México y el litio, entre el suelo y la esperanza
Por Mauricio Herrera Kahn. Pressenza.com. Medio Ambiente
No es potencia, pero ya decidió que el litio es de México. Y eso, en estos tiempos, vale más que cualquier tonelada exportada
Un país que despierta tarde
México tiene litio, no tiene grandes salares como Bolivia ni minas centenarias como Australia, pero tiene un subsuelo que comenzó a hablar hace poco. El país se suma tarde a la carrera global del litio pero llega con algo que muchos ya perdieron: el deseo de soberanía. Y esa sola palabra lo cambia todo.
Las reservas bajo Sonora
El litio en México se concentra principalmente en el estado de Sonora, en el norte del país. Según estimaciones del Servicio Geológico de Estados Unidos, las reservas identificadas alcanzan las 1,7 millones de toneladas de litio contenido, lo que equivale a unas 9 millones de toneladas de carbonato de litio equivalente (LCE). Eso posiciona a México entre los diez países con mayores reservas del mundo.
Aunque aún no es un productor relevante, esas cifras ya lo ubican como un actor estratégico. El llamado Proyecto Sonora, el mayor yacimiento conocido en el país, podría transformar el mapa regional de la industria si llega a desarrollarse a gran escala.
Yacimientos, capacidades y participación estimada
México aún no produce litio en forma sostenida pero ya ha identificado una serie de proyectos estratégicos. Aquí los principales:
1. Bacadéhuachi (Proyecto Sonora, Sonora)
• Capacidad estimada Fase 1: 17.500 toneladas LCE/año
• Capacidad Fase 2: 35.000 toneladas LCE/año
• Participación estimada en total nacional: 90 %
• Empresa: Ganfeng Lithium (China)
2. La Ventana (Sonora, zona contigua al Proyecto Sonora)
• Capacidad estimada: en exploración
• Participación proyectada: 5–7 %
• Empresa: LitioMX (propiedad del Estado mexicano)
3. Cerro Prieto (Zacatecas)
• Capacidad estimada: exploración preliminar
• Potencial teórico: hasta 5.000 toneladas LCE/año
• Participación nacional estimada: 2–3 %
• Empresa: LitioMX
4. Yacimientos menores en Chihuahua y Jalisco
• Capacidad conjunta estimada: < 2.000 toneladas LCE/año
• Participación nacional: < 1 %
• Empresas: en evaluación técnica estatal y privada
Totalizando todas las proyecciones, México podría alcanzar una capacidad nacional instalada de 35.000 a 45.000 toneladas LCE/año, lo que equivaldría a un ingreso bruto potencial entre USD 700 millones y USD 900 millones anuales, dependiendo del precio internacional.
Nacionalización en pleno siglo XXI
En 2022 el presidente Andrés Manuel López Obrador impulsó una reforma legal que declaró el litio como un recurso estratégico propiedad exclusiva de la nación. Se prohibió su explotación por privados y se creó la empresa estatal LitioMX para administrar todo el proceso, desde la exploración hasta la producción.
La medida fue celebrada por sectores progresistas y criticada por el empresariado y medios internacionales que la catalogaron como populista. Pero en el fondo lo que se disputaba era quién tendría el control del recurso antes de que entrara al mercado global. México eligió el camino de la defensa soberana.
El desafío de las arcillas
A diferencia del litio de salmuera más común en Sudamérica, el litio mexicano está contenido en arcillas, un tipo de yacimiento más difícil y costoso de explotar con tecnologías convencionales. No existen aún procesos plenamente rentables y escalables para extraer litio de arcillas a gran escala. Esto representa un desafío industrial clave.
La empresa China (Ganfeng) ha prometido desarrollar tecnología propia para superar este escollo pero aún no hay resultados concretos. La empresa estatal LitioMX, por su parte, busca alianzas internacionales para acceder a conocimientos técnicos pero el camino es complejo. México tiene litio pero no tiene aún cómo sacarlo del todo.
México frente a los gigantes
En términos de producción efectiva, México aún no figura en los rankings globales. En 2023 su producción fue prácticamente nula y para 2024 se espera una extracción piloto inferior a las 1.000 toneladas LCE. En contraste, Australia produjo más de 86.000 toneladas, Chile superó las 45.000 y China bordeó las 25.000.
Pero a diferencia de esos países donde la mayoría del litio está en manos privadas o extranjeras, México ha puesto el tema en la arena pública. Su apuesta es política antes que comercial. No produce litio aún pero ya decidió que el recurso no será mercancía de otros.
El valor que aún no se cobra
Si se considera un precio promedio de USD 20.000 por tonelada de LCE en el mercado internacional y se proyectan 35.000 toneladas anuales como meta del Proyecto Sonora, México podría aspirar a exportaciones por USD 700 millones anuales en su etapa madura.
Si logra avanzar en tecnologías propias y ampliar la explotación a otros yacimientos, las cifras podrían escalar a más de USD 1.500 millones por año. Nada despreciable para un país que aún no explota ni una tonelada de forma sostenida.
La paradoja mexicana
México no está entre los mayores productores pero sí entre los pocos países que han declarado el litio como propiedad nacional. Mientras en Chile se negocia con privados, en Argentina lo controlan las provincias y en África se lo llevan las mineras, México ha puesto el pie firme. Aún no cobra pero ya decidió quién debe cobrar.
La paradoja es brutal. No tiene experiencia minera de litio, no tiene tecnología propia pero tiene una ley que defiende el recurso como estratégico. Puede quedarse atrás en volumen pero si acierta en política industrial, puede dar un salto soberano cuando otros estén atrapados en contratos mal firmados.
Tres tareas urgentes para México
Uno, resolver la tecnología de extracción en arcillas. Dos, construir capacidad industrial para transformar litio en baterías o productos de valor agregado. Tres, blindar políticamente a LitioMX frente a cambios de gobierno que puedan revertir lo avanzado.
La historia de los recursos naturales en América Latina está llena de proyectos nacionalistas saboteados por lobbies, tratados o transiciones políticas. México está a tiempo de consolidar un modelo diferente pero el reloj ya corre.
Epílogo
El litio mexicano no será el más puro ni el más fácil de extraer pero es de México. Y eso vale más que cualquier tonelada de espodumeno. La decisión de defenderlo desde el Estado puede parecer arriesgada pero es valiente. Porque no se trata solo de exportar, se trata de decidir.
El mundo corre por el litio, México apenas camina pero lo hace con dignidad. Y si logra convertir sus reservas en una industria nacional, con empleo, valor agregado y soberanía, entonces su retraso será su ventaja. Porque cuando otros ya estén amarrados, México aún podrá elegir.
Mientras otros miran el litio como mercancía, México lo empieza a mirar como posibilidad. Y en un planeta donde cada gramo de litio será disputado como si fuera oro, tenerlo y protegerlo es más que un acto técnico, es un acto político. Y eso, en estos tiempos, es lo que más escasea.
Mauricio Herrera Kahn
Nota original en: PRESSENZA.COM