Llegar hasta al Encuentro de Colectividades y, sobre todo, emprender el regreso puede transformarse en una verdadera odisea no exenta de desorden y descontrol. Embotellamientos, paradas de taxis vacía//… Llegar hasta al Encuentro de Colectividades y, sobre todo, emprender el regreso puede transformarse en una verdadera odisea no exenta de desorden y descontrol. Embotellamientos, paradas de taxis vacías, gente peleando por conseguir un coche y colectivos que demoran casi dos horas son algunos de los obstáculos que cada noche sortean quienes visitaron la fiesta en el Parque Nacional a la Bandera. El público se queja: manifiesta que con estas masivas concentraciones se ponen en evidencia las falencias del servicio público. Pero los responsables del control y seguridad del megaevento coinciden en decir que «no hay lugar en el mundo» donde una reunión de unas cien mil personas se desconcentre en menos de una hora. Es más, aseguran que los operativos se han aceitado con los años y que los atracos son prácticamente inexistentes.
Esto se confirmó la última noche de Colectividades, cuándo más de 100.000 personas llegaron hasta el predio. Lo difícil fue la vuelta.
El operativo de tránsito había comenzado temprano, como cada noche, apenas pasadas las 19, cuando se cortaron los accesos al parque, tanto sobre avenida Libertad -a la altura de San Juan-, como sobre avenida Belgrano -a la altura de Sargento Cabral-.
Los primeros en llegar fueron los cuida coches que se organizan sobre las calles adyacentes y, según los conductores, cobran hasta cinco pesos por «mirar» el vehículo. Eso sí, una vez que se sortea el embotellamiento de autos que se produce por la búsqueda de un lugar libre, recién allí se puede comenzar a disfrutar, al menos hasta que se resuelva volver de la fiesta.
Quizá quienes más sufrieron el regreso son los visitantes que dependen del servicio de transporte público. El panorama para ellos es desolador: tanto las paradas de colectivos como de taxis se encuentran atestadas de gente; dicen que pueden llegar a esperar hasta dos horas por un bondi y que las unidades negras y amarillas brillan por su ausencia.
La demanda de taxis es tanta que durante la desconcentración se generan múltiples peleas e insultos entre los pasajeros; situaciones difíciles que obligaron a los choferes a pedir paradas vigiladas especialmente por agentes policiales.
Durante los días de semana la desconcentración se realizó en promedio a la una de la madrugada, mientras que los fines de semana se extendió hasta cerca de las 4. Esas son las horas pico donde los colectivos circulan atestados y en las paradas los usuarios padecen esperas eternas. «Es un desastre, el otro día esperé el 128 más de una hora y nos llevó como animales arriba del coche», contó indignada Romina, quien esperaba el mismo colectivo en la esquina de Buenos Aires y Córdoba para llegar a su casa en zona sur. Ante la multitud, los inspectores de la Secretaría de Servicios Públicos de la Municipalidad intentaban poner «un poco de orden».
El municipio dispuso inspectores en las paradas más cercanas a la feria, con la idea de que controlen la circulación de los colectivos. Lorena Catuara, una de los agentes, aseguró que «desde el inicio del encuentro controlamos, entre otras cosas, que los coches paren sobre el cordón, que no estén en mal estado, y que la gente pueda subir y bajar como se debe». Según dijo, los colectivos «tienen en general buena frecuencia», pero reconoció que algunos como el 128 demoran más. Esa noche cargaba con un atraso de más de 20 minutos.
Fuente: La Capital