Basado en la historia,el Sr.Alberto Umpiérrez propone que el estado uruguayo le rinda homenaje al Coronel argentino Manuel Dorrego…
Basado en la historia,el Sr.Alberto Umpiérrez propone que el estado uruguayo le rinda homenaje al Coronel argentino Manuel Dorrego.
El 14 de setiembre de 2007, el Gobierno y el Comando del Ejército Argentino, con la presencia del matrimonio Kirchner y del Comandante del Ejército paraguayo, confirió el nombre histórico de «Mariscal Francisco Solano López» al Grupo de Artillería Blindado 2, asentado en Rosario del Tala, Entre Ríos.
Es un gesto de gran importancia, porque no es común que un ejército designe a sus unidades con nombres de Jefes de Estado extranjeros, menos aun de uno que fue combatido por el propio Ejército Argentino que ahora decide homenajearlo.
La idea que propongo sigue la misma filosofía integracionista, pero procurando concretar un gesto orientado a recomponer la relación fraterna con el Estado y el Pueblo argentino.
La propuesta consiste en designar con el nombre de «CORONEL MANUEL DORREGO» a un Batallón o Regimiento del Ejército Uruguayo, preferiblemente alguna unidad militar que tenga su asiento en el Litoral del Río Uruguay, frontera con la República Argentina.
Sería muy bueno, además, que este gesto coincida con el cambio de caras visibles en los Ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores, a los efectos de establecer un cambio en la tónica del relacionamiento.
¿Por qué el Coronel Manuel Dorrego?
Hay algunos momentos en la vida de este personaje histórico que resultan méritos suficientes para realizar un homenaje del tipo que se propone.
El Coronel Manuel Dorrego, siendo aun joven Coronel del Ejército porteño en el marco de la guerra contra España, luchó contra las fuerzas artiguistas «insubordinadas», siguiendo ordenes del Directorio porteño, particularmente de su jefe inmediato el General Carlos María de Alvear durante el año 1815. Fue derrotado en la batalla de Guayabos y luego en Santa Fe.
Al producirse la invasión portuguesa de la Provincia Oriental en 1816, es uno de los altos oficiales porteños que defiende al General José Artigas y acusa de alta traición al gobierno de Martín de Pueyrredón por su complicidad con los portugueses, exigiendo la inmediata declaración de guerra al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves.
Por ese motivo es exiliado a los Estados Unidos, concretamente a la ciudad de Baltimore que, casualmente desde su arribo, se transforma en el principal centro de reclutamiento y actividad de los corsarios afiliados la causa artiguista.
A su retorno a Buenos Aires, acogiéndose a la amnistía dictada después de la derrota definitiva de Artigas, Dorrego asume el rol de principal vocero del Federalismo Republicano, tanto en los medios de prensa como en la Asamblea Constituyente.
Es uno de los principales promotores de la Cruzada Libertadora organizada por el Brigadier Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe en Buenos Aires entre 1824 y 1825. Y es también, junto al Mariscal Antonio José de Sucre, uno de los más fervientes partidarios de la guerra contra el recién creado Imperio del Brasil a los efectos de recuperar los territorios usurpados por este durante los tiempos caóticos de la decadencia española y la revolución emancipadora.
En 1827, después de la batalla de Ituzaingó, el entonces Presidente argentino Bernardino Rivadavia llega a un acuerdo con el Imperio del Brasil por el cual se devuelve la Provincia Cisplatina. Esta claudicación determina su derrocamiento y el asenso del Coronel Dorrego al Gobierno de Buenos Aires como encargado de las Relaciones Exteriores de las Provincias Unidas. Dorrego resuelve continuar la guerra hasta lograr un acuerdo más conveniente a los anhelos del Pueblo Oriental expresados en las Leyes del 25 de Agosto de 1825.
Es Dorrego quien destituye del comando del Ejercito Republicano al General argentino Carlos María de Alvear, poniendo en su lugar al oriental Juan Antonio Lavalleja, y designando a las fuerzas argentinas como «auxiliares» del ejército oriental, haciendo honor a un viejo reclamo artiguista.
Es del Coronel Dorrego la idea de organizar la Campaña de las Misiones Orientales, también de clara inspiración artiguista, al frente de la cual se puso por cuenta propia el Brigadier Fructuoso Rivera, perseguido por Manuel Oribe.
Es del Coronel Dorrego también la idea de procurar la insurrección republicana en Rio Grande do Sul, a los efectos de debilitar al gobierno del Emperador del Brasil Dom Pedro I.
Y es el Coronel Manuel Dorrego quien, después de tres años de guerra y frente a la desfinanciación del Estado argentino, resuelve transar con el Imperio del Brasil, con mediación británica, en los términos de la Convención Preliminar de Paz firmada el 27 de agosto de 1828, por la cual nace el Estado de Montevideo, luego República Oriental del Uruguay, a la vida independiente.
