En 1998, Clarín realizó una encuesta sobre cultura general. En 2005 la repitió, y como en ese entonces, la mayoría de los consultados erró las respuestas a preguntas muy básicas; señal de que la sociedad actual sigue valorando escasamente el conocimiento.
El objetivo de una encuesta que realizó Clarín en el año 2005, fue evaluar el conocimiento de la población de las grandes ciudades de la Argentina sobre temas de cultura general, y comparar los resultados con un relevamiento similar realizado en 1998. Los resultados no mostraron grandes variaciones en la proporción de aciertos y errores respecto de aquel año.
La sociedad acusa a los chicos y jóvenes argentinos de no saber: no entienden lo que leen, y reprueban los exámenes de ingreso en la Universidad. Sin embargo, la misma sociedad no parece estar en mejores condiciones que sus jóvenes estudiantes. Un muestreo revela que aquel ciudadano argentino que a mediados del siglo XX se sentía el más culto de todos los latinoamericanos, hoy le cuesta responder preguntas tan sencillas, como cuántas provincias hay en el país, nombrar un libro de Julio Cortázar, o decir qué sucedió la “Noche de los bastones largos”. ¿Qué pasó con la educación?.
En tiempos mejores para la Argentina, ésta fue una prioridad. Pero el excelente sistema educativo que construyó el Estado cambió, y solo quedaron algunos magníficos edificios escolares. En 1966 se interrumpió el más brillante proceso de modernización de la Universidad Argentina; que se repitió con más dureza en 1976. Pero la democracia trajo otros golpes: mientras unos querían reconstruir el tejido académico y afirmar los valores de la excelencia, otros consideraron que en la Universidad había un botín para ser repartido entre las distintas facciones políticas, y por este motivo, la misma fue perdiendo su función rectora sobre el sistema educativo. El último golpe lo dio una reforma educativa que bajo el anuncio de construir un sistema mejor, fue destruyendo lo poco que quedaba. Y de esta forma se llegó al lamentable estado actual.
El deterioro salarial convirtió a la tarea docente en un trabajo despiadado y descalificado, Los grandes profesores del pasado eran reconocidos, recibían la mejor formación y cobraban buenos sueldos.
Pero la cuestión central, no es sólo cuánto sabe una persona, sino cuánto interés tiene en saber. Y ese “saber” es mucho más que atribuir significados a determinados signos o nombres: es comprender, y comprender es mucho más que responder por “asociación”: tiene que ver, básicamente, con la producción de sentidos que expliquen, que relacionen, abran alternativas de nuevas preguntas y de acciones.
Por eso, como dice Ernesto Sábato, hay que leer, porque los libros ayudan a comprender y a querer la grandeza de la vida. Leer, dará una mirada distinta y más abierta sobre los hombres y sobre el mundo, y los ayudará a rechazar la realidad como un hecho irrevocable.
Pero la búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación, porque su tarea es “preparar para la vida real”; por eso es momento de que los argentinos vuelvan a creer que la educación, vale la pena.