El 24 de mayo de 1810, el Cabildo aprobó la designación de una Junta de Gobierno presidida por el ex virrey Baltasar Cisneros, acompañado por los vocales Juan Nepomuceno Solá, sacerdote criollo; el comerciante José Santos Incháurregui, un vasco partidario de Martín de Álzaga, y otros dos criollos: Cornelio Saavedra y Juan José Castelli. Los cuatro habían votado en contra de la continuidad del virrey. La junta juró ese mismo día y enseguida entró en funciones. Pero los jefes revolucionarios no estaban de acuerdo con la permanencia de Cisneros, y le pidieron a Saavedra y Castelli que renunciaran, lo que hicieron sin más tardanza. El resto de los miembros, incluido el ex virrey, también renunció.
La renuncia de Cisneros se consiguió luego de que lo visitara en su residencia una delegación de patriotas, encabezada por Saavedra y Castelli. El ex virrey no tuvo más remedio que aceptar sus exigencias.
Concretadas las renuncias, el poder regresó al Cabildo, que entonces tuvo que elegir a los miembros de una nueva junta. El síndico Leiva intentó una nueva maniobra, pero sin éxito. Las autoridades del Cabildo fueron de nuevo presionadas por French y Beruti, líderes de los chisperos.
No tuvieron entonces otra salida que aceptar la nueva lista de miembros que le presentaron. Al día siguiente se formaría una junta de gobierno que quedaría en la Historia.
Cómo era la Ciudad de Buenos Aires en 1810
Para 1810 en el territorio de nuestro país habitaban menos de 400.000 habitantes, de los cuales 40.000 pertenecían a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por ese entonces, Buenos Aires era una ciudad sucia y descuidada, pues no se contaba con un sistema de recolección de residuos, sumado a las aguas estancadas y animales muertos que era bastante común encontrar en el camino. Esto producía una alta circulación de enfermedades entre los ciudadanos, en una ciudad equipada con apenas 2 hospitales y 8 médicos.
Algunas de las enfermedades más comunes de la época eran: fiebres catarrales, sífilis, tuberculosis, asma, tétano, rabia e hidropesía. Durante el período colonial, Buenos Aires sufrió tres epidemias históricas: la viruela en 1805, el sarampión en 1809 y la disentería entre 1810 y 1812.
En la esfera del ocio, el teatro era muy habitual en ese entonces. Se interpretaban obras que hacían alusión a la Revolución y resultaban siendo muy aclamadas por el público. Debido a esto, el gobierno colonial clausuró “La casa de Comedias”, único teatro de Buenos Aires. Los bailes y las sombras chinescas eran eventos muy concurridos y los juegos de dados y cartas predominaban en las clases populares. Las pulperías eran un lugar de encuentro fundamental en la vida cotidiana de estos estratos sociales. En cuanto a la clase alta, se distinguían por un gran consumo de literatura, asistencia a reuniones y tertulias donde se debatía de diversos temas, desde política y arte hasta ciencia y filosofía.
La gastronomía era bastante variada y muchas de las comidas típicas llevaban carne ya que el ganado era cimarrón (salvaje) por lo que tenía un costo muy bajo. Algunos platos típicos de esa época son: puchero, carbonada, locro, sábalo, empanadas y asado de vaca. Entre los postres, los más usuales eran el arroz con leche, yema quemada, mazamorra, torrejas y pastelitos de dulce de membrillo de batata.
Semana de Mayo: qué pasó el 24 de mayo de 1810 se publicó primero en Billiken.
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