Según estimaciones de los organizadores de la provincia, unas 20 mil personas participaron del espectáculo y de la donación de útiles escolares.
Fito hizo vibrar a los rosarinos. |
Con la excusa de ayudar a los que menos tienen con útiles escolares, el gobierno de Santa Fe aprovechó la convocatoria del músico rosarino Fito Páez y juntó a unas veinte mil personas, según estimaciones oficiales, en la plaza San Martín, frente a la sede de la Gobernación en Rosario.
El de anoche fue un espectáculo urbano poco común para Rosario. El escenario, ubicado frente al inmenso edificio de Santa Fe al 1900, fue durante casi dos horas la única iluminación que tuvo la plaza. Sólo se destacó la fachada de la Gobernación, decorada con luces y banderas argentinas y santafesinas.
Así y todo, excepto algún excedido en copas y el lanzamiento de una botella de cerveza, las autoridades policiales no informaron de problemas de seguridad alguno ni de detenciones. Todos festejaron las continuas referencias de Páez a su ciudad y la música por todos conocida.
Quienes la pasaron peor fueron quienes llegaron más tarde. Es que la disposición de los monumentos y árboles de la plaza San Martín deja pocos espacios para observar directamente el espectáculo. De este modo, cerca de las 19, hora en que estaba anunciado el show, la plaza quedó chica; sus alrededores resultaron un lugar inevitable, aunque incómodo, para por lo menos escuchar el show, ya que la inmensa arboleda del sector impidió que se pueda observar al músico desde diferentes puntos de vista.
Y si bien la canción «Cable a tierra» determinó el comienzo de fiesta, en realidad la jornada había comenzado más temprano, cerca de las 16, cuando se abrieron los portones del edificio de la ex Jefatura para que los espectadores pudiesen depositar los útiles escolares donados como entrada para el recital (ver aparte).
Páez ya había hecho la prueba de sonido más temprano y se bajó de una camioneta al lado del escenario cuando ya el reloj había marcado las 19.30. Vestido con una chaqueta color tiza, remera blanca, pantalones rayados y zapatillas al tono, Fito pasó raudamente entre los periodistas sin hacer declaraciones y rápidamente se sentó al piano.
A «Cable a tierra» le siguió «El tema de Piluso». Antes Fito arrancó del público el primer alarido cuando exclamó: «¡Qué hermosa está Rosario!». Más tarde vinieron «El diablo en tu corazón», «Giros» y otras tantas que fueron aplaudidas por igual por el público presente, entre ellos el gobernador Jorge Obeid, mezclado con la gente con un viva chomba roja.
Se vieron cientos de remeras con la cara del propio Fito y de Rosario Central, portadas por una multitud que no superó los 25 años, aunque al principio de la tarde se pudo ver mayor cantidad de familias con chicos más chicos.
La jornada además estuvo signada también por las explicaciones que el secretario provincial de Cultura, Jorge Llonch, debió darles a los vecinos de la plaza San Martín y de Rosario en general, por el flamante uso del lugar. Los altísimos decibeles de un recital de rock y la multitud sobre los canteros del paseo fueron los argumentos más utilizados por quienes se opusieron a la realización de este evento (ver aparte).
Pero cuando Fito susurró un «siempre vuelvo a casa», nadie se acordó del césped y las plantas de la plaza. Luego, el rosarino le hizo un guiño a sus seguidores y le brindó una canción a los enamorados con «11 y 6».
Todos bailaron con «Circo Beat» y se emocionaron con una postal sin precedentes: antes de hacer «Naturaleza sangre», Páez le pidió al público que prendiese sus encendedores y abriese sus celulares para acompañar el tema. «Vamos a encender la ciudad», exclamó. Los mecheros y las pantallas azules trazaron sobre la plaza un mapa de inigualable belleza. Y como todo lo bueno tiene que terminar alguna vez, Fito arremetió con «Ciudad de pobres corazones» y cerró con «A rodar mi vida», para delirio de los presentes. Inmediatamente el músico se bajó del escenario -el público lo obligó a hacer un bis con «Dar es dar» y «Mariposa Technicolor»- para participar de la ceremonia que en el interior del edificio Obeid le preparó al cineasta Fernando Birri, con motivo de la avant premier de su última película «Za 2005, lo viejo y lo bueno».
La convocatoria «La Plaza abre, canta, es útil» hizo su paso por un espacio poco común para recitales y la gente la copó. Quedan todavía las evaluaciones acerca de la conveniencia de hacer shows en ese ámbito y las consecuencias de llevar semejante multitud a un espacio verde tan céntrico de la ciudad.
Fuente: diario La Capital