pensamos también en un comedor estudiantil… ¿cómo puede ser que lo hubiera en los ’70?, y ahora, con el hambre que hay, no existe un espacio para que los universitarios puedan comer con precios accesibles». Como en la toma del bar de Psicología, la dispersión de mucho tiempo parece reemplazada por una decisión discutida y con una instancia de organización.
Cuando a las 9 de la mañana de ayer ingresaron al que fuera el sanatorio Rawson los estudiantes hicieron un reconocimiento del lugar…»aquí hay posibilidades para que duerman más de 180 personas y además hay colchones, frazadas, vajillas», contaban entre mates y tareas compartidas que pasan, entre otras cosas, por invitar a otros estudiantes. Apenas llegaron dieron aviso a la seccional 2ª y a Rectorado sobre la decisión de la toma. Durante todo el día se instaló en la puerta un móvil de la comisaría de la zona y varios policías se plantaron en la puerta del que fuera el Rawson.
Adentro, donde funcionaba la recepción, alrededor de una largo tablón mate mediante se discutía cómo seguir. Allí estaban los integrantes del Centro de Humanidades y Artes , estudiantes de esa facultad, de Psicología, de Ciencia Política. De a poco llegaban alumnos de la Escuela de Teatro y de otros lugares.
«El de la residencia estudiantil es un reclamo sentido porque lo que no pudo Roque Fernández o (Ricardo) López Murphy lo puede la asfixia económica, ya que los estudiantes se van porque no pueden más», apuntó José. Entre la cantidad de elementos que componen la pesada grilla de gastos de cualquier universitario, el rubro vivienda se lleva la parte mayor y el problema se hace más agudo por el cierre de muchas de las residencias que en Rosario estaban organizadas desde distintas comunas y municipalidades santafesinas y de otras provincias. Los estudiantes ponen como ejemplo que Rufino tenía tres de estas residencias y sólo queda una a punto de cerrar.
«La nuestra no es una ocupación común, no queremos aislarnos sino que éste sea un espacio de coordinación con gente de otros barrios, con las asambleas, con la gente que está luchando en distintos lugares, con todos los estudiantes de la UNR y tratar de que salga esto, una residencia, un comedor estudiantil y que se pueda seguir manteniendo las facultades llenas», explicaban varios estudiantes y el presidente del Centro de Humanidades, Denis Vilardo.
El síndico de la quiebra constató «que no se rompió nada y que nuestra intención es hacer un reclamo».
Rodrigo un estudiante de Políticas recordó que «en los papeles» existen 50 residencias en la ciudad, de las que ya se cerraron varias, entre ellas la de Carcarañá y también la de Las Rosas y quedan menos de la mitad».
¿Qué esperan?. Obtener un vía que pueda ser transitable para el reclamo de la residencia estudiantil y dicen que las autoridades de la Universidad y de la ciudad tienen que respaldar un proyecto como éste ante una realidad que, cuentan, ya hizo que más de 3.000 estudiantes abandonen los estudios.