Con 72 años, esta mujer no se considera poeta de oficio, sino que considera a la poesía como algo más, como una forma de vivir. Con 72 años, esta mujer no se considera poeta de oficio, sino que considera a la poesía como algo más, como una forma de vivir. Aseguró que vive fascinada por el mundo moderno y considera que Internet es una ventana abierta al mundo. “Yo no critico a nadie, porque el hombre debe tener libertad para todo. La libertad es el máximo valor”, manifestó.
Clara Rebotaro, poeta y escritora. |
Con natural encanto, Pipa, como le dicen los amigos, habla de todo, y todo su discurso está atravesado por el amor y la naturaleza. Nacida en Acebal en 1933, Clara Rebotaro parece no corresponderse con su generación. “Siempre estuve un paso atrás en muchas cosas y eso me llevó a estar en contacto con gente mucho más joven que yo y de alguna manera terminé mimetizándome con ellos”, aseguró.
Relacionada con la administración pública municipal por muchos años, graduada en Ciencias Políticas y Diplomacia en la Universidad Nacional de Rosario, actualmente es, por más que no lo reconozca como tal, una de las poetas con más incumbencia en la ciudad. Con ocho libros publicados de manera independiente, realizados por el ahorro de sus aguinaldos, está constantemente en la búsqueda de algún proyecto que la entusiasme para embarcarse en él. Y entre ellos por supuesto está el de enamorarse. “Con 72 años y viuda todavía pienso en enamorarme, amar, sentir pasión”, confesó.
Ni combativa ni revolucionaria, pero sí innovadora, perseverante de mantener sus ideales con la palabra, Pipa también se definió como una persona que se interesa tanto por la ética como por la estética. “A riesgo de equivocarme digo: la ética y la estética en un cincuenta por ciento, siempre debe haber armonía para que te dé placer mirar”, comentó, y agregó: “Y te digo más, sobre todo con el género masculino. Hay personas que son encantadoras, pero si me llega al hombro no puede ser mi pareja, por que no hace una armonía estética conmigo. Son problemas que hemos tratado con amigos psicólogos y hasta antropólogos”.
– ¿Qué dice Clara Rebotaro de Clara Rebotaro?
Yo me autodefiniría como una persona mayor, de buen carácter, que busca siempre hacer lo correcto. Tengo ciertas prioridades, primero mis hijos y nietos, mi familia, mis vecinos, mis amigos, pero en general considero que absolutamente todo el mundo merece mi buen trato. No tengo esos arranques, por ejemplo cuando algún chiquito viene y me pide algo, le doy y trato de aconsejarlo, preguntarle si va al colegio, inducirlo a que siga estudiando para que no tenga que seguir pidiendo. Y creo que alguno me va a hacer caso.
– ¿Qué te molesta?
La agresividad. Yo soy más bien sumisa, no me gusta discutir, sino hablar y exponer mis ideas, pero jamás quiero convencer a nadie de nada. Me gusta intercambiar ideas sin pelear, quizás esto lo arrastro de mis estudios de diplomacia, pero como decía Gacileas: siempre hay que respetar las creencias del otro para fortalecer las de uno.
– ¿Cómo fue el tránsito de Acebal a Rosario?
Pasé toda mi infancia en Acebal, dónde fui muy feliz, cuando termino 6° grado yo quería estudiar, pero en aquel entonces ¿a quién mandaban a estudiar?, al varón y yo tengo un hermano mellizo, así que mis padres decidieron que él venía a Rosario y yo me quedaba allá. Me mandaron a estudiar de todo, piano, italiano, inglés, bordado, porque pertenezco a una generación dónde se suponía que la mujer debía ser una ama de casa con ciertos conocimientos, pero no con una profesión. Pero de a poco me fui acercando, empecé a venir tres veces por semana a la Cultural Inglesa, hasta que se implementó el secundario en Acebal, dónde cursé primer año. Después quise rendir libre segundo y así ingresé en tercero año del Liceo para señoritas Bernardino Rivadavia acá en Rosario. También rendí cuarto y en tres años terminé el bachillerato. No sé para que me apuré tanto si después uno pierde tanto tiempo en la facultad con la política, el centro de estudiantes o con una materia en la que te quedas libre. Me casé y dejé de estudiar durante 10 años.
– ¿De todas formas te graduaste y hasta el día de hoy seguís estudiando?
Sí, siempre todo atrasado, cuando quise volver a la facultad ya era grande, todos mis compañeros se habían recibido, pero como me llevo tan bien con la gente joven, a veces hasta me siento ridícula y creo que un poco me mimeticé con la juventud. Me gradué de Licenciada en Ciencias Políticas y Diplomacia por que quería ser cónsul en Italia para ayudar a la gente. Después por la edad ya no era posible y además tenía tres hijos. Después estudié en el S.A.D.E. con Hugo Gola poesía y en 1990 me anoté en la carrera de Letras. Hoy sigo estudiando pero sin las presiones de los exámenes, bajo de Internet textos, ahora estoy con los de Raymond Kardec y la generación de la poesía beat. Yo nunca estoy hablando de ver un desfile de moda y no critico a la que lo ve o a la que ve telenovelas, creo que el hombre tiene que tener libertad para todo, la libertad es el máximo valor.
– ¿De dónde nace tu amor por escribir y la poesía?