Por haber logrado la independencia de la Provincia Oriental, el partido unitario de Bernardino Rivadavia lo acusa de «traición» y promueve el amotinamiento de las tropas de veteranos repatriados de la guerra con Brasil al mando del General Juan Lavalle. Su aliado Juan Manuel de Rosas insta a Dorrego a recurrir al auxilio de las tropas de Estanislao López, ya que ellos no podían armar un ejército apto para enfrentar en Buenos Aires al numeroso y experimentado ejército de Lavalle. Finalmente, derrotado y cautivo en el combate de Navarro, es fusilado pocos días después, el 13 de diciembre de 1828.
La República Argentina lo tiene actualmente entre sus grandes héroes, justamente reivindicado.
En el Uruguay seguramente hay consenso a nivel de los Partidos Políticos e historiadores, respecto de la importancia y valía de esta personalidad determinante de nuestra independencia.
Por tanto, me parece de estricta justicia histórica y políticamente muy oportuna, la realización de un Homenaje al Coronel Manuel Dorrego del tipo que se propone.
Alberto Umpiérrez
MANUEL DORREGO Y LA BANDERA URUGUAYA
La bandera uruguaya, la misma que tenemos hasta el día de hoy, ES EN SÍ MISMA UN HOMENAJE AL CORONEL MANUEL DORREGO. Esta interpretación surge con absoluta claridad de los siguientes hechos.
El primer Pabellón del Estado uruguayo independiente es creado por la Honorable Asamblea General Constituyente y Legislativa el 16 de diciembre de 1828 en los siguientes términos:
«Artículo único.- El pabellón del Estado será blanco con nueve listas de color azul celeste horizontales y alternadas, dejando en el ángulo superior del lado del asta un cuadrado blanco en el cual se colocará un Sol».
Esta sustituye a la enarbolada por los «Treinta y Tres Orientales» que fuera asumida como pabellón provisorio de la Provincia Oriental por la Asamblea de Florida el 25 de Agosto de 1825. En la de 1825 hay una clara referencia a los colores de la Federal Artiguista que no por casualidad son también los colores del Paraguay.
Hay varios detalles interesantes:
1) Los colores y el Sol de la bandera uruguaya son los mismos que lucía en aquel entonces la bandera argentina. El mismo tono de azul y blanco que inspiró la bandera de las Provincias Unidas de Centro América en 1821 y luego pervivió en todas las banderas de las repúblicas centroamericanas emergentes.
2) Las 9 listas azules, sin lugar a dudas representan a los 9 departamentos que existían en aquel entonces en el Estado Oriental, referidos luego en la Constitución de 1830: «Artículo 1.- El Estado Oriental del Uruguay es la asociación política de todos los ciudadanos comprendidos en los nueve Departamentos actuales de su territorio.»
3) Tanto el diseño de la bandera como el referido artículo primero de la Constitución son de evidente inspiración FEDERAL NORTEAMERICANA. Considérese que la bandera de los Estados Unidos de América tiene 13 franjas que representan a los 13 Estados fundadores de la Confederación.
Esta consideración sobre la obvia similitud entre la bandera uruguaya y la norteamericana deja en evidencia un error de diseño, que fue subsanado luego. La bandera norteamericana tiene 13 franjas en total, entre rojas y blancas, mientras que el primer pabellón Oriental propone 9 franjas azules sobre un fondo blanco, lo cual da un total de 19 franjas blancas y azules (casualmente el número actual de departamentos de la República). El diseño original fue modificado por Ley de 11 de junio de 1830, estableciendo que serían cuatro (4) franjas azules sobre fondo blanco, o sea, 9 franjas en total, una por cada Departamento. Ahora sí resulta absolutamente claro que el modelo que se pretendió utilizar desde el principio fue el de la bandera FEDERAL norteamericana, y antes se había cometido un error.
El error del 16 de diciembre de 1828 se cometió debido al apuro que se exigía y a la presión que se ejercía desde el Poder Ejecutivo provisorio en aquellos días. Esto surge de la propia comunicación por la cual el Presidente de la Asamblea, Silvestre Blanco, le comunica al Gobernador Joaquín Suárez que: «en sesión del día anterior, ha acordado en contestación a la nota del Excelentísimo señor Gobernador y Capitán General sustituto…», transcribiendo luego la resolución referente al diseño del Pabellón Oriental.
¿Por qué el apuro y las presiones? Es muy claro si vemos la secuencia de hechos políticos:
1) El 1º de diciembre de aquel año se produce el motín unitario dirigido por el General Juan Lavalle al mando de las tropas veteranas de la guerra del Brasil.
2) Las milicias del Coronel Dorrego son derrotadas en Navarro el día 10 y poco después el depuesto Gobernador queda prisionero del General Lavalle.
3) El día 13 de diciembre se produce el fusilamiento de Dorrego y ese mismo día Joaquín Suárez decreta desde Canelones el cese de las autoridades «extranjeras» (brasileñas y argentinas) en nuestro país. Seguramente se pretende, con carácter urgente y dada la extrema gravedad de los hechos en Buenos Aires, evitar que la guerra civil ya desencadenada entre unitarios y federales incendie también el territorio Oriental.
4) Solo 3 días después del magnicidio, seguramente ya en conocimiento de los constituyentes, se aprueba el primer diseño del Pabellón, con los colores y el Sol de la bandera argentina en una disposición semejante a la bandera FEDERAL norteamericana. El mensaje no deja lugar a dudas.
Alberto Umpiérrez