
Entrevista a Francisco Viddi, Coordinador Programa Marino de Fundación Melimoyu
Entrevista a Francisco Viddi, Coordinador Programa Marino de Fundación Melimoyu
Por Redacción Chile. Pressenza.com. Medio Ambiente
“Chile es líder en superficie protegida, pero uno de los países más desfinanciados del mundo en conservación”
Con más de tres décadas de trabajo en la Patagonia, la Fundación Melimoyu ha sido protagonista en la creación de diversos parques nacionales y áreas marinas protegidas en el sur de Chile. Desde la experiencia en terreno, la organización levanta la voz frente a la expansión de la industria del salmón en ecosistemas bajo salvaguarda y plantea la urgencia de avanzar hacia un modelo real de conservación, considerando una participación ciudadana efectiva.
La fundación nació en 1995, fundada por Carlos Cuevas, su actual presidente, ingeniero forestal de profesión que ha trabajado desde hace más de 30 años en la protección de áreas silvestres. La fundación nace como un sueño de constituir el Parque Nacional Melimoyu. Desde entonces, el trabajo de la fundación se ha enfocado en la creación y ampliación de diversas otras áreas protegidas en la Patagonia, trabajando coordinadamente con las comunidades locales e indígenas, las instituciones del Estado, gobiernos regionales, municipalidades y organizaciones internacionales.
Francisco Viddi, biólogo marino y doctor en ciencias ambientales, trabaja como especialista en conservación marina, analiza desde su perspectiva la importancia de las áreas protegidas, su actual estado de protección y los desafíos que han enfrentado como organización.
– Entre los principales logros de la fundación destacan el trabajo realizado para la creación de diversas áreas protegidas, ¿por qué son importantes estos espacios y qué implica que tengan una categoría de protección?
Los parques nacionales son importantes por varias razones. Desde la perspectiva antropocéntrica, son una “herramienta” disponible para que toda persona pueda conectarse o reconectarse con la naturaleza. Está demostrado que los parques nacionales -y tener contacto con la naturaleza- es una de las maneras más efectivas de contribuir a la disminución de afecciones mentales y/o psicológicas. Y en general ayudan a mantener una mejor salud.
Además, las áreas protegidas son un mecanismo vital y esencial en la protección de la biodiversidad, en la mantención de servicios ecosistémicos y una importante forma de generar actividades relacionadas con ecoturismo o turismo de naturaleza.
Asimismo, conforman parte de las soluciones propuestas para contribuir a la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático porque mejoran significativamente la fijación de carbono, la protección costera, la biodiversidad y la capacidad reproductiva de los organismos marinos y terrestres.
Y son bienes nacionales de uso público, es decir, parte del patrimonio de todos los chilenos y su descendencia.
– En las más de tres décadas de trabajo, ¿cuáles han sido los principales desafíos que han enfrentado en la creación de áreas protegidas?
Fuimos una de las primeras organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro creadas en Chile en el área del medio ambiente, a comienzos de los 90. Y previo a eso, a inicios de los 80, creamos la Reserva Nacional Río Clarillo, hoy Parque Nacional.
En total nos demoramos 25 años para constituir el Parque Nacional Melimoyu -nuestro primer proyecto y el que le dio el nombre a nuestra fundación- tras 8 gobiernos diferentes, tanto de izquierda como de derecha.
Declarar el Parque Marino Tic Toc-Golfo Corcovado tomó 22 años y el Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos Pitipalena Añihué, 14 años.
En nuestra experiencia, hacer parques terrestres y marinos es un trabajo de largo plazo que requiere de mucha perseverancia.
– Hoy existen 408 concesiones salmoneras dentro de áreas protegidas, ¿cuál es la visión de su organización sobre esto?
De acuerdo con las definiciones existentes sobre la clasificación de áreas protegidas según la IUCN, y siguiendo los delineamientos de algunas convenciones de las cuales Chile ha ratificado, como la Convención para la Protección de la Flora, Fauna y Bellezas Escénicas, conocida como Convención de Washington, está claro que las actividades industriales como la salmonicultura no son compatibles con las áreas protegidas.
Existe bastante literatura y estudios científicos pertinentes desarrollados hace varios años que indican y evidencian los impactos negativos de esta actividad en los ecosistemas marinos. La industria como está hoy no es compatible con las áreas protegidas. Es un hecho, hay argumentos técnicos (y también ahora sociales) de sobra al respecto, pero las decisiones sobre el cómo y el dónde, así como la planificación territorial, se han tomado erradamente de manera histórica, bajo la base de intereses políticos y económicos de corto plazo.
– Junto a más de 50 organizaciones, la Fundación Melimoyu es parte de la Alianza por la Defensa de las Áreas Protegidas, que impulsa la campaña Salvemos la Patagonia. ¿Cuál fue la motivación de la fundación para incorporarse en esta campaña, que busca la salida de las salmoneras de áreas protegidas, sin relocalización?
Tenemos más de 30 años trabajando en Patagonia, proponiendo áreas protegidas, aportando a su implementación, y hemos visto durante estas décadas cómo esta industria se ha expandido enormemente y los impactos que ha conllevado, tanto a nivel de ecosistemas como social en las comunidades locales.
Hemos deseado aportar con nuestra experiencia en los impactos de la industria salmonera en general, porque además hemos navegado y visitado lugares que para la mayor parte de la gente son completamente desconocidos, por tanto, tenemos una visión bastante integral de lo que sucede.
– La participación ciudadana y local es un factor clave en la conservación, algo que desde la fundación han trabajado a través de educación ambiental y vínculos con comunidades, ¿Cómo ha evolucionado esta relación y qué rol cumplen hoy las comunidades en la protección y gobernanza de estos ecosistemas?
