Y sí. La gente se animó y bailó. Primero tímidamente, después contagiada, y «Monumental Tango» cerró a pura milonga. Después de haber sorteado una suspensión por mal tiempo, la segunda edición del espectáculo que reúne en el Monumento a la Bandera música y baile al ritmo del 2 por 4 terminó en éxito. La jornada convocó a la Orquesta Rosario Tango, al Ballet Municipal de Danzas Argentinas, a las parejas de baile de Graciana y Juan Carlos y de Marisa y Ricardo (esta última con ballet propio) y al conjunto Tritango, con el violinista Pedro Mario García como músico invitado. Frente a ellos, un público que ocupó al patio cívico hasta algo más de la mitad y se diseminó esparcido por las escalinatas del fondo disfrutó del espectáculo, y algunos se animaron a bailar.
Ya desde el principio los más consecuentes habían ocupado las primeras escalinatas, y detrás de ellos se fueron ubicando los que se llegaron al Monumento con sus reposeras. Ellos formarían la platea preferencial del show. Algo que puede resultar curioso pero tiene explicación es que, a pesar de estar vacía una parte del patio cívico, mucha gente se quedó parada mirando el espectáculo cerca del escenario. Es que el tango es más intimista, más para disfrutar de cerca, y no suena a música de megarrecital.
La Orquesta Rosario Tango, dirigida por Omar Torres, fue la encargada de abrir el recital. Lo hizo con «Amanecer», de Roberto Firpo, a la que siguió «Cordón», un homenaje bello de Chico Novarro al simple cordón de la vereda en la voz de Enrique Sanfilipo. El cantante volvería luego con Tritango para abrir la milonga. A «Cordón» le siguió «Lo que vendrá», que al maestro Torres le sirvió para calificar de premonitorio, porque fue «lo que vino después de Piazzolla».
Torres se permitió comentarios entre tema y tema, no dejó ni un solo pase sin contar o explicar algo. La orquesta cerró con «Absurdo» como yapa.
Les siguió el Ballet Municipal de Danzas Argentinas, que dirige Vicki Acosta, y que bailó dos coreografías: la primera, un estudio sobre la obra de tango del mismo Torres, y la última, quizás la más emotiva, «Nostalgias tangueras», un popurrí de melodías tradicionales, desde la «Cumparsita» pasando por alguna milonga hasta un ritmo de malambo.
Pero el municipal no fue el único ballet. La exitosa pareja de Marisa y Ricardo llevó el suyo propio, cuatro parejas que hicieron una coreografía previa al ingreso de sus maestros.
Marisa y Ricardo impactaron en el escenario, y arrancaron quizás los aplausos más calientes, primero con una coreografía vertiginosa de la «Cumparsita», y después con un candombe.
Antes y después de ellos, Graciana y Juan Manuel ofrecieron lo suyo, y por último el Tritango dio el pie para que se armara el bailongo. «Mi idea es que al final se transforme en una gran milonga popular, que participe la gente en un baile tan nuestro como es el tango», había dicho minutos antes de que empezara el espectáculo Sanfilipo, organizador y alma de Monumental Tango. Y el público no lo defraudó. Primero lo hicieron Gustavo y Adela y Ana y Alberto (curioso, Adela no tenía vergüenza de bailar pero sí de decir su nombre). Pero cuando promediaba «Naranjo en Flor», la cita ya era una fiesta.
Jorge Pichi Cetta, presentador del espectáculo, tuvo trabajo extra. Los huecos entre número y número se hacían demasiado largos, pero el hombre los supo llenar, y recogió su propio caudal de aplausos con un poema lunfardo de Celedonio Flores y dos versos de Julián Centella.