
Las Orcas del Estrecho claman su protección
Por Pedro Pozas Terrados. Pressenza.com. Medio Ambiente
En las últimas temporadas, la atención mediática se ha volcado sobre las orcas (Orcinus orca) que habitan o transitan por la zona del Estrecho de Gibraltar, especialmente cerca de las costas de Barbate (Cádiz), debido a una serie de interacciones con embarcaciones, muchas de ellas catalogadas erróneamente como «ataques». Sin embargo, lejos de un comportamiento agresivo sin motivo, estas acciones podrían esconder una advertencia ecológica, un grito de alarma de una especie altamente inteligente que sufre las consecuencias del aumento de la presión humana en su entorno natural.
Las orcas del Estrecho no son solo animales marinos más: son miembros fundamentales del ecosistema oceánico, poseen capacidades cognitivas excepcionales, culturas propias dentro de cada grupo social y muestran una evidente conciencia sobre su entorno. Por todo ello, deben ser protegidas o como recursos, sino como sujetos de derecho.
Su importancia ecológica
Las orcas ocupan la cúspide de la cadena alimentaria marina. Su presencia es indicador de salud oceánica: regulan las poblaciones de otras especies marinas, y su rol como súper depredadoras permite mantener el equilibrio entre especies depredadoras medias y presas más pequeñas.
La desaparición o el desplazamiento forzoso de una población de orcas tienen efectos en cascada, alterando la composición trófica de su hábitat y afectando indirectamente a actividades humanas como la pesca. Además, forman parte de un equilibrio invisible pero vital para el océano: su excremento, rico en nutrientes como hierro y nitrógeno, ayuda a fertilizar las aguas, estimulando la proliferación del fitoplancton, base de la cadena alimentaria y regulador del CO₂ atmosférico.
Por tanto, proteger a las orcas es también proteger el clima, la biodiversidad marina y la sostenibilidad del planeta.

Imagen realizada por Pedro Pozas Terrados con IA
¿Qué está ocurriendo en Barbate?
Desde 2020, se han registrado numerosas interacciones de orcas con veleros y embarcaciones de recreo en la zona del Estrecho y su entorno. Algunas hipótesis sugieren que estas acciones podrían deberse a:
- El juego social de individuos jóvenes.
- Una respuesta a traumas pasados (por ejemplo, colisiones o redes).
- Un comportamiento defensivo ante el ruido, tráfico o intrusión constante en su hábitat habitual.
- Una forma de comunicación intraespecífica o cultural transmitida entre miembros del grupo.
Sea cual sea la causa, la respuesta humana ha sido desproporcionada y errónea, con propuestas que van desde emitir sonidos de disuasión dañinos para el oído sensible de los cetáceos, hasta expulsarlas de la zona o modificar artificialmente sus rutas.
Estas orcas, reconocidas como una subpoblación en peligro por el Ministerio para la Transición Ecológica, merecen protección reforzada, no criminalización.
Propuestas para su protección efectiva y ética
1. Declarar un Santuario Marino para Orcas del Estrecho
Creación de un Santuario Marino bajo la figura de Zona de Especial Conservación (ZEC) o figura de protección ampliada, con normas claras que incluyan:
- Restricciones de navegación en zonas críticas (época de cría, alimentación).
- Regulación del ruido submarino, limitando embarcaciones a motor y sonares.
- Control del tráfico náutico recreativo y pesquero.
- Promoción de embarcaciones eléctricas o con menor impacto sonoro.
- España ya cuenta con Zonas de Especial Conservación (ZEC) y Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) dentro de la Red Natura 2000. Podría impulsarse una ZEC específica para las orcas.
2. Reconocimiento legal de las orcas como ‘personas no humanas’ o ‘entidades con derechos’
Siguiendo el modelo de Nueva Zelanda, India, Ecuador o Colombia, donde ríos o animales han sido declarados sujetos de derechos, se propone:
- Se debe otorgar personalidad jurídica a esta población específica.
- Reconocer su derecho a un hábitat seguro, a la integridad física y al libre desarrollo social.
- Crear una defensoría legal del grupo, representada por expertos y ONGs.
3. Creación de un comité científico y ético independiente
Para la observación, análisis y propuesta de medidas no invasivas. Este comité estaría integrado por:
- Etólogos marinos especializados en cetáceos.
- Juristas en derecho ambiental y de los animales.
- Representantes locales (pescadores, asociaciones marítimas, ONGs).
Sus funciones incluirían:
- Monitoreo del comportamiento de las orcas.
- Estudio de los impactos humanos en su hábitat.
- Evaluación de medidas preventivas para evitar conflictos sin expulsar a los animales.
4. Campañas educativas y de sensibilización
Es urgente desmontar el relato sensacionalista de “orcas atacantes” y reemplazarlo por una narrativa de respeto, empatía e información veraz, incluyendo:
- Material educativo en escuelas y universidades.
- Documentales, podcasts y programas de divulgación científica.
- Talleres con pescadores y navegantes sobre comportamiento de orcas y pautas de navegación respetuosa.
5. Tecnología para la convivencia, no para la represión
Evitar tecnologías de disuasión dañinas o invasivas. En su lugar, utilizar:
- Boyas pasivas con sensores acústicos para identificar zonas activas de orcas.
- Sistemas de alerta para embarcaciones que crucen zonas sensibles.
- Protocolos voluntarios de desvío de rutas en momentos críticos.
6. Legislación específica de protección
España debe avanzar en una Ley específica de protección de cetáceos, que reconozca su inteligencia, cultura, estructuras sociales complejas y el derecho a no ser objeto de perturbación, acoso ni expulsión.

Imagen realizada por Pedro Pozas Terrados con IA
Convivencia, no exclusión
La zona de Barbate y el Estrecho ha sido siempre un punto neurálgico de biodiversidad marina. Expulsarlas sería una forma de violencia institucional contra una especie que reclama respeto y convivencia.
Al igual que en tierra reconocemos la importancia de convivir con grandes mamíferos como osos, lobos o elefantes, en el océano debemos aceptar que hay espacios que no nos pertenecen por completo, y que la vida marina exige su espacio, sus tiempos y su dignidad.
Asociaciones conservacionistas y de defensa de la biodiversidad de nuestro planeta como Proyecto Gran Simio y el Corredor Biológico Mundial cuyos Comités científicos de ambas organizaciones aglutinan a numerosos científicos de distintas disciplinas de la ciencia, apoyan las seis medidas expuestas, en un comunicado de prensa dirigido a las autoridades internacionales, nacionales y comarcales.
La situación de las orcas del Estrecho no es un problema, sino una oportunidad única para repensar nuestra relación con el océano y con las demás especies. Declarar la zona como santuario, reconocer derechos a estos cetáceos y promover la convivencia ética es el único camino aceptable en un mundo que dice avanzar hacia una nueva conciencia ambiental.
No se trata solo de proteger a las orcas. Se trata de protegernos como especie, entendiendo que en cada aleta que surge del mar hay una historia, una memoria colectiva y una llamada urgente a la justicia ecológica. No podemos permitir que se repita la historia de expulsar a especies nativas de su hábitat por el simple hecho de que interfieren con nuestras actividades económicas o recreativas, como ocurrió con el exterminio de la foca monje en las costas españolas. Proteger a estas orcas es un deber moral, ecológico y científico.
Pedro Pozas Terrados
Nota original en: PRESSENZA.COM