Las personas que habitan el territorio, que usan los recursos naturales, que conviven con la naturaleza tienen en sus manos el cuidado íntegro de la naturaleza. Las organizaciones son transeúntes, a veces conformadas por personas que no habitan el lugar. Finalmente son las personas de las comunidades locales quienes tienen el verdadero poder de hacer cambios para la protección de la Patagonia, a través de la gobernanza, la colaboración y participación activa.
Vemos nuestro rol como “puentes” entre herramientas, a las cuales hemos tenido acceso a través de nuestra experiencia y entrenamiento. Y también nos hemos vinculados con personas de las comunidades: profesoras, dirigentes, niñas y niños, pescadores, operarios de turismo. Esto ha ido evolucionando, a partir tanto de la confianza que hemos ido construyendo con personas de la comunidad, como también con la adaptación de algunos de nuestros objetivos. La educación ambiental se ha convertido en un eje de trabajo transversal importante para nosotros, porque con esto se genera una mayor y mejor conexión con la realidad de las comunidades.
– Chile se ha comprometido a proteger el 30 % del mar y la tierra al 2030 (meta 30×30), ¿Qué acciones está impulsando Fundación Melimoyu para contribuir a este objetivo desde la Patagonia norte, y cuáles son los principales desafíos que enfrentan?ç
Hemos sido parte de la creación de 600.000 ha de áreas protegidas en 30 años y esperamos crear otras 800.000 en los próximos 5 años. Esta superficie equivale a la región Metropolitana completa con sus provincias de Santiago, Maipo, Talagante, Melipilla, Cordillera, Chacabuco.
En 2017 Chile presentó a las Naciones Unidas sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés). En la NDC 11, nuestro país se comprometió a que el 100% de las áreas protegidas ya creadas cuenten al 2025 con planes de manejo publicados, y que al menos el 40% de las áreas protegidas estén efectivamente gestionadas a ese año, es decir, que cuenten con programas de manejo en ejecución.
En los últimos 6 años, sólo se crearon 5 parques nacionales terrestres, con un promedio de 40.000 hectáreas al año, y el único parque nacional marino constituido fue nuestro Parque Marino Tic Toc-Golfo Corcovado en 2022, con 100.000 hectáreas. Necesitamos un cambio radical en esta tendencia.
En la última década se está mirando a la Patagonia chilena como un “refugio climático” ante los impactos del calentamiento global. Se destaca especialmente el rol que tiene la inmensa superficie de turberas, bosques primarios, bosques de algas, e incluso el rol de ballenas, en una gran superficie de áreas protegidas marinas y terrestres. Estos ecosistemas tienen una importante función en la mitigación y adaptación, presentándose una oportunidad de considerarlos como “soluciones basadas en la naturaleza” para los compromisos que Chile ha adquirido ante la comunidad internacional.

Patagonia chilena
– Actualmente atravesamos una crisis climática global, en ese contexto, se han establecido diferentes objetivos de conservación, como la meta global 30×30, sin embargo, muchos de los compromisos de conservación no se han concretado, ¿cuál es su perspectiva de la actual realidad de las áreas protegidas en Chile?
En las áreas protegidas, el desafío es superar los déficits de financiamiento y de representatividad. Nuestro país es líder mundial en el porcentaje de territorio protegido: 21,3% en tierra y 43% en el mar. Estas son cifras bastante buenas, pero ocultan inmensas brechas financieras y de representatividad de ecosistemas y biológicas.
La inmensa mayoría de los parques y reservas nacionales terrestres están en la Patagonia y la mayor parte de los parques y áreas marinas protegidas se ubican en el territorio insular a miles de kilómetros de la costa. Mientras el 99% de la Ecorregión Rapa Nui está protegida y el 65% de Islas Juan Fernández y Desventuradas, el resto de las ecorregiones como por ejemplo las Ecorregiones Humboldtiana tiene 0,002% protegido, el Chile central tiene 0,03%, Araucana 0,18% y nuestra Ecorregión Marina Chiloé-Taitao tiene 0,05% de protección.
El 98% de toda la superficie de áreas protegidas de la Ecorregión marina Chiloé Taitao fue creada por impulso de nuestra fundación. Es decir, hicimos la identificación del sitio, los estudios científicos, impulsamos la participación de las comunidades locales, la difusión en los medios. Lograr el respaldo de la sociedad, presentar los estudios al Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y hacerles seguimiento. Pero no sólo eso, para que estas áreas no sean solo de papel y tengan manejo efectivo y uso público, hay que colaborar en el financiamiento y desarrollo de los planes de manejo y programas de uso público, infraestructura, investigación, educación ambiental, fiscalización, entre otros.
Es una inmensa contradicción que Chile sea un líder mundial en términos de superficie de áreas protegidas y al mismo tiempo ser uno de los países con menor financiamiento del mundo y por tanto la implementación efectiva de las áreas protegidas es muy baja. Un estudio sobre “Financiamiento de la Conservación a nivel mundial” (Waldron, 2020) ubica a Chile en el lugar N°9 en países más desfinanciados. El mismo análisis estima que para revertir esta situación Chile debería invertir aproximadamente 6 dólares por hectárea protegida. El nuevo presupuesto nos aleja aún más de esta meta. Sobre el financiamiento de las áreas marinas es aún peor, prácticamente no existe. El Estado no asigna fondos suficientes para crear y administrar áreas protegidas (marinas y terrestres), y contribuye con solo el 22% del costo requerido para las terrestres y el 4% para las marinas.
Redacción Chile
Nota original en: PRESSENZA.COM