El 2 de febrero de 2019, Estados Unidos suspendió su participación en el tratado INF con Rusia, un pacto que firmaron Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en 1987, por el que se prohibieron los misiles crucero de alcance entre 500 y 5500 kilómetros.
Fue el primer acuerdo de desarme para concluir la guerra fría y su objetivo era eliminar todos los misiles nucleares y convencionales de rango corto y medio. El principio del fin de la guerra fría que tuvo al mundo al borde de la catástrofe nuclear durante décadas. El gobierno de los EEUU acusa a Moscú de incumplir el acuerdo, y Moscú niega haberlo incumplido.
Luego de este anuncio, Donald Trump dio a conocer la estrategia que aplicara la Casa Blanca sobre este tema, aclarando en un comunicado: “Desarrollaremos nuestras propias opciones de respuesta militar y trabajaremos con la OTAN y nuestros aliados y socios para negar a Rusia cualquier ventaja militar derivada de su conducta ilegal”.
Con esta medida se abre el paso a un nuevo despliegue de misiles nucleares en Europa y otras partes del mundo. Despliegue que sin duda tendrá respuesta por parte de otras potencias nucleares, especialmente Rusia. El reloj que los científicos diseñaron para alertar a la humanidad, que señala el tiempo restante para la catástrofe nuclear, se ha acercado hasta los niveles más peligrosos de la guerra fría. Y el gasto militar ha alcanzado de nuevo récords de venta.
La industria armamentista multiplica sus beneficios y sube su cotización en Wall Street cada vez que habla Trump, que como embajador del complejo militar industrial se pasea con su catálogo de armamento presionando y chantajeando a sus supuestos aliados para que hagan sus pedidos y aumenten su participación económica en la “Defensa de Occidente”. Una solución redonda para exportar su crisis económica y hacer que la paguen otros.
Cuando más de 120 países han acordado la prohibición de fabricar, poseer o utilizar las armas nucleares, esta decisión muestra como el Gobierno de Trump actúa fuera de toda razón y todo sentido coherente, más allá del beneficio inmediato que obtiene con la venta de armas.
Sin duda que su paisaje de formación le hace sentirse como aquel sheriff armado hasta los dientes que llegaba a la cantina donde encontraba algunos desarmados guerreros indios y les descerrajaba algunos tiros cuando éstos no se rendían por las buenas. Pero el mundo actual no es el lejano oeste, ni están las otras potencias desarmadas como sucedía en las películas
Esto es solo una muestra más de en qué manos estamos nosotros y nuestro futuro y nos recuerda lo dicho por Silo en su libro carta a mis amigos: “los malos de hoy son personas con muchos problemas y una gran avidez, pero en todo caso incompetentes para orientar procesos históricos que claramente escapan a su voluntad y capacidad de planificación. En general se trata de gente poco estudiosa y de técnicos a su servicio que disponen de recursos parcelados y patéticamente insuficientes”.
El Partido Humanista Internacional denuncia la amenaza que la ruptura de este acuerdo supone y pide que todos los países apoyen el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares y se detenga la carrera armamentista que desvía los recursos necesarios para las verdaderas prioridades de la humanidad, como son la educación, la salud, la protección social, la protección del medio ambiente y el diálogo entre culturas.
Queremos recordar las palabras dichas por Silo en su charla: “El significado de la paz y la no violencia en el momento presente” que diera en la 10° cumbre de los Premios Nobel, realizada en Berlín, Alemania, con motivo del 20 aniversario de la caída del Muro, los días 10 y 11 de noviembre 2019.
“Para evitar la catástrofe atómica que parece amenazar el mundo del futuro más o menos inmediato, debemos trabajar hoy mismo superando la violencia social y personal al tiempo que exigimos:
1- el desarme nuclear mundial;
2- el retiro inmediato de las tropas invasoras de los territorios ocupados;
3- la reducción progresiva y proporcional de los armamentos de destrucción masiva;
4- la firma de tratados de no agresión entre países y
5- la renuncia de los gobiernos a utilizar las guerras como medio para resolver conflictos.
Lo urgente es crear conciencia por la Paz y el desarme. Pero también es necesario despertar la conciencia de la No Violencia Activa que nos permita rechazar no sólo la violencia física, sino también toda forma de violencia económica, racial, psicológica, religiosa y de género. Desde luego, aspiramos a que esta nueva sensibilidad pueda instalarse y conmover las estructuras sociales, abriendo el camino para la futura Nación Humana Universal”.