Un año sin Alianza. La convocatoria del Diálogo repercutió en todo el país. Distintos credos religiosos se unieron en el Pasaje Juramento para manifestar contra la violencia. La convocatoria lanzada por la mesa ampliada del Diálogo Argentino a rezar por la paz congregó ayer en Rosario a unas 300 personas. El acto tuvo una composición heterogénea y todas las organizaciones religiosas presentes hicieron sentir un simbólico grito frente a la explanada del Monumento a la Bandera: «No a la violencia, sí al diálogo», una consigna que se constituyó en el eje dominante de todos los discursos, antes o después del acto central. Esta manifestación se produjo a la misma hora, a las 19, en todo el país con aplausos, bocinazos y la entonación del Himno Nacional Argentino.
El esfuerzo y la generosidad con los que las organizaciones religiosas se unieron para clamar paz en estos tiempos violentos contrastó con la peligrosa muestra de indiferencia de la sociedad rosarina. Por esas horas, muchísima gente transitaba la peatonal Córdoba mirando vidrieras o tomaba café en los bares, como si el recuerdo fatídico de hace un año lo hubiesen visto en una película ajena a su realidad.
Pese a eso, los que llegaron hasta el Pasaje Juramento lo hicieron con toda la buena voluntad para tratar de torcer el destino violento que caracteriza a la sociedad argentina.
Padres junto a sus hijos, ancianos y religiosos de todos los credos incrustaron una cinta celeste y blanca en su pecho, tararearon canciones con contenidos pacíficos y conversaban en pequeños o grandes grupos en una muestra de confraternidad que merece ser resaltada, más allá de la apatía con la que se encontraron en los alrededores del Monumento.
Uno de los primeros en llegar fue el arzobispo de Rosario y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Eduardo Mirás. El religioso se mostró simpático con la prensa y accedió a responder a todas las preguntas, incluidas las del candente mapa político actual.
«Todo son internas, peleas de hombres contra hombres y de partidos contra partidos, y la ciudadanía todavía no conoce por quién va a poder votar dentro de poco tiempo», se quejó Mirás, pero exhortó a la gente a insistir en el cambio social y político, «pero siempre en el marco de la legalidad, sin apelar a la violencia».
El arzobispo bregó para que la gente se manifieste en forma pacífica en el aniversario de la caída de Fernando de la Rúa, aunque reconoció que la situación es difícil. «Esos casos nunca se pueden prever, pero ojalá que no sucedan», acotó.
Minutos antes de empezar el acto, el intendente Hermes Binner (a quien ayer Rubén Giustiniani ratificó como posible candidato a presidente) y la mayoría de los funcionarios de su gabinete se hicieron presentes en la cita ecuménica. «La situación sigue siendo difícil, pero en Rosario hay una gran red de solidaridad que permite contener los casos más urgentes», dijo. Cuando se le preguntó por la poca cantidad de público, el intendente analizó: «La gente tiene temor de participar por lo que pasó hace un año».
En representación del gobernador Carlos Reutemann asistió el flamante secretario de Seguridad, Carlos Carranza, además de otras autoridades civiles y de las fuerzas de seguridad.
Además de Mirás, en representación de los distintos credos religiosos hablaron Pascher Scherbi, de la Unión Islámica de Rosario; Sergio Rojas, de la Iglesia Prebisteriana San Andrés, y Leónides Yrure, de la Iglesia Católica Ortodoxa. El referente de la comunidad judía rosarina, Mario Hendler, no pudo asistir pero mandó un mensaje de adhesión.
Una muestra de la tolerancia religiosa fue la exhibición de muñecos con los rostros de Adolfo Pérez Esquivel, Mahatma Gandhi, la madre Teresa de Calcuta, Martin Luther King y Rigoberta Menchú.
El acto culminó con un minuto de silencio para las víctimas de la violencia, la injusticia y la desnutrición. Luego de ese gesto, todos entonaron a viva voz el Himno Nacional.