«Había una vez un hombre muy viejo cuyos ojos se habían opacado, sus oídos no oían ya más que algunas cosas… «Había una vez un hombre muy viejo cuyos ojos se habían opacado, sus oídos no oían ya más que algunas cosas, sus rodillas temblaban y, al sentarse a la mesa escasamente podía sostener la cuchara, así que derramaba el caldo sobre el mantel o lo dejaba chorrear por la boca. A su hijo y a su nuera esto les causaba desagrado, así que el abuelo finalmente tuvo que sentarse en un rincón detrás de la estufa, y le dieron la comida en un plato de barro cocido, y ni siquiera en suficiente cantidad. Y él miraba hacia la mesa con los ojos llenos de lágrimas.
Una vez también, sus manos temblorosas no pudieron sostener el plato, y se le cayó al suelo y se hizo pedazos. La joven esposa lo regañó pero él no dijo nada y suspiró. Entonces, por unos cuantos centavos le compraron un tazón de madera del cual tenía que comer. Una vez estaban así sentados cuando el pequeño nieto de cuatro años comenzó a recoger algunos pedazos de madera del suelo.
– ¿Qué haces allí?- preguntó el padre.
– Estoy haciendo unos tazones de madera para que coman papá y mamá cuando yo sea grande. El hombre y su esposa se miraron y al cabo de un rato prorrumpieron en llanto. Llevaron entonces al abuelo a la mesa y de ahí en adelante siempre lo dejaron comer con ellos, y así mismo nada dijeron cuando el viejo algo derramó».
Mis primeras líneas decidí iniciarlas con el cuento de «El Viejo y su Nieto», de los hermanos Grimm. Aquí nos refleja una etapa de nuestra vida. La que pasaron, los que hoy en día la viven y los que la pasarán en un tiempo futuro. En nuestra cultura, la vejez se vive en diferentes estadios, según la edad biológica del individuo.
Lamentablemente debido a una culturización del cuerpo perfecto, proyectado por las grandes empresas, se trasmiten mensajes, donde la belleza y el sexo solo es patrimonio para aquellas personas que no superen los 30 años, y que sustenten un cuerpo físico con determinadas medidas.
Separando con una línea delgada e invisible a sus integrantes de un lado y del otro. Las personas que transitan la tercera edad o la vejez, viven en un hecho de marginalización que según lo expresado por el sociólogo brasileño Antonio Jordâo Neto, se pone de manifiesto por:
• Distanciamiento, es un proceso de separación en el plano afectivo y físico. Se deja de compartir experiencias, sentimientos, conversaciones, lo cual en estos pilares se cimienta la «familia».
• Hay un detrimento de la dignidad de la persona, y consecuentemente proyecta una falta de respeto hacia ella.
• Sentimiento de escepticismo (pérdida de confianza) respecto a la capacidad y desenvolvimiento de las personas que transitan por la vejez.
• Actitudes de indiferencia y/o desprecio por el comportamiento o modo de ser de las personas.
• Muestras de desamor para con ellos, con expresiones rudas y desatentas.
Con los avances que se registraron en las sociedades y hechos históricos puntuales, provocaron grandes cambios en la convivencia familiar. Antes de la urbanización y la industrialización existía el modelo de la familia extensa, donde los abuelos contribuían al desarrollo de los más jóvenes. Al emigrar a las ciudades las familias extensas, pasaron a constituirse en el nuevo modelo de familia nuclear, el rol de los ancianos se vio modificado. El desenvolvimiento que él cumplía en las familias extensas, se tornó laxo, tendiendo a desaparecer la ayuda que se prestaban ambas generaciones.
Todo esto son los procesos que sujetan ciertas actitudes en ambas lados generacionales. Desde el nacimiento, el ser humano es un cuerpo en decadencia. Lo más importante es como uno lleva su vida y cómo la pone a prueba a diario en su entorno. Se suceden constantemente adaptaciones que ocurren de modo abrupto o lentamente, ya sea, en el plano mental o físico.
Todo esto y más encierra nuestra vida. De a poco iremos sumando con tu opinión este espacio que se nutre, precisamente, de aquellas personas «… que continúan subiendo por el sendero de la madurez…».
Alejandro Charras. Promotor de la salud. U.N.R. Reg. Nº 80.882 archipaleo@hotmail.com