Bautismo de fuegoEn la noche del día 2 de febrero de 1813, tras días de marcha forzada, San Martín y los granaderos arriban al Convento de San Carlos, en San Lorenzo, provincia de Santa Fe. La incursión se enmarcaba en la misión asignada por el Gobierno de Buenos Aires al coronel del recientemente formado regimiento, en la que se le ordenaba destacar una sección de su regimiento para proteger las costas del Río Paraná desde Zárate hasta Santa Fe, en prevención de posibles incursiones enemigas; en tal situación, y por la sumatoria de la más intrincada cadena de circunstancias casuales, es que San Martín toma conocimiento del futuro desembarco realista en las cercanías del Convento, y decide aprestarse a su encuentro para evitar el reabastecimiento de víveres de la flota española y así demorar o evitar futuros avances en tierra. El plan de San Martín era aguardar el arribo enemigo con sus 120 granaderos al amparo de los muros del Convento; frente a éste se extiende una alta planicie, muy propicia para las maniobras de caballería; más allá, el borde de un barranco acantilado, y luego unos 300 m de playa hasta la orilla. El objetivo era evitar que los españoles sospecharan su presencia, lograr que se acercaran hasta el terreno mencionado y una vez allí lanzar el ataque sin darles tiempo de organizar la defensa.
A tal fin, San Martín estudió las posiciones y disponibilidad de recursos del enemigo, y dispuso la división de su contingente en dos escuadrones: el 1º, al mando del capitán Justo Bermúdez, con órdenes de flanquear y cortar la retirada a los invasores; y el 2º, a su propio mando. El comandante arengó a sus hombres, que se hallaban a punto de combatir por primera vez, y explicó a Bermúdez que le daría las órdenes posteriores una vez en combate, otorgando a ambos escuadrones sus posiciones a izquierda y derecha del convento, a la espera de la orden de ataque.
A la señal del clarín ambos escuadrones se lanzaron sobre las líneas enemigas, formadas por unos 250 hombres dispuestos en dos columnas paralelas con el pabellón desplegado, y dos piezas de artillería al centro. Los realistas sólo atinaron a replegarse en forma desorganizada sobre las mitades de retaguardia, intentando repeler el sorpresivo poder de la carga simultánea impartida por ambos flancos de las líneas de tropa, a lo que respondieron con fuego de mosquete y bayoneta calada.
Según una tradición muy difundida, en este audaz movimiento el soldado Juan Bautista Cabral, viendo en peligro la vida de su Comandante, el Coronel San Martín, (que habría quedado atrapado bajo su caballo, muerto por la metralla enemiga, y sin posibilidades de movimiento o defensa alguna), decide lanzarse heroicamente al encuentro de una bayoneta realista a punto de atravesar al Libertador, sacrificando su propia vida en pos de la de su oficial. La leyenda le atribuye haber proferido la siguiente frase, instantes antes de morir: ¡Muero contento; hemos batido al enemigo!
Si bien este relato heroico está ampliamente difundido en canciones patrióticas, medios oficiales del Ejército Argentino (cuya escuela de suboficiales se denomina «Sargento Cabral», un nombre también frecuente en calles, avenidas, escuelas e instituciones argentinas), la falta de fuentes históricas hace que los historiadores duden de su veracidad.
Victoria:San Martín y sus hombres triunfaron. Frente al sorpresivo embate de las fuerzas revolucionarias, los realistas, desconcertados, escaparon del campo de batalla dejando atrás su artillería, muertos y heridos, intentando banalmente reagrupar sus fuerzas cerca del borde del acantilado, sin lograr mayores éxitos gracias a la diligencia del escuadrón liderado por el Capitán Bermúdez, quien presionó a las columnas enemigas en retirada.
En menos de cuarto de hora y contando entre la nómina de bajas a veintisiete heridos y quince muertos, (entre los que cabe destacar al Capitán Bermúdez, herido de bala en la última carga de su escuadrón y al Teniente Manuel Díaz Vélez, caído por el desfiladero), el regimiento de Granaderos a Caballo y su capitán habían alcanzado la primera victoria en la guerra de emancipación argentina.
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