Grecia puso en escena una fiesta gigantesca para celebrar la vuelta de los Juegos Olímpicos a la tierra que los vio nacer. «Ustedes ganaron», dijo Jacques Rogge, presidente del COI a los griegos que colmaron las tribunas del estadio Olímpico en la ceremonia de clausura. «Ustedes ganaron», dijo Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) a los griegos que colmaron las tribunas del estadio Olímpico en la ceremonia de clausura y mostraron su orgullo por la tarea realizada.
«Estos Juegos se desarrollaron en paz y armonía. Estos fueron los Juegos en los que se hizo más difícil hacer trampas y donde los atletas sanos fueron mejor protegidos».
Esas palabras fueron música para los oídos de los griegos, que desafiaron a los agoreros que señalaban que no iban a poder desarrollar el mayor evento deportivo del mundo.
«Los Juegos vinieron a casa y demostramos que los griegos podemos hacer cosas grandes», dijo Gianna Angelopoulos, jefa de la organización de la cita olímpica.
Para el país de 10 millones de habitantes, la ceremonia de clausura coronó un período en que fue el centro de las miradas.
Primero se ganó la atención con el triunfo en la Eurocopa de fútbol en Portugal y después con la organización de los Juegos, a los que acudieron 10.500 deportistas de 202 países.
Agradeciendo a los atletas, Angelopoulos dijo: «Por ustedes, los Juegos Olímpicos son la mayor fuente de inspiración y esperanza de la humanidad».
Ese comentario sonó prematuro cuando un hombre trastornó el desarrollo de la maratón y arrojó al brasileIo Vanderlei de Lima, que era líder, entre el público.
En la ceremonia de entrega de medallas en el estadio principal, el brasileño recibió una de las ovaciones de la noche cuando recibió la presea de bronce y otra especial del COI por su «excepcional demostración de juego limpio y valores olímpicos».
En Atenas el tránsito fluyó, los estadios se llenaron después de la escasa presencia de público en los primeros días de competencia, y las mediciones de audiencia televisiva fueron un 15 por ciento más altas que las de Sydney en el 2000.
La imagen de las delegaciones de Corea del Norte y del Sur marchando juntas con la misma bandera dieron una imagen inolvidable al mundo.
Un velerista israelí dedicó su medalla de oro, la primera del país, a los 11 atletas muertos cuando la guerrilla palestina atacó los Juegos de Munich, en 1972.
La ceremonia inaugural permitió que Grecia le mostrara al mundo que es un país moderno del siglo XXI, mientras que en la de clausura se trató de llevar alegría a todos los presentes.
El estadio se convirtió en un gigantesco campo de trigo iluminado por una imponente luna llena.
Una banda de percusión se destacó tocando instrumentos con elementos tomados de los deportes olímpicos.
En tanto, los fuegos artificiales enmarcaron la entrada de los atletas al estadio de diseño futurista.
Bajando la cortina en los exitosos Juegos, Rogge dijo: «Declaro los Juegos de la XXVIII Olimpiada concluidos y, de acuerdo a la tradición, llamo a la juventud del mundo a reunirse dentro de cuatro años en Pekín».
Fuente: diario La Capital