
Meta utilizó LibGen, una base de datos ilegal con libros académicos protegidos por derechos de autor, para entrenar su IA.
El escándalo va más allá de una infracción legal: plantea un conflicto ético sobre cómo las grandes tecnológicas se apropian del conocimiento colectivo en nombre del progreso.
En un contexto donde los derechos de autor ya son objeto de debate por su impacto en el acceso al conocimiento, Meta ha dado un paso aún más polémico: utilizar contenidos pirateados para alimentar su inteligencia artificial. El gesto revela no solo una práctica cuestionable, sino una lógica extractiva que atraviesa todo el modelo económico de las big tech.
Cuando Meta también piratea

Según una reciente investigación de The Atlantic, Meta recurrió a LibGen, un archivo digital ilegal que recopila libros académicos sin autorización de los editores. Entre los materiales extraídos figuran obras científicas, capítulos y publicaciones con derechos reservados. Lejos de tratarse de un error técnico o un descuido, la empresa optó deliberadamente por esta vía para nutrir a sus modelos lingüísticos generativos.
El caso es una paradoja: Meta, que suele censurar contenidos por infracciones mínimas de copyright, usó para sus propios fines una plataforma que ha sido perseguida durante años por las grandes editoriales. Lo más inquietante es que no lo hizo para liberar conocimiento, sino para reforzar una tecnología comercial cuyo objetivo final es rentable, no educativo.
Derechos de autor, conocimiento y desigualdad

En el mundo académico, los derechos de autor rara vez benefician al autor. Publicar artículos, libros o capítulos no implica ingresos para los investigadores, mientras que las editoriales obtienen ganancias millonarias. Para muchos, plataformas como LibGen o Sci-Hub son el único modo de acceder a trabajos fundamentales, incluso en países con buenas bibliotecas universitarias.
Pero eso no significa que su uso esté libre de tensiones. Que Meta se aproveche de esta dinámica añade una capa más de explotación. Lo que nació como una herramienta de resistencia al sistema editorial, se convierte aquí en materia prima para una inteligencia artificial creada por una de las corporaciones más poderosas del mundo.
El verdadero problema no es la piratería

Meta no es un actor neutral en la economía del conocimiento. Su decisión de utilizar bases de datos pirateadas no representa una lucha contra el copyright, sino una nueva forma de extracción. No se trata solo de violar derechos legales, sino de apropiarse de una cultura compartida, eliminando a quienes la produjeron del proceso.
El desarrollo de la IA, en manos de corporaciones como Meta, está repitiendo las peores prácticas del capitalismo digital: uso sin reconocimiento, sin contexto y sin justicia. El conocimiento académico, generado con esfuerzo colectivo, termina reciclado como recurso gratuito para una máquina diseñada con fines privados.
La solución no pasa por idealizar los derechos de autor tradicionales, pero tampoco por rendirse ante un modelo que considera legítimo saquear el conocimiento bajo el pretexto del avance tecnológico. Esta es una nueva batalla por la propiedad cultural, y no conviene a nadie que sea ganada por los mismos de siempre.
Nota original en: GIZMODO