Luego de gestiones de diversos órganos oficiales se obtuvo una copia fiel de la Carta Magna argentina, que se exhibe en la Legislatura de la capital provincial
Luego de gestiones de diversos órganos oficiales se obtuvo una copia fiel de la Carta Magna argentina, que se exhibe en la Legislatura de la capital provincial.
El diputado santafesino Luis Rubeo, no ocultó su orgullo: "En esta Cámara, que me tocó presidir estos años, alcanzamos logros importantes como hacer realidad la madurez política con una coexistencia ejemplar entre todos los partidos políticos pero quizás desde lo simbólico y testimonial sea esta muestra lo más trascendental. Cuando ya no estemos ni se recuerden nuestros nombres este libro estará acá y vendrán niños y jóvenes y sus maestros tendrán una poderosa excusa para fascinarlos con nuestra historia contándoles cómo se hizo la Nación".
El libro al que aludió el presidente de Diputados de Santa Fe es, ni más ni menos, que el texto original de la primera carta fundacional de este país: la Constitución Nacional de 1853 que los convencionales llegados de todo el país juraron en Santa Fe el 1º de Mayo de ese año. Lo de "original" en esta crónica alude al texto redactado porque en realidad se trata de un facsímil del manuscrito. El segundo facsímil que se expone al público en el país. El otro, está en el Salón Azul del Senado Argentino. Ambos son copias íntegramente fieles del escrito, de puño y letra, por José Benjamín Gorostiaga y Juan María Gutiérrez. Ese manuscrito, y por razones obvias, se encuentra atesorado en una bóveda de alta seguridad.
Ambos redactores, junto a Delfín Huergo, se hospedaron en la casa de Hermenegildo Zuviría, apodado "Merengo", y contribuyeron a difundir entre los demás convencionales y hacer famosos para los tiempos los alfajores santafesinos. Gutiérrez, se estima, fue quien también redactó el estatuto por el cual el 27 de febrero de 1853 se creó un espacio para las reuniones −políticas y sociales− de los constituyentes: el Club del Orden que al igual que la Constitución de 1853 cumplió este año su 160 aniversario.
Imbuidos de las ideas positivistas en boga en la época (condensadas por el filósofo Auguste Comte en la consigna "L’amour pour principe et l’ordre pour base; le progrès pour but" que por estos lados resumimos "orden y progreso" tal como reza la bandera de Brasil) el Club del Orden se emparenta con su hermano mayor fundado un año antes en Buenos Aires: el Club del Progreso.
Desde el Club del Orden de Santa Fe, más precisamente de su actual presidente el ex covencional constituyentes de 1994 y ex diputado provincial y nacional, Carlos Caballero, surgió la idea de "repatriar" a la ciudad que fue su cuna el texto constitucional de 1853.
"Es nuestra partida de nacimiento como Nación, un programa íntegro de gobierno, un eximio texto que no carece de belleza ni vuelo en su redacción que fue elogiada en el mundo, sino que es, además, el símbolo acabado del encuentro de los argentinos en estas dos centurias que cumplimos.
En 1853 las condiciones sociopolíticas del mundo y de estas tierras estaban sembradas de razones para el enfrentamiento y la desunión y, sin embargo, nuestros patriotas fueron capaces de superponerse a ellas y dar el instrumento definitivo de nuestra unión nacional y paz duradera. Ello merece no solo el homenaje sino el testimonio como ejemplo a imitar en cada época", se inflamó Caballero Martín durante un discurso ante los defensores del pueblo del país, el 22 de mayo último.
Es que ese día, Santa Fe recibió en una solemnísimo acto un facsímil de la Constitución de 1853 para que sea expuesto de modo permanente en el hall de la Legislatura.
Crucial resultó la intervención de la senadora nacional, Roxana Latorre, representada en el acto por su asesor José Moro. Ella, como presidente de la Comisión Bicameral Administradora de la Biblioteca del Congreso Argentino, terminó de dar la puntada final a una gestión reactualizada con un hilván crucial el propio Rubeo.
Es que la idea de Caballero Martín recibió el beneplácito de todos pero el impulso de pocos. Uno de esos pocos fue Bistoletti, quien trasladó la idea a la asociación que nuclea a los defensores del país, Adpra, que en su plenario nacional de marzo de 2012 decidió gestionar ante el Congreso el traslado del texto a Santa Fe. "Pedimos un préstamo con motivo del 160 aniversario aunque nuestra idea era insistir para que se radicase definitivamente en su cuna", comentó a este diario, Bistoletti.
La gestión estuvo a punto de naufragar hasta que Rubeo, se constituyó en el Congreso. Se enteró de dos datos cruciales: el primero fue que el libro que se pedía a préstamo no era el manuscrito original porque ese está guardado y el otro dato es que la cuestión estaba bajo responsabilidad de una santafesina, la senadora Latorre. "Fue reunirnos una vez y se destrabó el trámite. La senadora propuso esta idea y la Biblioteca nos hizo una réplica idéntica para traer y dejar definitivamente a Santa Fe. El Congreso se la mandó a Bistoletti y éste nos la cedió mediante un acta que firmaron los defensores del país, a la Cámara de Diputados santafesina para se exponga permanentemente", dijo Rubeo a LaCapital.
Tan contento quedó que en la siguiente sesión del cuerpo hizo instalar en centro del recinto el libro forrado en cuero marrón, con letras doradas dentro de su caja de igual y hermosa confección.
La Capital