El rescate de los míticos bares rosarinos llegó para quedarse. El Café de la Flor, el espacio que en los 80 supo convocar a la Trova Rosarina, reabre sus puertas hoy.
Los nuevos dueños quieren «escribir una nueva página» en la historia del bar. |
El rescate de los míticos bares rosarinos llegó para quedarse. El Café de la Flor, el espacio nocturno de Mendoza 862 que en los 80 supo convocar a la Trova Rosarina y a distintas personalidades de la cultura local, reabre sus puertas hoy, a las 20.30. Dos de sus tres nuevos dueños eran apenas pibitos y el otro ni había nacido, cuando a comienzos de la democracia el lugar era frecuentado por Baglietto y Fito Páez, y actuaba Quique Pesoa en su escenario de café concert. No obstante los tres flamantes socios -Paulo Galletti, José Pablo Buzzo y Ernesto Crocenzi- se han empecinado en rescatar la magia de esa época pensando en la ciudad de hoy. «Queremos escribir una nueva página de esa vieja historia», dicen antes de garantizar que habrá «buena música, tapas y vino» en un espacio con capacidad para 180 personas, dos salas de teatro en simultáneo y patio de verano. Y así, los empresarios se suman a los nuevos emprendimientos culturales y comerciales que están cambiándole la cara al rincón del centro que rodea al teatro El Círculo.
Pero además, el Café de la Flor ahora es parte de la cadena de bares históricos que han revivido en los últimos tiempos en la ciudad, al compás de la reactivación y el boom gastronómico. El Olimpo (Corrientes y Mendoza), El Cairo (Sarmiento y Santa Fe) y el Restaurante La Opera (ex Café La Opera de Laprida y Mendoza), son sólo algunas muestras.
El frente amarillo de la casona de este café luce rejas originales de principio de siglo pasado; un detalle que hace juego con su clásica puerta principal de madera, el ventanal de vitraux ubicado detrás de la barra y una estructura de hierro que sostiene un entrepiso en el patio. En la entrada se ubica el escenario mayor rodeado de mesas y el espacio VIP, con sofás y luz intimista, «un ambiente lounge (tranquilo)», según indican los dueños. En la trastienda, una sala menor para teatro under, y todo tipo de actividades culturales y talleres.
«Cuando le comentamos a uno de sus antiguos dueños que hoy vive en Suiza (Guillermo Garavelli) que reabríamos bajo el mismo nombre de hace dos décadas, nos hizo prometer que mantendríamos la magia y el buen gusto del lugar. Aquí se podrá escuchar buena música -desde jazz a rock-, ver teatro, shows y muestras acompañados de las mejores picadas de la ciudad. No importa la edad: sólo basta tener buen oído, vista y paladar», remarcó Galletti.
Cueva de Fito y Baglietto
En los 60 y los 70 comenzó la moda del café concert a la que Rosario no estuvo ajena. Espectáculos de nivel y más económicos en producción que el teatro convencional se instalaron en los bares. El abanico de propuestas era amplio. Unipersonales y obras con elencos reducidos, humor, música popular y revista, eran parte del menú que a partir de Junio del 80 también se ofreció en la casona del Café de la Flor. El primer fin de semana hubo jazz y folclore de primera: el Mono Villegas y el Cuchi Leguizamón.
Pero la cosa no terminó allí. Los miércoles a la noche, Fito tocaba el piano con su banda Staff. Y dicen algunos parroquianos de esos tiempos que, luego de su separación del grupo Irreal, Juan Carlos Baglietto le dio un vuelco a su carrera y decidió seguir como solista tras subirse al escenario de este café. Baglietto juntó allí una noche a Fito, Silvina Garré, Rubén Goldín, al Zappo Aguilera y a Maxi Ades para grabar un casete por el que luego consiguieron un contrato en la EMI.
Para ver
Mañana se reinaugura el escenario del Café de la Flor con la obra «Una mujer con sombrero», una puesta de humor y malabares protagonizada por Elena Guillén. Actuará como artista invitado Martín Rodríguez.
Fuente: diario La Capital – Laura Vilche – Foto: Sergio Toriggino