Durante mucho tiempo no supe de dónde aparece la poesía y yo fui la primera sorprendida. Después me di cuenta que había estado en contacto desde muy chica con la poesía porque mi papá me leía los sonetos de Leopoldo Lugones del libro de los paisajes. De ahí no sólo viene lo de la poesía sino también lo del amor a la naturaleza, pero nunca dije que iba a escribir.
– ¿Cuándo empezaste a ser poeta?
Un poco por ciertas cuestiones personales y después de mucho tiempo una amiga me llama y me invita a participar los sábados del conservatorio literario. Y fui, así comencé a escribir y en 1989 publiqué mi primer libro, cuando jamás había pensado hacerlo al igual que escribir. Pero a mí no me interesa ser una gran poeta, sino ser una buena persona y ser querida, esas personas que son poetas de trayectoria van a mis presentaciones porque creo que me aprecian. Yo no mido si el aprecio es por mi persona o por mi poesía, sé que están allí.
– ¿Cuál es tu objetivo en la vida?
Creo que el objetivo de mi vida es que me quieran, ser apreciada y respetada y que la gente diga que buena tipa que es Pipa, no quiero que digan que soy una excelente poeta, porque tampoco pretendo serlo, yo escribo porque es como un impulso que tengo.
– ¿Se trata de inspiración?
Descreo un poco de la inspiración, soy hija de inmigrantes y como tal creo en el trabajo de todos los días, pero también creo en las pulsiones de uno para expresar cosas que no se pueden expresar con el idioma cotidiano. Las inspiraciones de cualquier actitud mía son la naturaleza y el amor.
– ¿No crees que es raro que una persona de 72 años se involucre tanto con las tecnologías?
Eso se lo debo un poco a mi papá, creo que es una cuestión genética y discuto siempre con mi hijo que sostiene que todo es cultura incorporada. Mi padre siempre se las ingenió para tener lo nuevo, lo que le servía. Yo no me voy a comprar ni un lavarropas ni un lavavajillas, pero sí un televisor bien grande, una PC, quiero todo lo que sea necesario para tener el mundo en mí casa. Vivo fascinada por el mundo moderno y creo que Internet te abre una ventana al mundo, puedo estar en todos lados, entrar a los museos, a pesar de que me digan que se llena de virus la máquina, sostengo que algún precio hay que pagar. Además puedo hacer de todo, ahora me compré una multifunción para imprimir yo misma las fotos. Soy moderna y me gusta vivir en un ambiente donde no hay antigüedades. Las antigüedades me gusta conservarlas como recuerdos.
– ¿De que manera aúnas la naturaleza con la tecnología?
La tecnología me permite ver la naturaleza en sus dos partes: una laguna con palmeras y gente enamorada y también ver los sunamis, los terremotos. Como el ser humano, la naturaleza tiene una parte buena y una mala, pero yo trato de ver siempre el lado bueno de todo, soy muy tolerante, aunque por supuesto que me enojo con las injusticias, porque yo me llamo Clara Justa, quiero y me esfuerzo por ser clara en mi discurso y por ser justa en mis actitudes.
– ¿Ahora estas trabajando en lo que será tu próximo libro?
Sí, y no es que me haya adoptado el oficio de poeta, pero cuando escribo 30 poesías las tengo que corporizar. El libro va a tener como poeta invitada a una chica rosarina que vive en las Islas Canarias, Silvia López, y después que lo publique, el año que viene veremos donde lo presentamos. Yo apoyo absolutamente al que como yo no tiene pasado, entonces a ese lo busco, lo invito a publicar en mis libros y on line consigo los registros y todo lo demás.
– ¿Nunca pensaste en una editorial?
No, y no quiero saber nada con las editoriales, a mí me importa mi libro. Yo voy, lo hago como quiero, del color que quiero, la imprenta me lo da y ya está. No me importa que me dé prestigio una editorial. Es más, el día de la presentación, vendo el libro a un precio muy bajo para que todos lo puedan comprar y después lo recaudado es para una biblioteca. Los libros que no vendí los regalo aunque se me critique por eso, pero para defenderme digo que si alguien quiere ganar dinero con esto que lo haga, dependerá de quien lo compre. Yo trabajé de empleada pública y me jubilé de eso, y lo que hago ahora lo hago todo para dar, de todas formas si no les gusta mi libro lo pueden tirar. Yo no me siento de oficio poeta, siento a la poesía como una forma de vivir.
– ¿Es una cuestión de actitud?
A mí me gusta la actitud de servicio y como decía Ronald Barthes la escritura viene desde las pulsiones mas profundas del cuerpo y está vinculada con las partes mas afortunadas del arte. Yo me identifico mucho con eso, por que me gusta la música, y absolutamente todo, si tengo que escuchar 200 cumbias villeras para encontrar una que me guste, lo hago, por que también merece mi análisis, por que en lo popular también hay belleza.
“Nadie sabe la hora / del deleite inequívoco: / alba, mañana o siesta, / la noche más poblada… / el mediodía ardiente… / pero sí todos saben / que se eclipsan los soles en brillantes pupilas / y no se escuchan cantos / por suspiro o gemido. / Nadie sabe la hora / de tantas repetidas muertes”
“Nadie sabe la hora” del libro Sala de Música. Clara Rebotaro
Fuente: Info341 – Silvana Depetris